cultura

Gardeazábal, el ‘cóndor’ de la literatura vallecaucana, contado por sus amigos

Lo divino, lo humano, lo irreverente del autor de Cóndores no Entierran Todos los Días, El Divino y El Papagayo Tocaba Violín, entre otras obras.

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Entrevista Gustavo Álvarez Gardeazabal.
"Yo me burlo de mí mismo, el humor es fundamental para entender la vida", dice Gustavo Álvarez Gardeazábal, quien estuvo durante una década en el programa radial La Luciérnaga. | Foto: Aymer Andrés Álvarez

19 de oct de 2025, 08:44 p. m.

Actualizado el 19 de oct de 2025, 08:44 p. m.

“La obra de Gustavo es esencial para entender la historia de Colombia en los últimos 60 años. Él, como nadie, ha logrado, hacer una radiografía cruda, casi que exacta, de la relación del poder en Colombia con la violencia, ha logrado mostrar cómo el poder en el país se ha ejercido siempre a partir de la violencia. Cóndores no Entierran Todos los Días, que es una novela, además de su riqueza literaria, es vista y estudiada como un texto de historia; esto demuestra lo que ha logrado Gardeazábal con su obra”, dice el periodista político Mauricio Ríos, jefe de redacción del diario Occidente.

Ríos, quien exalta obras como ‘Cóndores’, El Divino y Los Sordos ya no Hablan, donde Gardeazábal narra lo que pasó en Armero y aparece como personaje, considera que “su estilo es imposible encasillarlo, claro que tiene ingredientes del costumbrismo, claro que tiene ingredientes de la picaresca española, pero lo de Gardeazábal es totalmente original y esto queda evidenciado en que siendo un hombre tan culto, logra incorporar expresiones coloquiales en textos de una gran calidad literaria”

Ríos destaca del “sello Gardeazábal” la originalidad y la autenticidad a través del reflejo de la identidad parroquial, “él logra que un escenario tan local como es Tuluá y sus alrededores se vuelva universal, porque narra a partir de la originalidad”.

Además de El Divino, el periodista destaca: Los Sordos ya no Hablan, “que narra la tragedia de Armero, todos conocemos el desenlace, pero la forma en la que logra narrarlo atrapa (además que él aparece como personaje dentro de la novela), y tiene un efecto como el que dejan estas series que te dejan en punta en cada capítulo y uno solo quiere seguir y seguir”.

Confiesa también que en este momento está enganchado con la reciente novela: El Papagayo Tocaba Violín: “La forma en la que escribe aquí, con una limpieza, con un detalle, como mantiene el interés y narra sus historias familiares, con exageración en unos puntos, con burla en otros y hasta con autocrítica”.

Entrevista Gustavo Álvarez Gardeazabal.
Entrevista Gustavo Álvarez Gardeazabal. | Foto: Aymer Andrés Álvarez

Aunque muchos se limitan a pensar en el aporte de Gardeazábal a la política nacional, por lo que hizo en su tiempo en el Movimiento Cívico, cuando fue concejal, cuando fue diputado, o lo que hizo las dos veces que fue alcalde de Tuluá, o como gobernador del Valle del Cauca, dice Ríos: “Pero su influencia en la política colombiana trasciende mucho más allá y no ha parado, porque él sigue siendo un promotor de ideas, gestor de acuerdos, muchas veces no publicitados, pero sus contactos, la capacidad de entenderse con unos y con otros le sigue permitiendo ser un gran facilitador de entendimientos en un país en el que entenderse a veces es tan difícil y si en algo se ha especializado es en saber tender puentes entre unos y otros. Y ahora lo hace, además, con la tranquilidad de quien no tiene ambiciones políticas, ni movimiento o partido político, porque vive muy inquieto con la situación del país, y se lamenta mucho, y eso se refleja en sus crónicas, de la falta de un liderazgo nacional que una”.

Un lado inédito del gran escritor vallecaucano desvela Ríos: “Gustavo es un ser humano infinitamente generoso y divertido. Las personas que tenemos el privilegio de contarnos como sus amigos lo sabemos, es una persona siempre dispuesta a ayudar y en medio de lo que conlleva ser una celebridad de la literatura latinoamericana, no está en un pedestal, podés hablar con él de todos los temas, y como amigo está muy pendiente de ayudarles a sus amigos, de quién tiene un problema, quién necesita algo y de quién necesita su sabiduría”.

