Colombia
Hoy es el Día de la Virgen del Carmen, una devoción que camina por toda Colombia: historias de amor y milagros
Nuestra Señora del Carmelo es la patrona de transportadores, navegantes y miembros de la Fuerza Pública.

16 de jul de 2025, 11:39 a. m.
Actualizado el 16 de jul de 2025, 11:41 a. m.
Noticias Destacadas
A veces puede ser incluso más grande que la que ‘habita’ en el altar de la parroquia El Templete, de Cali, que supera los cinco metros de alto y pesa no menos de dos toneladas. Y en otras ocasiones puede ser tan liviana como una estampita de cinco centímetros cuadrados o esconderse en un llavero que cabe en el puño de la mano.

Sin embargo, más allá del tamaño, para los seguidores de la Virgen del Carmen en Colombia hay una presentación de ella que supera a todas las demás: la que aparece pintada en esas dos pequeñas piezas de tela café, generalmente rectangulares, que vienen unidas por dos cintas.
De hecho, es muy difícil encontrar una tractomula, un camión, un bus, un automóvil e incluso una motocicleta que no tenga colgado el escapulario de Nuestra Señora del Monte Carmelo, como se llama realmente.
Por eso, hoy, 16 de julio, en muchos rincones del país, como Sonsón, en Antioquia, también se conmemora el Día del Conductor, como un feliz reconocimiento de que manejar un vehículo no es posible si no se cuenta con el auspicio de la Patrona de los transportadores.

Es por eso que los habitantes de ese municipio, que se sabe con mucho fervor católico, nueve días antes de la fiesta de la Virgen del Carmen se citan a las 4:30 de la mañana para participar del Rosario de Aurora.
Pero además, desde las 9:00 p.m. del 14 de julio hasta la madrugada del 15, hacen una romería con sus carros por las principales vías de Sonsón. Durante esa jornada, cerca de 1200 vehículos de todo tipo y provenientes de distintos puntos de la región pueden ser los bendecidos por los padres de la Orden de Carmelitas Descalzos, a cargo de la parroquia que no podía tener otro nombre: Nuestra Señora del Carmen.
Ya para el 16, las ‘mulas’ se rifan el honor de convertirse en la adornada carroza que traslade la imagen de la Virgen que, al son de bandas musicales, liderará la procesión que recorrerá más de 20 cuadras.
Parece mucho, pero para quienes están acostumbrados a ‘desfilar’ por las carreteras nacionales bajo el amparo de la Reina y Hermosura del Carmelo, como también la llaman, todo es poco para agradecerle porque los despierta de los microsueños y les advierte de cualquier peligro.
De hecho, al preguntarle por un milagro a Jhon Freddy, quien lleva 30 años manejando carros, incluidos 10 en ‘mulas’, responde: “Nunca me he accidentado, nunca me han atracado, nunca he cogido a nadie. ¿Uno a quién más le va a agradecer eso si no a la Virgen del Carmen? Ir y volver sano y salvo de un recorrido de 25 horas, o de ocho o quince días, con tantos obstáculos que hay en las vías, derrumbes, tempestades, y uno sin un rasguño, para mí eso es un milagro”.
“Me salvó la pierna”
El caso de Gustavo Andrés Gálvez fue diferente: hace diez años iba en su moto por una calle de Cali cuando un carro se ‘comió’ el pare. En ambulancia llegó a una clínica con fractura de tibia y peroné, y el médico le dijo que tendrían que cortarle la pierna.

