Columnistas
En defensa del MinDefensa
Soy de los que cree, repito, que hay un antes y un después con la llegada del general (r) Pedro Sánchez al Ministerio de la Defensa.

17 de jun de 2025, 03:37 a. m.
Actualizado el 17 de jun de 2025, 03:38 a. m.
En su momento no había terminado de hacerse oficial el nombramiento del general Pedro Sánchez como nuevo ministro de Defensa, cuando desde distintos lugares se expresaban objeciones y rechazo al mismo. No obstante, al día de hoy, y pese a todos los grandes retos y desafíos que siguen existiendo en materia de seguridad y orden público, creo que esa designación fue un acierto.
Una de las observaciones se refería a que con la llegada de este general, así fuese ya en condición de retiro, se rompía una tradición de ministros de defensa civiles, como expresión de la sujeción del poder militar al poder civil. Pero más allá de ese ‘simbolismo’, que no es menor, hay que decir que de la larga lista de ministros civiles los ha habido muy buenos y otros no tanto.
Y justamente uno de esos últimos casos fue el paso por esa cartera del doctor Iván Velásquez, un hombre con gran trayectoria jurídica y de una integridad y probidad que no admiten objeción alguna, pero que en materia de seguridad, defensa nacional y asuntos militares y policiales, se quedó bastante corto en su gestión. Muy seguramente llegó orientado por el presidente Petro para asumir estándares altos de transparencia en la cuantiosa contratación que hacen nuestras Fuerzas Armadas y con la tarea nada grata de ‘depurarla’ de miembros comprometidos en violaciones de derechos humanos, pero aunque muy importante todo ese esfuerzo, no resulta suficiente si se piensa en la grave crisis de seguridad en la que se ha estado debatiendo este país en los últimos años.
Soy de los que cree, repito, que hay un antes y un después con la llegada del general (r) Pedro Sánchez al Ministerio de la Defensa. En muy corto tiempo se ha ganado el respeto y la confianza de los altos mandos militares y de Policía, de quienes, cuando ejercía como oficial activo, era un subordinado. Ha acertado también en el relacionamiento público ante medios de comunicación, el sector privado, instituciones de distinto orden y, sobre todo, viéndolo destinar tiempo importante para visitar los lugares afectados por la violencia y entablar diálogo directo con las personas que están sufriendo los embates de la violencia, para escuchar sus temores y estar cerca de sus necesidades. De esto, estar cerca de la gente, como lo estuvo recientemente en su visita al Valle del Cauca, se había visto muy poco con anteriores ministros, esa es la verdad.
Por supuesto, al final lo que cuenta es la capacidad real y los resultados concretos en materia de seguridad que están reclamando los colombianos. Pero no será algo fácil de lograr, no al menos en el corto plazo, dada la magnitud del desafío que han planteado los grupos armados ilegales a lo largo y ancho del país, o más cercanamente, como lo ocurrido en días anteriores en el suroccidente colombiano.
Insisto que no será fácil, ni pronto, por cuenta además de una pérdida real de capacidades militares dentro de lo cual deben incluirse rezagos logísticos y de equipamiento crítico para el combate y la movilidad, debilidades en las tareas estratégicas y tácticas de inteligencia, y muy especialmente una pérdida significativa de lo que se conoce como la ‘moral de combate’.
El Ministro de Defensa está además lidiando con la necesidad de atemperar el accionar militar del estado con la estrategia de la llamada paz total, fuente de, en muchos casos, de discrepancias, contradicciones y malos entendidos.
Con todo, hay ya un escenario en el que está recuperándose la iniciativa militar de nuestras FF. MM. y de Policía, con el liderazgo del general (R) Sánchez.
Especialista en Cultura de Paz y Derecho Internacional Humanitario y Ciencia Política y Resolución de conflictos. Ha trabajado con instalacias del gobierno nacional, departamental y local así como entidades internacionales en temas de Convivencia, Reconciliación y Memoria Histórica. A estado en las transiciones de la guerra en varias naciones como Nicaragua y El Salvador y acompañó el proceso de reintegracion a la vida civil del M19 en Colombia