El País tiene que conservar su esencia y seguir siendo la voz de Cali, dice su nuevo director Diego Martinez Lloreda

Por: Paola Andrea Gómez Perafán, Jefa de Redacción

-Usted está a punto de pensionarse, ¿Qué lo hace renunciar a su descanso para seguir en medio de la adrenalina periodística y los cambios que está viviendo El País?

Yo estaba muy entusiasmado con la perspectiva de cumplir mis 62 años y pasar a buen retiro, pero creo que en la vida hay retos que no se pueden rechazar. Llegar a la dirección de El País es una cosa que no estaba en mis cuentas. Pero se me presenta la oportunidad y yo no me perdonaría irme y no aceptar este reto. Pienso que es un buen momento para asumir la Dirección, con todos los cambios que estamos viviendo y estoy muy entusiasmado.

-Cómo ha sido este momento dentro de la familia, porque ellos pensaban ‘ya vamos a tener más a mi papá, a mi esposo’, pero ahora resulta que salió esta oportunidad para usted...

Yo creo que tienen un sentimiento agridulce, porque estaban esperando que tuviera más tiempo, tanto para mí como para ellos, para Emilia, mi nieta, que es el amor de mi vida. Pero también están contentos porque saben que esto es un logro que culmina una carrera muy larga y de muchos esfuerzos.

-Mucha gente dice que usted es familiar de los Lloreda y que llegar hasta aquí le ha sido más fácil que a las personas del común...

La verdad es que entrar a El País sí me quedó más fácil, porque Elvira Lloreda es mi madrina de matrimonio y ese vínculo que yo tenía con ella facilitó mi entrada a El País. Lo que realmente me tuve que sudar, como lo dijo María Fernando Prado en estos días, fue llegar a la dirección, porque aquí a mí no me dieron ninguna prelación por ser familiar.

Los apellidos, como dice Daniel Samper Ospina, le sirven a uno para llegar, pero no para mantenerse. Nadie vive a punta de apellido.

-¿Qué momentos recuerda que le hayan marcado su trasegar como reportero?

Muchos. A mí me tocó, por ejemplo, el asalto del Palacio de Justicia, en 1985. Me correspondió estar allá, porque montamos unos turnos para estar ahí, cerca. Yo estuve varias horas en el Palacio, escribí y mandé varias notas.

En la siguiente semana sucedió lo de Armero y como éramos una agencia de prensa, que compartía información de El País a varios diarios, escribí unas crónicas muy buenas de lo que estaba pasando y seguimiento a la noticia.

De los hechos impactantes en estos últimos 40 años, me acuerdo muy especialmente de la muerte de Luis Carlos Galán. En ese momento era editor de Cali, y cuando nos enteramos de lo sucedido yo todavía estaba aquí, en el periódico. El atentado fue a las 8:30 de la noche. Nos quedamos hasta las 4:00 a.m. con Beatriz López, Jorge Arturo Sanclemente y Álvaro Burgos. Jamás se me olvidará cuando llegó la foto del cadáver de Galán. Todos nos pusimos a llorar. Fue un trauma espantoso.

-Otra faceta por la que usted es muy reconocido es la de columnista ‘El Martillo’. Cuéntenos cómo fue ese surgir del Diego columnista

Yo viví en España tres años y colaboré con un diario muy importante de ese país. Regresé aquí en el año 1994 y estaba Gerardo Bedoya Borrero como editor de Opinión. Un día fui a su oficina y le dije que quería escribir una columna. Le mostré todos los artículos que había escrito, pero él ni los vio . Me dijo que los guardara y que escribiera una columna sobre el tema que yo quisiera. Escribí una columna bastante floja, por cierto, sobre una decisión que tomó la Corte Constitucional de legalizar la dosis mínima de marihuana. Gerardo me la devolvió nueve veces; fue una lección de humildad y de periodismo tremenda y desde ahí comencé a publicar. En estos 30 años he escrito como 1600 columnas.

-¿Qué puede esperar la ciudad de Cali de la dirección del periódico El País en manos de Diego Martínez?

Yo creo que es importante que con el cambio de propiedad del periódico se conserve su esencia. Eso no solamente lo pienso yo, sino también los nuevos accionistas. Asimismo, considero que tengo esa misión de lograr que El País crezca mucho sus audiencias, que llegue a públicos jóvenes y a públicos que no llegamos tradicionalmente, conservando su esencia y su ADN.

El País tiene que seguir siendo el abanderado de las causas de Cali y tiene que seguir siendo el faro que guíe la opinión en Cali.

Los accionistas del periódico, como Gabriel Gilinski, nos han fijado unas metas ambiciosas que yo comparto, porque qué bueno sería que El País termine siendo el tercer medio con más audiencia en Colombia. Ojalá lo logremos, hacia allá tenemos que apuntar”.