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A 25 años de ‘Amores perros’, Rodrigo Prieto revela los secretos de la película clásica que vuelve a la pantalla grande
El reconocido director de fotografía y cine rememora cómo fue el rodaje en compañía de Alejandro González Iñárritu.
3 de oct de 2025, 11:57 p. m.
Actualizado el 3 de oct de 2025, 11:57 p. m.
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Un retrato de México y, a su vez, de la Latinoamérica profunda, con su azarosa interrelación de clases sociales, así podría definirse la película ‘Amores perros’ que cumplió 25 años y ya es considerada un clásico de culto, en la que debutaron grandes del cine como son en la actualidad Alejandro González Iñárritu (director), Gael García Bernal (actor) y, aunque no fue su primera película, también para Rodrigo Prieto (director de fotografía).
Como evidencia de su importancia cinematográfica, podemos mencionar que durante la más reciente edición del Festival de Cannes, se organizó una proyección conmemorativa de ‘Amores perros’, con la presencia de González Iñárritu y García Bernal. Al respecto, vale recordar que allí mismo fue el estreno original de esta película en el año 2000, cuando ganó el Gran Premio de la Semana de la Crítica.

Así mismo, la plataforma MUBI adquirió los derechos para realizar el reestreno de una edición restaurada que llegará de nuevo a las salas de cine latinoamericanas el próximo jueves, 9 de octubre y, desde el 24, estará disponible en streaming.
Dos aspectos fundamentales del filme son su estructura narrativa y su estética visual. El primero consiste en tres historias paralelas: la de Octavio (García Bernal) y Susana, Daniel y Valeria, y El Chivo y Marú, que confluyen en un accidente y tienen como metáfora un perro. Todo ello, en parte, gracias al guion de Guillermo Arriaga.
El segundo no es menos determinante, porque la imagen de ‘Amores perros’ aporta intensidad a la historia y unos climas emocionales precisos que pasan de forma natural, pero son el resultado de un estudio profundo que, en este caso, estuvo a cargo de Rodrigo Prieto, uno de los directores de fotografía más importantes de la actualidad.
Aunque ‘Amores perros’ fue su quinta película, para Prieto de igual forma representó un gran impulso a su carrera, marcando su entrada a la gran industria cinematográfica de Hollywood, igual que ocurrió con González Iñárritu y García Bernal.
Por eso, su trabajo lo vemos después junto a otros directores en películas como ‘Frida’ (2002), ‘21 gramos’ (2003), ‘Brokeback Mountain’ (2005), ‘Babel’ (2006), ‘Argo’ (2012), The Wolf of Wall Street (2013), ‘El irlandés’ (2019), ‘Barbie’ (2023), ‘Killers fo the flower moon’ (2023), y ‘Pedro Páramo’ (2024), esta última donde debuta como cineasta.
A propósito de los 25 años de ‘Amores perros’, el director de fotografía y cineasta mexicano, rememora la producción de este clásico y revela algunos de sus secretos visuales.

—Cuando estaba en las calles de México filmando esta película, ¿imaginó la repercusión que tendría?
La verdad es que cuando la estábamos rodando no tenía, voy a hablar de mí, idea de lo que iba a resultar. Sabía que era una película muy buena, porque el guion era muy sólido y conocía el talento de Alejandro, por haber filmado con él publicidad durante algunos años. Este fue su primer largometraje, pero yo ya había hecho varios antes, entonces para mí fue la oportunidad de hacer algo muy distinto, toda esta cosa urbana, sórdida, dura, en la Ciudad de México. Pude experimentar con técnicas que no había utilizado en el pasado.
En aquel momento, antes de que se estrenara ‘Amores perros’, hablando de la industria, ya me habían empezado a reconocer. En la revista The Art Daily Variety publicaron un artículo donde mencionaban a los “10 cineastas para conocer” y yo era uno de ellos, me incluyeron porque había ganado un premio de fotografía en el Festival de San Sebastián por la película ‘Un embrujo’, de Carlos Carrera, que había salido en 1998.
Ya tenía el plan de mudarme a los Estados Unidos, ahí fue cuando llegó Alejandro con el guion de ‘Amores perros’.
—Entonces, ¿antes de esta película ya se habían interesado por su trabajo en Hollywood?
Sí, de hecho, la primera película americana en la que trabajé ‘Pecado original’, con Antonio Banderas y Angelina Jolie, fue porque los productores y el director habían visto ‘Un embrujo’.
Después trabajé en ‘Frida’, con Salma Hayek. En fin, el caso es que no fue inmediatamente por ‘Amores perros’ que empezó mi trayectoria internacional, pero sí es cierto que cuando salió tuve un impulso hacia otro tipo de cine y otro tipo de directores. Hice ‘8 millas’ con Curtis Hanson, ‘La hora 25′ con Spike Lee, ‘Alexander’ con Oliver Stone, entre otras.
Estoy de acuerdo en que realmente fue como un parte aguas para todos los que participamos en la película.
—¿Cuál fue el secreto para filmar la escena donde se estrellan los vehículos de Octavio y Valeria?
El accidente se grabó con una técnica de nueve cámaras, diseñar eso fue muy complicado para nosotros, entender cómo hacerlo con seguridad y que funcionara, porque solo teníamos una toma.
Escondimos una cámara en un basurero, una estaba arriba sobre una azotea, pero nunca se usó, y las otras cámaras estaban en ángulos que tenían que ver con los personajes.

