Kidfluencers: las historias de los niños colombianos que crean contenido con un propósito

En Colombia hay cada vez más niños, niñas y adolescentes que conforman un selecto grupo de influenciadores positivos, quienes a través de las redes sociales, en especial de Instagram y TikTok, y en ocasiones en YouTube, generan contenido (videos, textos, fotografías) que llega a una amplia audiencia.

De acuerdo con el primer estudio El Latido de la Juventud en Colombia, realizado en el 2024, en el que se tuvo en cuenta la opinión de 1000 jóvenes del país frente a sus metas, preocupaciones y aspiraciones en el ámbito personal y profesional, el 47,7 % de ellos confirmó un gran interés en trabajar como influenciadores, motivados por la visibilidad, el reconocimiento y el potencial económico que ofrece este oficio.

Pero más allá de ello y de los dilemas morales y éticos que esta situación plantea, hay que decir que un grupo de niños y jóvenes colombianos —siempre acompañados por sus padres y tutores—, ya en el ejercicio de crear contenido, quieren divertir sanamente con sus talentos y carisma, sin ofender ni dañar a nadie, y dejar un mensaje positivo, ya sea de impacto ambiental, social, de identidad cultural, de cómo superar barreras mentales, frente a una condición que los estigmatiza ante la intolerancia reinante.

Precisamente, todo un experto en la materia es el caleño Federico García, creador de una vasta comunidad alrededor de su lema y Fundación ‘Soy diferente, soy como tú’. “El trabajo que yo hago como influencer positivo es importante, porque mi meta es darle a las personas las herramientas que me hubiera gustado haber tenido cuando empecé, y ahorrarles muchos dolores de cabeza. Yo arranqué en esto con el apoyo de mi madre, con mi experiencia personal y con un conocimiento básico de psicología, pero he ido mejorando esas bases para ser más profesional en lo que hago”.

“Busco orientar no solo a las personas con asperger, a sus familias y gente cercana, para que sepan cómo manejar ciertos asuntos y cómo ser felices y estar cómodos con quiénes son, en vez de ignorar esa parte de sí mismos. Yo lo hice durante algún tiempo, escapar de quién era, no saber cómo lidiar conmigo mismo”, dice Federico.

Los influenciadores menores de edad, como él, cuentan —y deben contar— con el acompañamiento de sus padres o de un adulto responsable, que proteja sus derechos y responsabilidades frente a la audiencia.

Mientras se respeten sus derechos fundamentales, opina Víctor Solano, consultor en reputación digital, se celebra que “haya niñas (os) y adolescentes en las plataformas sociales que tengan una influencia positiva en sus pares con mensajes cargados de propósito. Si los jóvenes se resisten a consumir medios tradicionales, es importante que los contenidos que consuman en redes sociales sean propositivos, alienten la creatividad y estimulen la sana curiosidad y la reflexión”.

El niño ambientalista: Francisco Vera

“Defiendo el derecho a un ambiente sano y digno, así como los derechos de los niños y el clima. Promuevo la #Ecoesperanza. Trabajo por la justicia climática”, asegura Francisco Javier Vera Manzanares. Figura en Instagram como @franciscoactivista donde tiene 217 millones de seguidores.

Este bogotano tiene 15 años, y empezó desde los 9 como activista ambiental y climático. Usa las redes sociales para defender los derechos humanos, la justicia climática y la protección del medio ambiente, a través de su colectivo Guardianes por la Vida.

“Busco promover el concepto de ecoesperanza: un enfoque positivo y proactivo para abordar los desafíos ambientales”, asegura.

Soy diferente, soy como tú: Federico García

El caleño Federico García Villegas (@soydiferentesoycomotu) es el mayor de tres hermanos. Fue diagnosticado con TEA (Trastorno del Espectro Autista ) tipo 1 en su infancia. Desde niño mostró una habilidad extraordinaria para expresarse verbalmente. “Conversaba sobre temas complejos, explicaba conceptos y hacía preguntas profundas”, cuenta su mamá, Andrea Villegas.

Sin embargo, la escritura fue un desafío. Federico presentó bajo tono muscular, lo que afectó tanto su motricidad gruesa como la fina. Escribir a mano le resultaba agotador y era complejo transformar pensamientos en escritura. Pero, a los 8 años, escribió unas pocas líneas de un cuento en el que hablaba sobre el autismo, no desde la queja sino desde las posibilidades, el talento y la sensibilidad.

Grabó un video en el que explicó su condición a sus compañeros de curso y se hizo tan viral que lo convocó Nat Geo Kids para poner su voz a Pablo, protagonista de una serie británica (para Latinoamérica) sobre un niño con autismo. Acaba de autoeditar su libro The Fanged Hunters (El Cazador Perseguido) en Amazon, allí muestra que la neurodivergencia no es limitante.

Unicef lo nombró primer defensor de la acción climática para América Latina y el Caribe, fue designado Embajador de Buena Voluntad de la Delegación de la Unión Europea en Colombia. Y asesor del Comité de Derechos del Niño de la ONU para el cambio climático y el medio ambiente. Ha participado en la COP26 en Glasgow. Está radicado en España, luego de recibir amenazas y enfrentar oposición. Pese a ello, mantiene su activismo social y ambiental.

