Ingenuidad o indiferencia

Continuamente, escuchamos en las noticias casos de policías asesinados en los territorios, explosiones de carros bomba o motos frente a las estaciones de la institución, con las dolorosas consecuencias, fallecimientos y heridos.

Igualmente, nos enteramos con insólita frecuencia de ataques a las FF. AA. con los resultados execrables de muertos y mutilaciones. Tanto policías como soldados y oficiales, son hijos de nuestra patria. No solo son víctimas ellos, igualmente sufren sus padres, hermanos, familiares y amigos.

Son pocos los medios que resaltan estos acontecimientos. Destacan, con mayor notoriedad, en sus titulares los desafueros del Presidente, como la consulta a la opinión pública de proyectos que ya fueron negados por el Congreso, haciendo caso omiso de la división de los poderes, o los insultos proferidos del presidente Petro, calificando a la madre del presidente del Senado como prostituta. Igual ocurre con sus columnistas y comentaristas. No desconozco que son asuntos políticos importantes, pero considero que la vida de nuestros solados debe de tener prelación.

Sin embargo, parece que la supervivencia de nuestros compatriotas, cuya tarea es imponer el orden, hacer respetar la ley y defender la vida y honra de nuestros ciudadanos, no tuviese la trascendencia que merecen. Sus desgracias se comentan en un segundo plano.

La guerra contra la subversión, la criminalidad y el narcotráfico se está perdiendo, cada vez con mayor ímpetu, en los territorios. Los habitantes de la capital y de las ciudades más importantes, le atribuyen una trascendencia secundaria a los problemas que tienen una menor incidencia en su vida cotidiana. Quienes le otorgan mayor jerarquía son las autoridades locales, desafortunadamente con muy poco poder político y de influencia.

Uno de los primeros actos que tuvo el Gobierno actual fue descabezar un número importante de generales con experiencia. Bien conocen quienes han dirigido organizaciones, que el conocimiento es fundamental para el éxito, las misiones y sus correspondientes resultados.

Petro continúa insistiendo en la utópica política de paz total, otorgándole no pocas ventajas a la subversión, al igual que a los grupos criminales disfrazados exitosamente como organizaciones políticas guerrilleras.

Se otorgaron ceses al fuego unilateralmente, mientras estos grupos continuaban secuestrando, reclutando menores y preparando las estrategias para fortalecerse. Debilitaron la capacidad bélica de las fuerzas del Estado, cuyo propósito es imponer el orden.

‘Libertad y Orden’ son los postulados de nuestro escudo. Gran parte del país se encuentra en una guerra desigual, pues se continúa conversando y dando gabelas a quienes se benefician de subvertir el orden, para continuar gobernando parte de los territorios y enriqueciéndose con el inmenso crecimiento de los cultivos de cocaína. Se trata de un espíritu claro, de una evidente codicia criminal.

Lo insólito es que el Presidente, que exhibe una locuacidad extraordinaria, hablando sobre lo divino y lo humano, calle sobre el orden público, y ni siquiera lamente la muerte de sus propios soldados.

Las actuaciones anteriores dejan muchas dudas de si las decisiones fueron tomadas por ingenuidad o con intenciones ocultas.

¿Se podrían estas circunstancias calificarlas como progresistas?, o más bien como esclavistas.