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Ataque armado en dos aldeas del centro de Nigeria ya deja 56 víctimas mortales
Tensión entre ganaderos y agricultores se agudiza en el país africano.

El número de muertos por el ataque armado ocurrido el domingo en el estado de Benue, en el centro de Nigeria, aumentó a 56, según confirmó el gobernador de la región, Hyacinth Alia, en declaraciones recogidas por la Agencia de Noticias de Nigeria el sábado 19 de abril.
Los hechos ocurrieron el domingo 13 de abril por la noche en las aldeas de Zike y Kimakpa, donde, de acuerdo con testigos y organizaciones humanitarias, hombres armados ingresaron disparando indiscriminadamente, quemando viviendas y obligando a huir a decenas de familias.
“Asaltantes no identificados entraron en la aldea y dispararon sin distinción. Mataron a ocho personas, otras resultaron heridas y hubo casas incendiadas”, relató a la agencia AFP Dorcan John, una habitante de Zike.
La organización Amnistía Internacional denunció que al menos 54 personas murieron y que cientos fueron desplazadas por la violencia. Un representante de la Cruz Roja, que pidió el anonimato, había informado inicialmente a AFP de 52 cuerpos encontrados, además de una treintena de heridos y más de 30 casas incendiadas.

Las cifras han ido en aumento a medida que avanzan las labores de búsqueda en la zona afectada. “Hasta el momento, se trata de 56 vidas perdidas en una sola noche. Esto es bastante devastador”, declaró el gobernador Alia, quien atribuyó el ataque a un grupo étnico de pastores, señalando una posible motivación religiosa.
Este nuevo episodio violento ocurre apenas diez días después de ataques similares en el estado de Plateau, también en el centro del país, que dejaron al menos 40 muertos. En esa ocasión, al igual que ahora, los hechos se produjeron en comunidades situadas en la línea de fractura que separa el norte musulmán del sur cristiano de Nigeria, una zona donde las tensiones étnicas, religiosas y territoriales son constantes.
Con el crecimiento demográfico y el impacto del cambio climático, el uso del suelo se ha convertido en un detonante de conflicto: mientras los agricultores amplían sus cultivos, los pastizales para el ganado se reducen. El resultado es un choque persistente entre ganaderos, muchos de ellos de la etnia peul y de religión musulmana, y agricultores cristianos, que termina alimentando una espiral de violencia comunitaria.
La organización Amnistía Internacional pidió la creación de una comisión independiente que investigue no solo los hechos, sino también el “aparente fracaso de las agencias de seguridad” para proteger a la población civil.

La violencia tiene, además, consecuencias devastadoras en el ámbito humanitario. Según la firma de investigación SBM Intelligence, más de 2,2 millones de personas han sido desplazadas en la región central de Nigeria como resultado de años de enfrentamientos. En lugares como Zike, comunidades agrícolas enteras han visto interrumpido su modo de vida, lo que ha provocado una crisis alimentaria en aumento.
*Con información de AFP
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