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Los aranceles de Trump

La obsesión proteccionista, y su devoción por la reciprocidad, de Donald Trump reactiva su viejo arsenal, elevando aranceles entre el 25 % y el 50 % alrededor del mundo.

Muni Jensen
Muni Jensen | Foto: El País

26 de jul de 2025, 01:30 a. m.

Actualizado el 26 de jul de 2025, 01:30 a. m.

El 1 de agosto comienza una nueva etapa en la política comercial de Estados Unidos, con la imposición de aranceles a decenas de países, incluyendo a Canadá y la Unión Europea. Los nuevos aranceles de Trump no son un accidente ni una medida económica. Son parte de la visión del mundo del gobierno americano, donde el comercio se convierte en arma política.

Esta vez, América Latina está directamente en la mira, y conteniendo la respiración. La obsesión proteccionista, y su devoción por la reciprocidad, de Donald Trump reactiva su viejo arsenal, elevando aranceles entre el 25 % y el 50 % alrededor del mundo.

En nuestro vecindado, Brasil, México Argentina y Ecuador, entre otros, sentirán el impacto en sectores como el cobre, las autopartes, los alimentos procesados y los productos farmacéuticos y agrícolas entre otros.

La promesa electoral de ‘América Primero’ no es un simple slogan sino una convicción personal de Trump, que redefine el comercio internacional desde la fuerza, forzando a los países a negociar desde la amenaza, aceptando condiciones que nada tienen que ver con el comercio. Trump, que nunca ha sido globalista, ha dicho claramente que busca acuerdos “bilaterales, no globales”, donde los países latinoamericanos, ya fragmentados entre sí quedan sin capacidad real de ganar.

Esta práctica, que se aplicó en su primer mandato, en la segunda presidencia la Casa Blanca se ha reactivado con toda la fuerza. En sus primeros días el gobierno anunció la “emergencia económica nacional” para imponer barreras sin necesidad de pasar por el Congreso, una maña que muchos latinoamericanos conocemos bien.

Hasta ahora, en América Latina, el país más afectado es Brasil, donde el fallo del expresidente Bolsonaro disparó una guerra al comercio.

México, a pesar del acuerdo recién negociado, espera incrementos selectivos de bienes. Otros países de la región enfrentarán tarifas sobre productos según la empatía ideológica y personal entre los mandatarios.

Empresarios en Colombia y países vecinos están conteniendo la respiración, ya que estos aranceles amenazan con romper cadenas de suministro regionales, y aumentan la incertidumbre para los inversionistas, obligados a replantear sus operaciones. Muchos no tienen idea lo que les espera la semana entrante.

Los que han negociado con Trump saben que no es imposible, pero saben que la tarea exige una estrategia diferente a la tradicional. No es fácil. Hay riesgos, ya que América Latina enfrenta a Estados Unidos sin consenso regional y con divisiones ideológicas entre sí. Se sientan a la mesa con una mano débil y listos a ceder, conscientes de que lo que importa para Trump no es necesariamente los productos y servicios, sino negociaciones sobre temas como inmigración, seguridad y narcotráfico, siempre mirando por la ventana de Estados Unidos.

El triunfo de hoy se mide en acuerdos concretos que demuestren beneficios claros para el trabajador y consumidor estadounidense, los dos pilares del discurso de Trump. Amanecerá el 2 de agosto, y sabremos quienes son los ganadores y perdedores.

Caleña. Graduada del Colegio Bolívar. Politóloga de Trinity College con Maestría en Estudios Latinoamericanos de Georgetown. Analista política y asesora para América Latina de Albright Stonebridge Group. Trabajó en Proexport en Bogotá y en la Cámara de Comercio de Cali. Fue subdirectora de la Oficina Comercial de Washington y jefe de prensa de la Embajada de Colombia en Washington.

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