Salud
¿Sabe qué son los obeliscos? Conozca estos curiosos habitantes del organismo humano
El descubrimiento de este nuevo tipo de moléculas ha generado una serie de interrogantes en la comunidad científica. Podrían controlar la producción de proteínas, al igual que los virus.

13 de may de 2025, 03:19 p. m.
Actualizado el 13 de may de 2025, 03:19 p. m.
Los obeliscos, diminutas moléculas, comparables a los virus pero mucho más simples, son uno de los grandes descubrimientos recientes y parecen omnipresentes en el organismo humano, aunque de momento plantean más preguntas que certezas.
“Su función en nuestra salud no está establecida ni clara”, comentó Karim Majzoub, virólogo del Instituto de Genética Molecular de Montpellier.
Se trata de pequeñas hebras de ácido ribonucleico, ARN, cerradas sobre sí mismas y cuya presencia en el cuerpo se desconocía hasta hace unos meses.

Fueron descubiertos por investigadores de la universidad estadounidense de Stanford, mediante el análisis profundo del ARN presente en centenares de muestras humanas.
Los obeliscos “colonizaron los microbiomas humano y planetario sin que se haya reparado en ellos hasta ahora”, resume su estudio publicado en la revista Cell, una publicación especializada en biología molecular.
Este descubrimiento ha suscitado gran atención, debido a la amplia presencia de los obeliscos y su carácter inédito, comparado con otras estructuras identificadas por virólogos y microbiólogos.
Los obeliscos, llamados así por su estructura en forma de bastón, pueden recordar a los virus que suelen estar formados por una secuencia de ARN que puede parasitar nuestras células, haciéndolas producir nuevas versiones de sí mismas.
Pero si los virus son estructuras extremadamente simples comparadas con las bacterias, los obeliscos son todavía más básicos: su secuencia de ARN es más corta y, a diferencia de los virus, circulan libremente sin estar contenidos en una cápsula hecha de proteínas.
Los obeliscos pueden también recordar a aquellas moléculas identificadas desde hace décadas, pero desconocidas en gran medida porque su estudio se ha limitado sobre todo a las plantas: los viroides, que son cadenas de ARN sin envoltura.
Pero los obeliscos son diferentes, en este caso porque son un poco más complejos. A diferencia de los viroides, que solo pueden replicarse a sí mismos, parece que los obeliscos son capaces de controlar la producción de proteínas, al igual que los virus.

¿Que función tendrán las proteínas denominadas oblinas? No se sabe. Esta es una de las muchas preguntas que plantea el descubrimiento de los obeliscos.
Algunos investigadores consideran probable que tengan un papel, positivo o negativo, en nuestra salud, porque de lo contrario no estarían tan presentes en nosotros. Pero muchos mantienen la cautela.
“A veces tenemos la visión antropocéntrica de que las cosas están allí porque tienen una finalidad para nuestro organismo, pero no siempre es así”, advierte Majzoub.
“Los obeliscos están allí porque la evolución se ha encargado de que hayan conseguido estar en este lugar”, puntualiza.
Sin embargo, el investigador recordó que ciertas estructuras similares han demostrado sus efectos, comenzando por su propio objeto de estudio: el virus de la hepatitis D, una cadena circular de ARN que solo puede actuar como satélite en combinación con el virus más complejo de la hepatitis B.
Otra gran cuestión planteada por los obeliscos es si nos dan indicios sobre el origen de la vida en la Tierra.
Para algunos expertos, los obeliscos se suman a los viroides para respaldar la hipótesis del “mundo del ARN”: la idea de que existieron formas de vida muy simples basadas en el ácido ribonucleico antes de la aparición del ácido desoxirribonucleico, ADN.
Este constituye nuestro material genético y es a través del ARN, mucho menos estable, que nuestras células lo traducen en proteínas.
Un “mundo de ARN” sería más simple, pero también estaría formado por organismos infinitamente menos complejos que la vida, tal y como la conocemos hoy.
Según algunos científicos, los obeliscos y los viroides podrían ser “reliquias de la sopa del ARN original”, señaló Majzoub.
Pero también en este caso hay que ser prudentes. La existencia de obeliscos podría ir en esa dirección, pero también es posible que sean producidos de manera aleatoria por las células y las bacterias, sin ser un resto de tiempos antiguos.

Sus descubridores mantienen la cautela. “Por el momento no tenemos las herramientas que nos permitirían calcular hasta qué punto los obeliscos están relacionados entre sí, y por lo tanto, cuál es su ‘edad’”, señaló Ivan Zheludev, principal autor del estudio. “No me atrevería a especular”, anotó.
*Con información de AFP.
Comunicador Social y Periodista con sensibilidad por las artes, las humanidades y la cultura. Con larga experiencia en la cobertura de la realidad social, tanto regional como nacional. Interesado en cubrir fenómenos de medioambiente, posconflicto y DD.HH.