Algo que poca gente sabe, y de lo que da fe Ríos es que Gardeazábal es “un gran benefactor, paga, de su propio bolsillo, fórmulas y tratamientos médicos, estudios, entierros a gente que no tiene esas posibilidades. Es intermediario, a través de sus importantes contactos, le ayuda a personas que requieren de un abogado o son víctimas de abusos”. Espíritu bondadoso que le heredó a su mamá, María Gardeazábal Rodríguez, fundadora de las Damas de la Caridad de Toledo. “Ella siempre me lo repitió: ‘Para poder recibir, hay que primero dar’”, cuenta el escritor.

Otra amiga cercana a Gardeazábal es la psicóloga Gloria Hurtado, Gloria H., quien cuenta que lo conoció por una coincidencia de situaciones: “La carrera de letras de la Universidad del Valle reunía estudiantes de diferentes años, porque se aprovechaba la llegada de profesores especiales (el escritor Jorge Zalamea Borda, por ejemplo) y entonces juntaba casi que toda la facultad en la misma materia. Allí lo conocí como estudiante, pero a su vez, me nombraron coordinadora del bachillerato nocturno de los jesuitas, un programa de Comfandi, que dirigía su hermana Esneda y mi amistad con los Gardeazábal se reforzó, tuve y tengo excelente relación con Esneda, porque ella es hoy como una hermana para mí y he estado al lado de él como familia.

Conociéndolo tan bien, Gloria H. confiesa que le admira “por encima de todo su franqueza, su capacidad para describir los hechos, sus agallas para enfrentar dificultades. Es un hombre leal en sus afectos y demoledor con sus enemigos”.

Como escritor, ella alaba: “Su manera particular y muy especial de atreverse a escribir de temas prohibidos, pero muy reales: violencia, iglesia, homosexualidad, política, magia, costumbres y mitos pueblerinos, que mostraron otras formas de vida que no se habían enfrentado de esa manera”.

Mario Vargas Llosa
Desde la izquierda: Gardeazábal, Mario Vargas Llosa, José Miguel Oviedo y Fernando Alegría. Cali, 1974. | Foto: Congreso de Literatura Hispanoamericana / Univalle

Por otro lado, la amiga, pero también la psicóloga, analiza su personalidad: “Gustavo es vertical, frentero, pero también tiene una manera muy particular de estar presente al lado de los suyos. Cuida a su manera”.

Para ella, el mayor logro político de él es “su independencia. Nadie puede decir que maneja a Gustavo o que Gustavo sigue a alguien. Se sigue a sí mismo y en lo que él cree, pero su visión, su astucia, que son méritos muy suyos, le dan una experticia para poder interpretar la realidad cotidiana”.

Gloria H. da incluso un tip para conocerlo: “Hay que aceptarlo como es, irreverente, frentero, amigo de sus amigos y odiador de los que no lo son”. Pero ella intuye “una ternura muy particular de él, que no se manifiesta en abrazos, pero sí en la forma como cuida a quienes le interesan. Es un hombre de muchas facetas pero en particular, es una persona decente y noble, no tan fácil de lograr hoy en día”.

Ella tiene su novela favorita de su amigo: “‘Cóndores’ me marcó muchísimo, también me impacta El Bazar de los Idiotas y estoy por empezar ‘El Papagayo’”, admite Gloria, para quien Gardeazábal es “brujo por naturaleza. Ha hecho magia toda la vida”.

O diría Ríos: “Gardeazábal se ha creado para él un mundo de novela, es casi que un personaje de sus novelas”.

Carmiña Navia Velasco, escritora, ganadora del Premio Casa de las Américas, miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua y premio a la Vida y Obra de un Artista en el Valle del Cauca, fue compañera de Gardeazábal en la carrera de Letras, en Univalle, en los años 60, y cuenta en el documental La Tinta de la Vida que él, desde entonces, “soñaba con una ciudad muy pensante, propuso charlas, conferencias, dinámicas culturales”, y como profesor universitario, “trajo a grandes escritores latinoamericanos”.

Por su parte, el escritor Darío Henao Restrepo, describe a Gardeazábal de manera contundente: “De estilo ágil, de un realismo crítico, incisivo, preciso en su lenguaje, nada rebuscado. Con una capacidad histriónica, voz fuerte y memoria prodigiosa”.

