Columnista
Imperioso volver al país vallecaucano
Añoro la visión del país vallecaucano que nos ha recordado este diario en sus ediciones antológicas sobre el pasado y también sobre las potencialidades.

Eduardo José Victoria Ruiz
27 de abr de 2025, 12:54 a. m.
Actualizado el 27 de abr de 2025, 12:54 a. m.
Los 75 años de El País nos han recreado hechos sobresalientes en la historia de nuestra región. ¡Cuántos momentos de gloria en medio de dificultades y adversidades! Todos aquellos sucesos de orgullosa evocación han sido fruto de la visión con grandeza de hombres y mujeres que no se resignaron a pensar en pequeño. Los Juegos Panamericanos, la CVC, la infraestructura vial, las zonas francas, el clúster de la cañicultura, el desarrollo de la industria farmacéutica, de papel o de autopartes, para citar solo algunos hitos, ameritan la historia individual de pioneros que sumaron las potencialidades de la región, las conectaron con el mundo y casi que con terquedad, sacudieron a sus respectivas generaciones hasta formar grupos promotores que lograron realidades económicas y culturales. Ninguno pensó en pequeño, no me cabe duda de que algunos incluso pensaron en el Valle como país y, sin pedir permiso al centralismo, generaron acciones ganadoras.
Siempre me sentiré honrado de haber hecho parte de la gobernación de Carlos Holguin Sardi, pues con el lema ‘El Valle de las Oportunidades’ teníamos concepción de país, sin timidez: nombrábamos delegados comerciales del Valle en el exterior; se creó el primer modelo de carreteras por concesión; sentíamos que era nuestro deber liderar el reconocimiento de Colombia en la cuenca del Pacífico y nos inventamos los Primeros Juegos Mundiales de esa poderosa zona del mundo; era poner el deporte como pretexto para recordarle al planeta que Colombia es parte de ese polo económico y éramos nosotros quienes llamábamos al Presidente de la República, a la canciller y a los embajadores de América, Asia y Oceanía para promoverlo.
Esa visión de grandeza no se debe perder. El liderazgo generoso, en lo público y en lo privado, es una necesidad imperiosa. Una alianza vallecaucana fuerte entre los diferentes sectores estaría armando el portafolio de opciones vallecaucanas para enfrentar la guerra arancelaria que inevitablemente se dará. ¿Estamos listos desde el Valle para atender las oportunidades comerciales que pueden darse en la zona Pacífica de USA, la de California, Texas o el rico noroeste?
Si consideramos que nos será favorable el incremento arancelario a ciertos países con quienes competimos en confecciones, ¿tenemos la fuerza laboral debidamente capacitada para un incremento notable de producción de maquila?
Si trabajáramos como el país vallecaucano, término acuñado por el dirigente Humberto González Narváez, la profundización del canal de acceso a Buenaventura no debería ser un ruego, sino una exigencia del empresariado y el bloque parlamentario. Si trabajáramos con altivez y sentido de equipo, estaríamos promoviendo soluciones para que ciertos productos chinos, como el papel, no representaran una amenaza que derive en cierres de plantas como Propal. Si analizáramos conjuntamente el riesgo de la estatización nuevamente del aeropuerto ‘Alfonso Bonilla Aragón’, reaccionaríamos diferente y no con la pasividad colectiva que se percibe. Si el aeropuerto vuelve a manos públicas, perderemos no solo competitividad, sino que en un gobierno tan débil frente a la delincuencia como este, crecerán las posibilidades de que quede al servicio del narcotráfico. En una cadena que incluye el norte del Cauca, el sur del Valle y más rutas aéreas internacionales, la mesa quedará servida para los carteles de la droga.
Yo veo esfuerzos aislados, sin duda, pero no veo la movilización pública - privada con la contundencia requerida. Por eso añoro la visión del país vallecaucano que nos ha recordado este diario en sus ediciones antológicas sobre el pasado y también sobre las potencialidades. Estamos en mora de sumar visiones, sueños, gestiones, estrategias y logros. No perdamos más tiempo para retomar el camino y no quedar en deuda con la historia.
Eduardo José Victoria Ruiz
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