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Por fin

Registro que estos dos ejemplos, de alguna manera, inspiran la propuesta del ministro Cristo y nos permiten, ahora sí, hablar en serio sobre la manera de materializarla.

6 de julio de 2024 Por: Fernando Cepeda Ulloa
Fernando Cepeda Ulloa

El remezón ministerial trajo una importante clarificación que, ahora sí, permite un debate concienzudo sobre la propuesta gubernamental de realizar una asamblea nacional constituyente. Quedan atrás toda una serie de propuestas que no tuvieron mayores explicaciones y apenas tuvieron comentarios simplistas o exagerados o meramente negativos.

Ahora, por fin, estamos frente a una iniciativa que es legítima, que todo gobierno tiene pleno derecho de plantear. El nuevo Ministro del Interior, distinguido exalumno de la facultad de derecho de la Universidad de Los Andes, a diferencia de lo que ocurre con otros funcionarios designados para altos cargos, tan pronto recibió el nombramiento y dio su aceptación, hizo un planteamiento serio, ordenado y claro ante el país sobre lo que sería su mandato como ministro del Interior.

En los planteamientos del ministro Cristo observo que hay un aprendizaje de lo que ocurrió con la Asamblea Constitucional que planteó el presidente López Michelsen y su entonces ministro de gobierno, Cornelio Reyes, conservador, y lo que sucedió, también, con la propuesta de una asamblea nacional constituyente durante el gobierno del presidente Virgilio Barco, 1986-1990, con el esquema gobierno-oposición.

En ambos casos se realizó un debate muy importante y hubo fuertes voces opositoras aún dentro del partido liberal que ejercía el gobierno. La del presidente López fue aprobada por el congreso en un acto legislativo que luego, infortunadamente, la Corte suprema de justicia de entonces declaró inconstitucional en una sentencia que no tenía precedentes. En ese caso no era una constituyente porque sus poderes estaban limitados a dos temas, la reforma de la justicia y la descentralización.

El presidente Barco en su discurso de posesión anunció que no intentaría gastar las energías políticas de su gobierno en el tema de una reforma constitucional. Sabemos que su talante era el de un ejecutor, un hacedor, un constructor de grandes políticas y de grandes obras de infraestructura.

Pero fue durante su gobierno cuando se logró el primer acuerdo de paz con un grupo guerrillero, el M19 y, también, cuando se obtuvo un gran consenso nacional en torno de la convocatoria de una asamblea nacional constituyente que no contaba con poderes limitados y que además no solo legitimó el acuerdo de paz con el M19 y otros grupos guerrilleros, sino que fue un ejemplo de participación popular, diálogo y capacidad de construcción de consensos en materia grave como era la de elaborar una nueva Carta fundamental para Colombia después de 105 años de la vigencia de la Constitución de 1886. Increíble. Y se hizo gracias a la continuidad de los esfuerzos de dos gobiernos, el de Barco y el de Gaviria. Y así se reconoce sin mezquindades.

La Asamblea Constituyente fue convocada por un decreto de estado de sitio del gobierno del presidente Gaviria y la Corte Suprema de entonces avaló la constitucionalidad del mismo. La reforma se promovió durante la administración Barco y se realizó durante la administración Gaviria. Registro que estos dos ejemplos, de alguna manera, inspiran la propuesta del ministro Cristo y nos permiten, ahora sí, hablar en serio sobre la manera de materializarla, de darle un contenido y de proporcionarle una base política perdurable como resultado, por fin, de un acuerdo nacional.

Pero ya se observan líneas diferentes en el pensamiento presidencial y en el del Ministro. Y no ayuda un titular que registra un choque (¿cuál choque?) entre altas cortes y el Presidente por esta propuesta.

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