Libros de hoy y de ayer

‘El Río Sinú, Cereté y yo’.

Todo parece indicar que la brisa de Los Farallones hace que los médicos urólogos venidos de lueñes tierras y que abren consultorios en Cali, se conviertan en excelentes autores de libros.

Así sucedió con Henry García Prada, nacido en las breñas santandereanas y afincado en esta ciudad, en la que alcanzó merecida fama de urólogo.

Yo, que fui su paciente y amigo, tuve el inmenso honor de prologar uno de sus libros, en el que trató temas científicos de su especialidad. Me dolió mucho su fallecimiento.

Ahora, he tenido la gratísima sorpresa de descubrir en el doctor Antonio Joaquín García Sierra sus altas dotes de columnista y de escritor del libro atrás citado.

Este destacado urólogo, aparte de devolver la salud a sus pacientes de próstatas cansinas, es magnífico escritor, como lo confirman sus amenas columnas en este diario, que son pequeñas obras maestras de periodismo.

Su libro, cuyo título dedica a su tierra natal, es un conjunto de crónicas estupendas porque relata temas de su familia, de sus intereses literarios, de sus amigos, de su ejercicio profesional, y unas reflexiones filosóficas de profundo contenido.

***

‘El Enmaletado’.

A las 9 de la noche del 22 de octubre de 1973, un sujeto anónimo aforó en Expreso Bolivariano en Bogotá dos elegantes maletas, pero no subió al bus a pesar de haber comprado el tiquete a Cali.

Al llegar el vehículo a esta ciudad y como nadie recogió las valijas, el gerente de la empresa decidió dejarlas en su oficina en espera de que alguien las reclamara. No apareció nadie, pero al día siguiente de las maletas salía un nauseabundo olor, que obligó a llamar a la Policía.

Al abrirlas apareció el cuerpo descuartizado de un hombre de unos 30 años, cuyos miembros y cabeza habían sido cercenados con la pericia de un cirujano.

El periodista Henry Holguín se interesó en el caso y todo conducía a que el muerto era un caballero bugueño de nombre Jaime Azcárate Collazos, quien luego apareció vivo y trabajo le costó probar que el enmaletado no era él. Tema para una película del cine negro norteamericano.

Gerardo García Lozano, propietario del conocido restaurante ‘Tizones’ –la mejor parrilla de Cali-, resolvió narrar este episodio, y publicó ‘El Enmaletado’, que me hizo llegar con generosa dedicatoria.

Es una reseña atrapante de este crimen que tuvo en vilo al país por largo tiempo. Con buena redacción, el texto hace que el lector no lo suelte hasta saber quién era el muerto que tanto lío le causó a Jaime Azcárate.

***

He vuelto a leer todas las novelas de Gustavo Álvarez Gardeazábal, editadas por Intermedio, con el mismo interés de las primeras lecturas, y confieso que ahora las he disfrutado más, desde el icónico ‘Cóndores no entierran todos los días’ hasta ‘El divino’, que han hecho de su autor a uno de los grandes escritores colombianos, con reconocimiento aquí y allende las fronteras.

Por la rendija de ‘Cóndores’ mis ojos ven aquellos terribles años de la violencia, que tuvo en Tuluá el cuartel general de la banda criminal dirigida por el personaje revivido por Gardeazábal.

Gustavo recordó en estos días que en el periódico ‘Voces Liberales’ que edité en Tuluá en mi primera y exitosa campaña política, comenté su primer libro ‘Piedra Pintada’, diciendo que su autor estaba llamado a altas cumbres de la literatura nacional. Acerté, y en ese entonces el autor era un muchacho de 20 años.