Salud
La importancia de las ecografías en las embarazadas
La ecografía fetal es la herramienta para valorar el estado de salud del bebé. Precisa aspectos como la edad gestacional, el sexo, las medidas de las partes del cuerpo. También, sugiere si el feto es de riesgo bajo, intermedio o alto de tener una alteración cromosómica.
Nada más emocionante para una mujer gestante que ver a su hijo en la pantalla del ecógrafo y escuchar su corazón latir. Es un momento en que la sensación intangible de tener a su crío dentro se materializa en imágenes y sonidos. Así es que la ecografía embrionaria o fetal además de ser una herramienta para valorar el estado de salud del feto, también es el primer encuentro entre un hijo y su madre produciendo el flechazo “amor a primera vista”.
En Colombia la resolución 3280 emanada por el Ministerio de Salud en 2018 determina que cada mujer embarazada debe tener como mínimo dos ecografías para valorar el feto en la gestación, una entre las 11 y 14 semanas de gestación y la otra entre las 18 y 24 semanas. Sin embargo, muchos protocolos médicos sugieren 4 ecografías como mínimo, además, de las ya mencionadas. La primera entre las 7 y 9 semanas y la última después de las 28 semanas. Claro, en los casos en que el grupo médico decida que se requieren más ecografías estas se pueden realizar sin un número como límite y no harán daño al bebé.
Primera ecografía
La primera ecografía entre las 7 y 9 semanas confirma el embarazo y su viabilidad. Se sugiere la realización de una ecografía después de la semana 7 del primer día de la fecha de última menstruación -los galenos aconsejan llevar los tiempos del embarazo en semanas y no en meses-, usualmente cuando la mujer tiene una prueba de embarazo positiva, si bien es temprano, se establecen varios parámetros que dan información importante sobre el desarrollo de la gestación. Se observa y mide el embrión, con lo cual se precisa la edad gestacional con la cual se manejará el embarazo en adelante.
A las 7 semanas mide 12 mm aproximadamente, el tamaño de un frijol. Se escucha el latido del corazón -con el que muchas mujeres lloran de emoción-, así se confirma que el embrión está vivo, esa frecuencia cardíaca suele ser mayor que en los adultos, el corazón del embrión y feto corre más rápido que el de sus padres. También, se identifica si el saco gestacional y el embrión están dentro del útero y se descarta el embarazo ectópico. Además, se establece cuántos embriones, placentas y bolsas amnióticas hay. En los embarazos gemelares -2 embriones- o trigelares -3 embriones-. Para una madre escuchar el latido cardíaco de su bebé es una prueba de su vitalidad y es música para sus oídos que le eriza la piel.
Segunda ecografía
La segunda ecografía y que es recomendada por la resolución 3280 se debe realizar de entre las 11 y 14 semanas de edad gestacional, también conocida como de “tamizaje genético”. Los médicos, obstetras y especialistas en medicina materno fetal prefieren realizarla entre las 12 y 13 semanas. En esta ecografía se puede observar la integridad de los segmentos fetales la cabeza, tronco y extremidades, también ver y escuchar latir el corazón del bebé. En ese momento se deben realizar mediciones específicas como la distancia entre los puntos más distales de la cabeza y la cola del feto. Con esa medición se establece la edad gestacional si la gestante no tiene una ecografía previa.
Además, se miden la cabeza, lo huesos largos de las extremidades, y se observan o parametrizan los marcadores que sugieren si el feto es de riesgo bajo, intermedio o alto de tener una alteración cromosómica como el síndrome de Down, marcadores como la sonlucencia nucal -medida de la acumulación de líquido en la nuca del feto-, el hueso de la nariz, entre otros parámetros.
Para algunos especialistas esta es la ecografía más importante en el embarazo. La segunda ecografía es denominada “de detalle anatómico” por los especialistas, pero es la del “sexo” para las madres. Se debe realizar entre las 18 y 24 semanas del embarazo.
Sin embargo, los especialistas prefieren realizarla entre las 22 y 24 semanas porque en estas se facilita aún más valorar tanto la superficie fetal como los órganos internos y la placenta. En esta ecografía se examina minuciosamente el cerebro, la cara (incluyendo los labios y el perfil con la nariz), el corazón y los grandes vasos como las arterias aorta y pulmonar, los pulmones, los riñones, el hígado, el estómago e intestino – que todas esas estructuras estén en forma y posición correcta-; las 4 extremidades se observan y se miden sus huesos, se detallan manos y pies. También, con las mediciones del software se estima el peso del feto: para las 22 semanas unos 500 gramos, una libra. En esta ecografía se pueden encontrar con mayor facilidad anomalías congénitas.
Conocer el sexo del bebé en el útero siempre será trascendental para la familia y un reto para el ecografista. Creo que en el fondo todos como padres tenemos alguna predilección, porque queremos que el sexo de nuestro hijo se pueda observar en la ecografía, dependiendo si es el primero, segundo o tercer hijo, y cuál fue el sexo de los anteriores hijos, en los casos que aplica. “Bueno lo importante es que esté sanito”-quería el otro sexo-, “van a bajar del chirimoyo al hermanito”-el mismo sexo del hermano anterior-, “ya no voy a ser la única mujer en la casa” -cuando es una niña-, “¡uy!, otra alcancía”-tercera o cuarta niña-, “vamos a completar el equipo de fútbol”-tercer o cuarto niño-, “¡uyyyyy! Viene bien armado” -cuando es niño y el pene y los testículos son notorios; son frases que se escuchan constantemente en las unidades de diagnóstico prenatal cuando se anuncia el sexo del bebé.