Embajador de aves: Thiago Rosero

Thiago Rosero Lasso tiene 11 años, es de Popayán, cursa grado sexto en el colegio Amalka, y es observador de aves desde los 6 años. En la cuarentena, mientras pasaban unos días en la parcela de su abuela Gladys, vio llegar aves a los comederos, empezó a investigar sobre estas y aprendió a identificarlas por su color, canto y vuelo.

Es embajador de la Asociación Colombiana de Ornitología, miembro de Acoaves y de Pau Colombia. Desde hace cuatro años da conferencias en Brasil, Hamburgo, Bolivia y Colombia. Ha recibido menciones y condecoraciones. Está creando con sus padres una Bird House, para educar a los niños en su conservación y protección.

La granja del Borrego: Carlos Díaz

Carlos Díaz es un joven granjero colombiano, que comparte contenido sobre la vida rural en TikTok e Instagram, en la cuenta: @lagranjadelborrego. Inició desde niño mostrando su vida en el campo, a las afueras de Bogotá, y su pasión por la agricultura sostenible y se hizo viral. Tenía 13 años cuando se fue con su familia a vivir a la granja de su abuelo, en pandemia, y se dedicó a trabajar la tierra, a producir zanahorias, maíces, plátanos, lechugas, y cuidar animales. Su hermano mayor, Juan Díaz, o ‘hermánager’ lo grabó haciendo tutoriales para mostrarle a la gente que puede volver al campo. Su primer video fue sobre cómo hacer un huerto orgánico en casa, luego inventó un insecticida orgánico con la pepa del aguacate. A sus 18 años tiene 21 millones de seguidores y marca de café. En México ganó el premio: Lo Aprendí en Tiktok.

Thiago, el salserín

Cuando a Thiago Cuero Valencia le ponen una salsa, su cuerpecito se mueve a mil por hora y mientras tararea las canciones, baila como un trompo. Así quedó demostrado en la COP16, en el Paseo de la Aurora, en la Feria de Cali y en los videos que este “artista en formación, ¡caleñísimo, ve!”, tiene en su cuenta de Instagram @thiago_cuero_valencia, manejada por sus padres, en la que ya suma 12,9 millones de seguidores.

Nació en Cali el 3 de enero de 2018. Dice que le encanta ir a la escuela, que es su prioridad, así como cada día superarse en sus retos académicos. Desde los 3 años ya interpretaba y bailaba salsa dura.

Amante del fútbol, hincha del América de Cali y “salsero 100 %”, este bailarín de salsa de 7 años ha protagonizado videoclips con el Conjunto Chaney, Cali Flow Latino, Willy García y Goyo.

Thiago promueve en su cuenta lugares tan caleños como la Calle del Sabor, el Museo de la Salsa en el barrio Obrero, el Parque de los Gatos; se ha batido a duelo de baile con el jugador de fútbol Adrián Ramos, con Sammy Saoco y tesos bailarines. En sus videos enseña pasos básicos para bailar como caleño.

Humor y mensaje: Francesa Miranda o Ana Paula Peñaranda

Ana Paula Peñaranda Miranda, mejor conocida en redes sociales como Francesa Miranda (@mirandafrancesa) es una niña bumanguesa que enamoró al público de TiKToK con sus divertidos ‘sketches’ (escenas de corta duración con tono humorístico). En sus videoclips, ella empezó a mostrar una gran habilidad para la interpretación, desde ejecutar los ademanes correctos con el fin de brindarle realismo a las escenas haciendo papeles de adulta, hasta aprenderse los diálogos para hacer un perfecto ‘lip sync’ (sincronizar el movimiento de los labios simulando cantar o hablar). Su propósito es el humor sano.

Inició en TikTok en abril de 2020, en medio de la pandemia, algo que le servía de terapia, para aguantar el encierro. Su papá se encarga de la iluminación y el vestuario, mientras que su mamá le ayuda con los diálogos para sus videos. Su hermano Danny comparte con ella algunos sketchs.

Actualmente, a sus 11 años, en su cuenta de TikTok tiene más de 25 mil seguidores, y en Instagram: 3 millones de fans a quienes llama “ternuritas”. A medida que crece, sus mensajes se tornan más hacia el bienestar y apoyo emocional. Ya la buscan productoras para papeles en películas, por su potencial actoral.

Regulación y derechos

500 mil influencers hay en todas las plataformas digitales en Colombia y 82.300, en Instagram.

Víctor Solano recomienda que “los menores de edad cuenten con la compañía de sus padres o adultos responsables, para que estén rodeados de seguridad en los entornos digitales”.

Enfatiza, que “se plantee con los chicos una reflexión sobre el objetivo y los temas a tratar en los contenidos, para que se planifiquen y decidan los formatos, el lenguaje y los canales”.

Un actual proyecto de ley en el país, busca prohibir el acceso de menores de 14 años a redes sociales sin autorización expresa de padres o tutores. Propende por garantizar el derecho a la protección, salud, educación e intimidad de los niños en el contexto digital.

Los influencers que cumplan con ciertos requisitos, deben inscribirse en el Registro Estatal de Prestadores Audiovisuales como: “usuarios de especial relevancia”. Los adultos deben enseñarles cómo protegerse de contenido inapropiado, posible bullying o afectación de su salud mental.