“Yo siempre cargo un escapulario y lo apreté fuerte en mis manos, y dije: Diosito, lo que usted quiera’, y ahí mismo los de la la ambulancia dijeron: ‘llevémonos a este man de acá’. El otro doctor dijo que la pierna sí estaba delicada, pero que iban a tomar radiografías y a mirar a ver qué podían hacer. Hasta el momento llevo catorce cirugías, pero estoy caminando, que para mí es un milagro”.
Otro hecho que se atribuye a una intervención sobrenatural de origen divino, como lo define la Real Academia de la Lengua Española, fue el que protagonizó Socorro Saldarriaga el 31 de octubre de 1980 cuando, al cruzar la calle, un carro dio reversa y le pasó una llanta por el tórax.
“Escuché que un señor le dijo al conductor que me había matado y, del susto, él devolvió el carro y me cogió una pierna. Me llevaron a una clínica y ahí decían que me moría porque debía estar reventada por dentro. Una amiga me llevó a la Uribe Uribe y ahí sí me tomaron radiografías y resulta que no tenía ni una fractura, con lo que se cumplió la promesa de la Virgen de la Carmen, que dice que quien a lleve el escapulario y rece su oración no le quebrarán un solo hueso”.
La oración a la que se refiere Socorro había llegado a sus manos a los 7 años, y, en gratitud a María, repartió muchas copias durante varios años, haciendo hincapié en que, para ella, el mayor milagro fue que no perdió la calma en ningún momento.
En la vida y en la muerte...
“Estaba en Bogotá, en un curso de seguridad vial, y compartía apartamento con cinco compañeros. Coincidí con uno en la cena y, al subir a las habitaciones, lo invité a rezar el Santo Rosario; aceptó y desde esa noche siempre lo rezamos juntos. Como dos meses después, me confesó que la esposa lo había dejado y que él pensaba quitarse la vida: lo iba a hacer en el turno que empieza a las 11 de la noche. Iba a recibir el relevo y luego se pegaba un tiro. Pero esa noche no lo dejaron hacer el turno. Entonces regresó a la habitación, le lloró a Dios y le pidió que lo ayudara a salir de esa situación. ‘Al siguiente día, fue cuando usted me invitó a rezar el Rosario, me contó’”, cuenta William Carreño, quien, ya pensionado de la Policía, todos los días asiste a la parroquia de la Virgen del Carmen en Cúcuta.

La historia de Geovanna Martínez, en cambio, tiene que ver con otros actores de los que, según la tradición católica, también se ocupa la Reina y Hermosura del Carmelo.
Desde niña, dice, empezó a sentir la necesidad de orar por los difuntos. “Iba a los cementerios, buscaba las tumbas más olvidadas y abandonadas, y me detenía a tocar sus lápidas, a rezar por su descanso. Nadie me enseñó eso. Era como una fuerza interior, una voz callada que me decía: ‘Están esperando una oración… llévales paz.’. Cuando veía un carro fúnebre, sentía que debía acompañar, aunque no conociera al difunto ni a su familia. Entonces no lo entendía del todo, pero ahora sé que era la Virgen del Carmen que me formaba en su escuela de amor, silencio y entrega por las almas del purgatorio”.

Y así, a lo largo y ancho del país, miles y miles de colombianos van tejiendo una historia de amor y gratitud con María, en su advocación del Carmelo.
Otro ejemplo de ello es Fabián Quintero Valencia, quien desde chico fue cercano a las monjas del Monasterio de Carmelitas Descalzas de la Santísima Trinidad en La Estrella, Antioquia.
“Todos los días uno se siente amparado por ella, pero hay momentos de momentos: una vez, íbamos en un paseo a caballo con mi papá, que tenía 77 años, por un camino muy angosto y nos cogieron las 6:30 de la tarde y él no vio que el camino se terminaba y se fue a un vacío más de nueve metros. Llegamos a las 12:30 a la clínica, ya politraumatizado en cadera, fémur, las dos manos, la cara, y yo le dije: ‘Virgen del Carmen, yo nunca te pido favores, pero hoy te voy a pedir que mi papá no se nos vaya a morir ahora. Hoy, mi papá tiene 93 años”, cuenta.
Olga Lucía Criollo es comunicadora social y magister en sociología de la Universidad del Valle, con más de 30 años de experiencia en el periodismo y 10 en docencia.