Por estos días, está de moda no querer saber el sexo durante la ecografía, pero que se apunte en papel para que se haga una revelación en el ‘baby shower’. Las familias compran ropa, tendidos de cama, decoración de cuarto y juguetes teniendo en su mente que es niño o niña y ¡vaya el lío en que nos metemos los ecografistas cuando nos equivocamos en el sexo del bebé!
La última ecografía
La última ecografía en un feto sin alteraciones se debe realizar después de las 28 semanas de gestación, en el tercer trimestre -si todo va bien, algunos médicos prefieren ordenarla a las 32 semanas-. Además de valorar la anatomía fetal, se debe estimar el peso del feto a través de mediciones sistemáticas de la cabeza, el abdomen y los huesos largos. En el tercer trimestre del embarazo se presenta con mayor frecuencia desviaciones del crecimiento fetal pudiendo encontrarse fetos pequeños o grandes para su edad gestacional. Si bien en esta ecografía también se identifica e informa cuál es la presentación del feto, si viene de cabeza o de nalgas -polo fetal que entra en contacto con el estrecho superior de la pelvis-, y las pacientes preguntan, ¿el bebé ya está en posición?, la respuesta en los casos en que la presentación es cefálica, la respuesta de algunos médicos es ‘hoy sí, pero mañana no sabemos’, haciendo referencia a que los movimientos del feto pueden generar un cambio en la presentación de un momento para otro, y la presentación definitiva ocurre cuando el feto se encaja, desciende por la pelvis materna en el trabajo de parto. En los casos en que la presentación fetal persiste podálica hasta el final del embarazo suele realizarse una cesárea.
Otras ecografías
En los embarazos en los que se encuentra patología fetal o placentaria se pueden y deben realizar otras ecografías dependiendo de cada caso. Cuando los fetos tienen un peso estimado menor al esperado se deben hacer ecografías cada semana calculando cada vez el peso e incluir el uso Doppler -herramienta de la ecografía que permite medir y parametrizar la velocidad de la sangre y su relación con los vasos sanguíneos-, con el que se valora la circulación fetal o placentaria, y así se define si el bebé está mejor en el vientre alimentándose por la placenta o fuera recibiendo leche materna.
Cuando en las ecografías de rutina se sospechan u observan anomalías del corazón se debe realizar ecocardiograma fetal, con el cual, además de revisar detalladamente el corazón, se evalúa el sistema vascular. Este examen es hecho por un especialista en medicina materno fetal y un cardiólogo pediatra.
Cuando las anomalías son observadas en el cerebro, la columna o la médula espinal se realiza una neurosonografía, valoración particularizada del cerebro y médula espinal con la obtención de imágenes y mediciones de las estructuras afectadas. En estos últimos puede requerirse inclusive una resonancia magnética fetal.
Tener el diagnóstico preciso de una anomalía congénita ayuda a preparar al equipo multidisciplinario de neonatología para recibir a un nuevo integrante de la sociedad con necesidades especiales de atención -unidad de cuidados intensivos, medicamentos, cirugías, entre otros- y así mejorar su pronóstico de vida y funcionalidad de ese recién nacido.
Un compromiso de pareja
A la ecografía se debe asistir en pareja, también el hombre está embarazado “- dícese de hombre quien su esposa está embarazada-. El embarazo y los compromisos en este caso médico son responsabilidad de padre y madre. Una mujer que asiste acompañada de su pareja al control prenatal y a las ecografías se sentirá más segura y transmitirá esa confianza a su bebé.
En ese sentido, los padres deben vincularse al embarazo consintiendo a su esposa embarazada, socorriéndola cuando ella tiene síntomas incómodos del embarazo o enfermedad, y además, asistiendo a los compromisos pertinentes a la gestación.
La sociedad representada en patronos, jefes, compañeros de trabajo, entre otros, deben facilitar, con permisos remunerados, a hombres ‘embarazados’ la asistencia a las ecografías prenatales, citas médicas y por supuesto, el parto.A su vez, las instituciones de salud, en particular los centros de diagnóstico prenatal deben posibilitar que la gestante entre acompañada a las ecografías. Las restricciones secundarias al Covid 19 son cada vez menores.
La felicidad de establecer contacto con el hijo en el vientre debe ser compartida en pareja. En ese sentido, la sensación de una mujer de tener un bebé dentro no podrá ser igualada por la de un hombre “embarazado”, sin embargo, compartir esos momentos de contacto con él bebe en gestación a través de la ecografía como verlo, verlo moverse, y oírlo, hará que más tempranamente, esos lazos de familia se hagan fuertes y estrechos.
En 3D y 4D
- Las ecografías en 3D y 4D son cada vez más frecuentemente realizadas en las gestantes en nuestra ciudad y el país. Se estima que en Cali hay unos 30 ecógrafos con esa tecnología, uno de ellos en el Hospital Universitario del Valle Evaristo García E.S.E. Con esa función del ecógrafo se valora principalmente la superficie fetal en tres dimensiones, particularmente la de la cara del bebé.
- En 4D se puede observar el feto en tres dimensiones, pero en movimiento. En algunos casos se ve el bebé tomando líquido amniótico e inclusive, pareciera que tira besos o bosteza.
- En dimensión 3D no siempre se logra una buena imagen. Suelo explicarles a las pacientes que “es como si te fuera a tomar una foto y tú miraras exactamente para el otro lado, no se lograría observar tu cara”.
*Ginecólogo obstetra, Hospital Universitario del Valle Evaristo García E.S.E. Profesor titular y distinguido de la Facultad de Salud de la Universidad del Valle.