Gardeazábal, entre lo divino y lo irreverente: sus frases más polémicas| El País Cali

Miguel Antonio Yusti Márquez, escritor y político, después de dirigir la serie de Telepacífico: Desde El Porce: “Cuando te sientas con personas como Gustavo Álvarez Gardeazábal y sus contertulios, es que aprendemos a valorar la hermosa lengua del castellano. Gustavo Álvarez es uno de los tres grandes literarios del Valle del Cauca, los otros son Jorge Isaacs y Tomás Carrasquilla”.

Como profesor universitario, dice Gloria H., “fue un mito”. En menos de seis meses en las aulas no pudo ya dictar cursos, debía hacerlo en auditorios desbordados de pupilos, ante su figura, sentado en posición de yoga sobre el escritorio, y con una prosa que fluía como cascada. Hace “mea culpa” de que a Cali llegaran escritores como Agustín Yáñez, Juan Rulfo, Camilo José Cela, Manuel Puig, Mario Vargas Llosa y Clarice Lispector. Hazañas así las consiguió, “porque a cada problema le metía goce para salir del hueco” -se lo explica él mismo-.

La psicóloga cuenta que en la universidad él colocó un mural con los nombres de supuestos homosexuales camuflados, entre ellos, el presidente Pastrana, y cuando él fue Gobernador, y le reprochaban su homosexualidad, decía que no iba a gobernar con el culo. “Gustavo no sigue a nadie, sino a sí mismo y a lo que cree, su visión, su astucia, le dan una experticia para interpretar la realidad cotidiana”.

Fue concejal, diputado, lo eligieron alcalde de Tuluá en 1988 y 1992, y fue Gobernador del Valle de 1998 al 2000. Aclara que sus problemas no empezaron con la política, sino cuando le fue bien como escritor: “La envidia es terrible y el garrote. Me desconocieron en Bogotá; Juan Gustavo Cobo Borda, que escogía quiénes eran escritores, nunca me tuvo en cuenta y, sin pedir permiso, publiqué en la Estafeta Literaria de Madrid, en 1968, y en la revista Mundo Nuevo, de París, la catedral del boom. Que saliera una novela con un éxito como ‘Cóndores’ de un tipo que no se había arrodillado en Bogotá, generó problemas. Si a eso le unían que no negaba que era marica y que era capaz de defenderme con la voz y no necesitaba pegarle a nadie —una vez le tuve que dar a un tipo un bofetón—, hizo que, al entrar en la política, crecieran los enemigos, porque no entré por la vía normal, sino por el movimiento cívico de Pardo Llada. Y dentro de este fueron los primeros garrotazos, hasta que me hicieron salir”.

Cayó preso y no apeló: “En este país se utiliza la justicia para hacer política, y se me condenó por haberle vendido una escultura a la mujer de un mafioso. Pagué una cuota muy dura, pero convertí esos cuatro años en un periodo de creación literaria, de trabajo por el país, de observaciones justas”.

“Franco ante todo, con agallas para enfrentar dificultades, un hombre leal con sus afectos y demoledor con sus enemigos. Vertical, frentero, pero con una ternura muy particular de estar presente al lado de los suyos, de cuidarlos”, describe Hurtado.

Por la cárcel desfilaron y por El Porce (su finca en Riofrío) aún desfilan presidentes, vicepresidentes y candidatos. “Es un oficio más de los tantos que hago en la vida. A los que vienen a preguntarme, les doy instrucciones; los consejos no se dan. Quien me sigue y le va bien, no lo vuelvo a ver, quien no me sigue y le va a mal, es el mejor propagandista”.

El encierro le dio material para Prisionero de la Esperanza, su próximo libro, que pulió con los años, donde narra su versión histórica de porqué los colombianos somos tan violentos y cómo la estructura social del país permite la conformación de la revolución de los traquetos, y analiza la Colombia de hoy, el fracaso del cambio que pregonaba Gustavo Petro y por qué a este país no le gusta cambiar, “pero yo no pierdo la esperanza”.

Isabel Peláez. Escribo, luego existo. Relatora de historias, sueños y personajes. Editora de cultura, entretenimiento y edición de contenidos digitales.

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