Hombre condenado a pena de muerte dijo sus últimas palabras y causó asombro: “Vamos a cabalgar”

Bien dicen que antes de morir pasan por la mente de las personas los mejores recuerdos de sus vidas, y eso parece haberlo probado Steven Lawayne Nelson, un preso que fue condenado a muerte en Estados Unidos y que se despidió con palabras de amor de este mundo.

Lawayne Nelson tenía 37 años y fue sentenciado a prisión y posterior ejecución por el asesinato de un pastor en su propia iglesia, al cual golpeó y asfixió con una bolsa de plástico.

En el momento en el que Lawayne Nelson iba a ser ejecutado, con el método de la inyección letal, miraba a través de una ventana a su esposa y le repitió en reiteradas ocasiones que la amaba.

“No tengo miedo. Estoy en paz. Vamos a cabalgar, director”, fueron algunas de las palabras que pronunció el reo, a la par que le manifestó a su esposa que debía disfrutar la vida.

“Siempre te amaré, estoy muy agradecido (...) vive por mí y disfruta la vida”, agregó el hombre.

Al suministrarle la inyección letal, el hombre permaneció callado, pero esta pareciera que empezó a surtir efecto en el momento en el que el hombre dijo la palabra “amor”, ya que inmediatamente después de esta palabra empezó a respirar con dificultad. Luego de esto, tembló levemente y fue declarado muerto 24 minutos después.

Nelson pasó más de una docena de años en el corredor de la muerte por el asesinato del pastor Clint Dobson, de 28 años, durante un robo en la iglesia bautista NorthPointe en Arlington, cerca de Dallas.

Las apelaciones de Nelson contra su condena y sentencia de muerte fueron rechazadas repetidamente por los tribunales de Texas. La Corte Suprema de Estados Unidos rechazó escuchar su caso.

“Después de años de batallas legales, Steven Nelson fue castigado por sus atroces crímenes y finalmente se hizo justicia”, dijo el miércoles el fiscal general de Texas, Ken Paxton.

Nelson fue entrevistado por AFP recientemente en la prisión de máxima seguridad de Livingston, una ciudad 120 kilómetros al noreste de Houston.

“A veces es duro (...) Estás esperando que te ejecuten. Eso rompe una pequeña parte de ti cada día... Simplemente no quieres hacer nada”, dijo en aquella ocasión.

Nelson reconoció que sirvió como vigía durante el robo y que entró en la iglesia después del asesinato para apoderarse de algunos objetos. Pero dice que fueron sus dos cómplices, que nunca fueron llevados a juicio, quienes cometieron el asesinato.

“No sabía lo que estaba pasando allí dentro”, dijo, y afirmó que sus amigos lo culparon de todo. “Ellos están libres y yo estoy encerrado”, comentó en aquel momento.