Economía
¿Llegó la hora de revisar acuerdos comerciales como el TLC con EE.UU.? Esto dicen los economistas
El Gobierno de Gustavo Petro se prepara para revisar estos tratados, expertos dicen que son convenientes algunos cambios
El Gobierno Nacional presentó recientemente su política de Comercio Exterior titulada ‘Para la internacionalización y el desarrollo productivo sostenible’. Con esta busca “disminuir el déficit de la balanza comercial para lograr los equilibrios que garanticen el desarrollo productivo”.
En otras palabras, se pretende tener una producción creciente de bienes y servicios para que las exportaciones no minero energéticas representen el 56 % de la canasta exportadora para el año 2026.
En cifras, la meta es lograr al final de los cuatro años de gobierno US$23.000 millones en ventas de productos no mineros y US$11.800 millones en venta de servicios.
Entre las cinco apuestas de esa política está la de una “internacionalización justa y equilibrada”, que abre la puerta a la renegociación de los tratados comerciales.
Por eso, desde ya, se avanza en la revisión de estos, especialmente con EE.UU., México y la Unión Europea. El objetivo, asegura el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, “es identificar los desequilibrios comerciales o normativos para mejorarlos y aprovechar más y mejor esos instrumentos”.
Para Jaime Rafael Ahcar Olmos, profesor del Departamento de Economía de la Universidad Javeriana Cali, es “perfectamente normal” la intención de revisar los acuerdos planteada por el gobierno Petro, lo cual no debe significar en ningún momento deteriorar las condiciones de acceso a los mercados ni mucho menos realizar un viraje hacia el proteccionismo.
La revisión, precisamente, de los Tratados de Libre Comercio, TLC, con dichos países, se debe, explica el docente Ahcar Olmos, a que estos concentran prácticamente la mitad de las exportaciones que realiza Colombia.
A su vez, desde la perspectiva de la administración Petro, los subsidios a la agricultura que se otorgan de forma generosa en estos países podrían generar algún tipo de competencia desleal que dificulta la producción de ciertos productos agrícolas colombianos que no pueden competir con las importaciones, como son el maíz, el trigo o el algodón.
En la estrategia de desarrollo y paz del presidente Gustavo Petro la reactivación de campo es esencial, continúa el docente. Esto implica hacer más rentables los cultivos legales, frente al cultivo de coca.
“Sin embargo, en mi opinión, encarecer estas importaciones no necesariamente garantizaría la producción nacional y sí que encarecería los precios de productos tan importantes para la canasta familiar como la arepa y el pan que se hacen a partir de maíz y trigo, respectivamente”.
Adicionalmente, es poco realista pensar que EE.UU. o la Unión Europea cambien su política agrícola para amoldarla a las necesidades de Colombia. Así, la solución pasa más por establecer un esquema de fomento de la agricultura paralelo al de los países del norte, pero que se concentre en que el campo produzca aquello en lo que es competitivo: aguacate, cacao, limón, entre otros, y no en lo que ya se está subsidiando en otras naciones.
Igualmente, se debe fortalecer la institucionalidad de fomento de las exportaciones como Procolombia, y avanzar en la capacidad de crear confianza entre productores para generar consorcios de exportación que garanticen los niveles de oferta que demanda el mercado, dice Ahcar Olmos.
Comercio en declive
En opinión del docente y economista Mauricio De Miranda, profesor titular de la Universidad Javeriana Cali, llama la atención que el comercio con Estados Unidos ha pasado de ser superavitario -es decir, las exportaciones superaban a las importaciones- para Colombia antes del TLC a deficitario (las importaciones superan las exportaciones) a partir de 2014, precisamente cuando se desplomaron los precios del combustible que es -de lejos- nuestro principal producto de exportaciones.
Las ventas colombianas a Estados Unidos, añade el profesor Mauricio, han pasado de US$22.216 millones en 2012 a US$12.033 millones en 2022. Este es un gravísimo desplome. Con la Unión Europea se había mantenido un superávit comercial hasta 2021 y en 2022 se experimentó un fuerte déficit. Sin embargo, se observa que después de la firma del acuerdo comercial el superávit colombiano aumentó notablemente hasta reducirse a menos de la mitad en 2021 y convertirse en déficit en 2022.
En cambio, en el caso de la Unión Europea, las exportaciones colombianas han crecido sostenidamente, incluso en 2022. Lo que sucede es que en ese último año las importaciones crecieron considerablemente, superando, por primera vez a las exportaciones. En el caso del comercio con México, este ha sido tradicionalmente deficitario para Colombia.
Para Mauricio De Miranda es muy importante resaltar que de lo que se trata ahora es de una revisión y no de una renegociación, que fue lo que el presidente Petro habló en campaña.
“Una renegociación podría ser más complicada para Colombia por su escaso poder de negociación. Aquí resulta interesante que Colombia sale sola a negociar y además, en una posición débil. Quizás habría sido mucho mejor haber planteado la revisión en el marco de la Alianza del Pacífico, pero, lamentablemente, esta institución parece estar en punto muerto”.
Entre los aspectos que se pueden revisar en los TLC con Estados Unidos, México y la Unión Europea, considera Leonardo Beltrán García, docente del programa de Finanzas y Negocios Internacionales de la Universidad de San Buenaventura Cali, sería el de reducir la cantidad de productos que están exentos de impuesto, más que todo en aquellos que en Colombia podamos crear.
“Por ejemplo, si nosotros podemos crear pulpas, un café procesado, no es necesario que nos entreguen las materias primas en ceros. Nosotros deberíamos colocar impuestos a estos productos con el propósito de que Colombia genere esa materia prima, sin necesidad de depender de países grandes como Estados Unidos”.
Más que una revisión, advierte la economista y docente de la Universidad del Rosario Clara Inés Pardo, esto es una evaluación de cada tratado y en esta vamos a darnos cuenta de las fortalezas y debilidades que cada uno tiene para nuestro país.
“Y allí sería el quid del asunto: donde estamos fuertes continuamos impulsando ese proceso y donde estamos débiles, cómo lo vamos a analizar. O sea, si yo veo que nuestros productos, por ejemplo, no son capaces de cumplir con los volúmenes requeridos o a nosotros nos invaden con los productos que traen ellos, es mirar qué nos está faltando para, como economía, lograr que, efectivamente, tengamos una mejor aceptación de nuestros productos a nivel internacional”.
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