Editorial
La violencia en Ecuador
Los movimientos del narcotráfico hacia territorio ecuatoriano como resultado, sin duda, de la persecución de la Fuerza Pública de Colombia, así como la llegada de carteles internacionales de las drogas a esa nación, se comenzaron a percibir un lustro atrás.
El asesinato de Fernando Villavicencio, candidato a la Presidencia de Ecuador, no debería verse como un caso aislado o vinculando en exclusiva a la contienda política que se adelanta en el vecino país. Hace parte de la espiral de violencia que ha crecido en los últimos años en esa nación, tan parecida a la que padece Colombia desde hace décadas y cuyo origen bien podrían estar compartiendo.
Cuando faltan nueve días para las elecciones anticipadas en las que los ecuatorianos escogerán al sucesor de Guillermo Lasso, la incertidumbre se pasea por las calles luego del crimen de aspirante presidencial. El hecho ocurrió el miércoles en la tarde cuando Villavicencio salía de un mitin político en Quito y antes de subir a su vehículo fue sorprendido por sicarios que le dispararon casi a quemarropa, sin que los integrantes de sus anillos de seguridad respondieran a tiempo al ataque.
Uno de los presuntos implicados murió, se logró desactivar una granada lanzada por los autores del crimen y horas después las autoridades capturaban en un barrio quiteño a otros seis sospechosos, todos colombianos, según las autoridades locales. No parece casualidad la relación de nuestro país con la violencia que padece el Ecuador desde el 2018, ni las evidentes similitudes con lo que pasa allá y las épocas más aciagas vividas aquí hace años.
Los movimientos del narcotráfico hacia territorio ecuatoriano como resultado, sin duda, de la persecución de la Fuerza Pública de Colombia, así como la llegada de carteles internacionales de las drogas a esa nación, se comenzaron a percibir un lustro atrás. Desde entonces el sicariato creció en ciudades clave del Pacífico como Guayaquil, las vendettas en las cárceles derivaron en motines que a la fecha dejan centenares de muertos y el terrorismo impactó de frente a la sociedad.
Hace dos semanas fue asesinado el Alcalde del municipio costero de Manta, y ahora ocurre el crimen del candidato Villavicencio, un periodista convertido a la política que denunció posibles casos de corrupción de la izquierda cercana al expresidente Rafael Correa, así como vínculos entre el narcotráfico y funcionarios del Estado. También pidió hace pocos días investigar a otros candidatos por su relación con el proceso que se adelanta en contra de Nicolás Petro, el hijo del presidente Gustavo Petro, y de su exnuera Day Vásquez. Días atrás, el aspirante inmolado denunció amenazas en su contra y en contra de su familia.
El crimen de Fernando Villavicencio a pocos días de las elecciones presidenciales, que se realizarán en medio del toque de queda decretado por el presidente Lasso como mecanismo para garantizar el orden público y el Estado de Derecho, sume a Ecuador en más incertidumbre y genera temor en la ciudadanía.
Ya no será la crisis política, social y económica, que llevó al Primer Mandatario a disolver el Congreso y llamar con anticipación a nuevos comicios, la que determinará qué pase en esta corta carrera hacia la Presidencia. Será la violencia que padece hoy el vecino país, la que marcará su futuro.
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