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“No vengo a ser servido, sino a servir”: esto dijo Carlos III en la coronación más esperada en 70 años alrededor del mundo
Con la participación de representantes de varias religiones, esta fue la coronación más esperada en 70 años.
Un coro góspel canta Aleluya del salmo 47: “El espíritu del señor está sobre mí porque Él me ha elegido” dicen las letras de este coro.
En la Abadía de Westminster se escucharon los coros compuestos para esta coronación, donde participaron la familia real británica y representantes de las religiones musulmana, ortodoxa, judía, sijs e hindú.
La tradición monárquica británica tiene una base religiosa en el cristianismo, lo cual se refleja en la simbología de su ceremonia de coronación. Durante la ceremonia, el rey fue ungido con aceite sagrado por el arzobispo de Canterbury.
A pesar de ser un cristiano devoto que asiste a la iglesia todos los domingos, Carlos III también tiene un interés por el islam y la espiritualidad en general. Este interés en las religiones podría hacer que fuera un monarca en sintonía con el Reino Unido actual. Mostró una particular afinidad con la religión ortodoxa y visitó Israel, lo que conmovió a la comunidad judía británica. Además, encargó retratos de sobrevivientes del Holocausto, un gesto que fue muy apreciado.
Carlos III ha tenido una “maravillosa relación” con el mundo musulmán, alabando las enseñanzas del Corán y citando versos del mismo. Según Rafiq Hayat, presidente de la comunidad musulmana británica Ahamdiyya, esto puede convertirlo en un buen líder para los musulmanes y unir a diferentes confesiones.
Su estatura y su habilidad para atraer la atención de la gente podrían tener un gran peso en las relaciones entre el mundo musulmán, el mundo cristiano y el mundo judío.
Coronación
El término “coronación” tiene su origen en la palabra latina “corona”, que significa “corona”. Sin embargo, su significado trasciende la simple colocación de la corona en la cabeza del soberano. Es un acto simbólico que representó la unión de la monarquía, la iglesia y el Estado en un ritual religioso en el que el monarca realizó promesas tanto a Dios como a la patria.
El Palacio de Buckingham declaró que la ceremonia de coronación buscaba reflejar el papel actual del monarca y mirar hacia el futuro, al tiempo que se mantiene arraigada en las tradiciones y en la pompa de larga data.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, dirigió la ceremonia que tuvo varios elementos centrales, entre ellos el reconocimiento, el juramento, la unción, la investidura y la coronación, seguidos de la entronización y el homenaje.
Durante el reconocimiento, el soberano se presentó al pueblo desde el escenario de la abadía. Después de realizar el juramento de coronación, que implica un compromiso de gobernar según la ley, administrar justicia con clemencia y mantener la Iglesia de Inglaterra, el arzobispo ungió al monarca con aceite sagrado en una ceremonia que se consideró el momento más sagrado del servicio.
En 1953, este momento no fue televisado. Antes de la coronación de Carlos, el arzobispo Welby explicó por qué el momento no se televisaría: en el programa oficial de recuerdos, escribió que el momento es “un símbolo de ser comisionado por la gente para una tarea especial para la cual se necesita la ayuda de Dios”.
Agregó que es un momento en el que el rey se separa para el servicio de la gente de su país y para el servicio de Dios.
Detalles de la coronación
Con los versos del Libro Primero de los Reyes, Dios Salve al Rey, vestido con una camisa blanca sencilla y de rodillas, se le puso una doble túnica, de hilos envueltos en oro puro, sentado en la silla de coronación, encima de la Piedra del Destino. Un canto en griego, en honor a su padre que fue príncipe de Grecia, mientras la espada se le entrega y se le dice “la espada no la va a cargar en vano” recibe esta espada real para que ayudes a quien lo necesita, servir a nuestro Señor Jesucristo y reines con él en la vida venidera”.
Su hijo, el príncipe William, le puso la estola y le abotonó el manto imperial que viene desde la coronación de Jorge IV. El obispo recita “Recibe este orbe, puesto bajo la cruz, los reinos de este mundo están bajo Cristo. Recibe este guante para que gobiernes con poder y mansedumbre”.
“Dios salve al Rey” y en el lugar todos repitieron en coro estas palabras, las campanas sonaron durante dos minutos. La St. Edward’s Crown, también conocida como la corona de San Eduardo, es una pieza central en la ceremonia de coronación, ya que se utiliza en el momento preciso de la misma. Fue encargada para Carlos II en 1661, tras la restauración de la monarquía en el año anterior. Se cree que su predecesora medieval, que fue fundida en 1649, se remontaba al reinado del rey inglés del siglo XI, Eduardo el Confesor. Por lo tanto, la St. Edward’s Crown es considerada como una pieza histórica y emblemática de la monarquía británica.
Carlos III sentado en el trono, recibió sobre él el palio para la unción. Este palio se ha confeccionado combinando técnicas de bordado sostenibles y tradicionales. El deán de Westminster, David Hoyle, vertió aceite consagrado desde una ampolla de oro en forma de águila en una cuchara de oro. Luego, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, mojó dos dedos en la cuchara y ungió a Carlos en las manos, la cabeza y el pecho, a la altura del corazón.
La receta del aceite sagrado utilizado en la coronación de Carlos III ha cambiado respecto a la de la coronación de la reina Isabel II hace siete décadas. La fórmula tradicional contenía aceite de civeta africana, extraído de las glándulas anales de pequeños mamíferos felinos, y ámbar gris de los intestinos de las ballenas. Sin embargo, en esta ocasión, el nuevo ungüento es apto para veganos y se ha creado utilizando aceitunas cosechadas en dos arboledas en el Monte de los Olivos, al este de Jerusalén. Estas aceitunas se han prensado a las afueras de Belén y se han perfumado con aceites esenciales como ajonjolí, rosa, jazmín, canela, neroli, benjuí, ámbar, sésamo y azahar. Con esto, se busca reflejar la sensibilidad del rey Carlos III contra la crueldad animal. Cabe destacar que una de las aceitunas procede del monasterio de María Magdalena, donde está enterrada su abuela, la princesa Alicia de Grecia.