Pero creo que lo principal para lograrlo fue que uno de los coches estaba manejado a control remoto, no había nadie conduciendo, era el carro de la modelo con el perrito, lo que iba allí era un maniquí. El chiste era que ese coche tenía una velocidad exacta para que el otro lo impactara, todo estaba muy calculado para que el golpe fuera exacto, en el momento adecuado.
El coche grandote estaba reforzado por todas partes y entonces quienes lo estaban manejando estaban seguros, pero en el otro coche nadie hubiera podido sobrevivir al estrellarse. Eso fue un gran truco que diseñó Alejandro Vázquez, de efectos visuales.
—¿Cómo se conoció con Alejandro González Iñárritu?
Los que participamos en ‘Amores perros’ todos nos estábamos conociendo apenas, porque veníamos de lugares distintos. Yo venía de una familia donde, en realidad, nadie se dedicaba al cine. Mi entrada a este medio fue a través la escuela de cine, de ir conociendo a la gente, el mismo Iñárritu que empezó en la radio, como locutor, y luego haciendo publicidad, que fue cuando nos conocimos, y luego así como que se fue formando un grupo de gente con intereses similares. Gael estaba en la escuela de actuación en Inglaterra, en ese momento.
Todos estamos como haciendo nuestras cosas y pues bueno, como que la energía de este guion, de esta historia, nos jaló a todos y ahí está el resultado de esa explosión creativa.
—¿Cómo fue su trabajo para definir la estética visual de ‘Amores perros’, la intensidad de los colores en cada historia y su relación con las emociones de los personajes?
En definitiva el manejo de color fue algo que diseñamos, lo pensamos mucho de antemano en conjunto con Brigitte Broch, la diseñadora de producción.
El trabajo de preparación de la película fue largo, no recuerdo de cuántos meses, pero sí visitamos muchas locaciones, no solo como para encontrar dónde filmar las historias, sino para entender esos mundos que estábamos fotografiando, el tipo de colonia y barrio de los personajes, de alguna manera evidenciando los estratos sociales.
Necesitábamos darle sentido a todos esos espacios, por ejemplo, la escena de los perros, debía entenderse por qué entraban a una casa de ese tipo con un patio así.
En esos viajes también nos fijamos en las tonalidades y texturas, de mosaicos, paredes, puertas, muchas cosas que nos inspiraron a diseñar los colores específicos de la película.
El que más recuerdo ahora es en la historia de Octavio y Susana, entre él y su hermano Ramiro hay un color para cada uno, que los acompaña en las escenas. El personaje de Octavio, su cuarto mismo, su vestuario, está con una luz como azulosa con un poquito de cian, o sea, la pared de su cuarto la pintamos de ese color y la iluminación procuraba yo mantenerla en esos tonos como fríos.

En cambio, su hermano, que más es violento y explosivo, está definido por el color rojo, por eso cubrimos su cuarto con cortinas rojas.
Yo propuse que se usara una cortina roja y esto se intensifica cuando es de noche en el cuarto y allí está él con Susana y el bebé, pero de un momento a otro tiene esta explosión el de ira. Lo iluminamos a través de la cortina y el cuarto se veía rojo. Fue el tono que usé para acompañar a Ramiro.
Todo este tipo de cosas que buscamos con los personajes, los colores de los muros, la luz, la ropa, tienen que ver con un trabajo muy pensado, para lograr un impacto emocional. Queríamos plasmar en la película ciertos colores que pensábamos iban a ayudar a subrayar el estado psicológico de cada personaje.
Periodista y escritor, entre sus publicaciones destaca el volumen de ensayos ‘Libro de las digresiones’. Reportero con experiencia en temas de cultura, ciencia y salud. Segundo lugar en los Premios Jorge Isaacs 2022, categoría de Ensayo.