EMBARAZO
El enorme reto de prevenir embarazos en menores de edad
Aun cuando a nivel nacional se presenta una leve disminución en los índices de embarazos en niñas y adolescentes, las cifras siguen siendo alarmantes y se debe brindar total atención a este fenómeno. Especialistas brindan algunos consejos.
Aun cuando a nivel nacional se presenta una leve disminución en los índices de embarazos en niñas y adolescentes, las cifras siguen siendo alarmantes y se debe brindar total atención a este fenómeno. Especialistas brindan algunos consejos.
La maternidad a temprana edad es una problemática que nuevamente vuelve a estar en el centro de atención del país, gracias al informe de análisis estadístico publicado por el Laboratorio de Economía de la Educación, LEE, de la Universidad Javeriana. Este registra que para el 2021, de los 612.228 nacimientos registrados en Colombia, el 18.2 % fueron producto de embarazos de niñas y adolescentes entre los 10 y 19 años, según datos del Dane. Y entre enero y julio del presente año, ya se han reportado 57.173 casos.
Para realizar el análisis el LEE se basó en los datos más actualizados que se hallan sobre el tema, tomando como fuentes la Encuesta de Calidad de Vida y de Estadísticas Vitales, publicadas por el Dane, junto con los resultados del Índice Welbin 2022 para Colombia.
Aun cuando el estudio refiere una disminución en el número de nacimientos donde la madre es niña o adolescente, ya que en 2020 se dieron 114.973 casos frente a 111.548 del 2021, el tema sigue siendo alarmante.
Con respecto a las cifras preliminares de Estadísticas Vitales, entre enero y julio de este año se registra una tendencia a la baja del 6.1 % frente al 2021. Para este lapso hay 2416 casos frente a 2573 del año pasado. Pero si se compara con los casos del 2020, se presenta un incremento del 2.9 %, es decir, 2347 nacimientos.
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Este cambio en la tendencia se debe a la pandemia, explican los expertos, ya que la mayoría de nacimientos del 2021 son producto de relaciones del 2020. Ese año, los confinamientos y cuarentenas obligatorias no solo aumentaron el maltrato a nivel familiar contra los niños, niñas y adolescentes, sino el riesgo de violencia sexual en ellos.
El embarazo de niñas, es decir, menores entre 10 y 14 años, se considera producto de un delito sexual, ya que ellas no tienen la madurez y capacidad mental de comprender a cabalidad lo que significa e implican las relaciones sexuales. Esta es la razón de lo alarmante de las cifras para estos casos.
Con respecto a nacimientos donde la madre es adolescente de 15 a 19 años, se evidencia una tendencia de disminución equivalente al 3.5 %, ya que para el 2020 se registraron 110.672 casos frente a 106.816 del año 2021.
Entre enero y julio del 2022 han nacido 2416 bebés de madres adolescentes, frente al 2021 que registra 2573 casos, esto pone en evidencia una disminución del 9.2 %.
En lo que respecta al Valle del Cauca, la ‘Tasa específica de fecundidad’ del departamento, da cuenta de una disminución, ya que en el
1.78 % de los nacimientos registrados en 2019, las madres son niñas de 10 a 14 años, pero en el 2020, esta cifra fue de 1.42 %. Con referencia a madres adolescentes, existe también una muy ligera tendencia a la baja: en 2019 fue de 39.42 % y en 2020 fue de 37.63 %.
En los datos preliminares que abarcan desde enero a julio del presente año, el Valle del Cauca ha registrado 136 nacimientos donde las madres son niñas, convirtiéndolo así en el cuarto departamento con mayor registro de estos casos, después de Antioquia (284), Bolívar (199) y Córdoba (138).
Con respecto a niños de madres adolescentes, el Valle registra un total de 3044 nacimientos y ocupa el quinto lugar, después de Antioquia (6243), Bolívar (3932), Bogotá (3443) y Atlántico (3044).
Diversas causas
Cuando ocurre un embarazo a temprana edad, existen múltiples factores que influyen en cada uno de los casos. Estos pueden ser culturales, sociales, familiares, económicos, psicológicos, entre otros. El abuso sexual es uno de los más comunes dentro de la población infantil como la de las adolescentes.
En Colombia los artículos 208 y 209 de la Ley 599 de 2000 condenan todo tipo de relación sexual con menor de 14 años como un delito que lleva a la cárcel. Estas infantes no poseen la capacidad mental de comprender a cabalidad las responsabilidades y consecuencias de los actos sexuales, por lo que caen en manipulación física o psicológica del abusador. Es por esto que los centros de salud que reciben a las niñas de 10 a 14 años deben avisar a las autoridades acerca del caso.
“Cualquiera de estos embarazos podría ser producto de una situación de abuso, aunque ella no lo vea como uno. Cuando personas mayores están teniendo actividad sexual con menores de 14 años, ellas no tienen la capacidad a esa edad de discernir y tomar decisiones de ese tipo”, explica la psicóloga y profesora de la Universidad Javeriana Bogotá, Carolina Botero.
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Las brechas educativas por causa de los diferentes estratos económicos es otra de las razones por las que las menores pueden caer en este juego de poder y manipulación de un adulto. Para poder prevenirlo, la educación sexual es primordial. El que puedan reconocer su sexo y cómo este funciona en temas reproductivos, cómo evitar contagiarse de enfermedades de transmisión sexual y la posibilidad de uso de anticonceptivos, es información que debe estar al alcance de todos, aseguran los expertos.
Esta educación debe estar diseñada para la edad y el nivel de maduración mental que cada etapa del desarrollo humano conlleva, y las mujeres no deben ser las únicas en recibir dicha información.
Se debe romper el ‘tabú’ de que si se habla de sexo es una invitación directa a practicarlo, al contrario, ayuda a que el acto sexual se tome con responsabilidad, con total consentimiento al comprender qué está pasado y ayuda a las niñas a identificar y prevenir cualquier tipo de abuso.
Los adolescentes que no reciben educación en estos temas, o cuyos padres se escandalizan cuando comienzan a hacer preguntas, “obtienen material no científico, ni apropiado, ni mucho menos en un lenguaje que pueden entender. Se centran en la parte genital y no en la sexualidad como una forma de interacción que va más allá. Esta desinformación y esta tendencia de que esto no se hable, se censure, o se prohíba el tema de tener relaciones sexuales, no es una medida que ayuda a una prevención”, explica la psicóloga.
"La educación sexual no es una forma de impulsar las relaciones sexuales, es una manera de tener una sexualidad responsable, placentera y segura”, expresó Juan Carlos vargas, ginecólogo y vocero de Profamilia.
Prevención
La educación es la forma más eficaz de ayudar tanto a las niñas como a los jóvenes (en el embarazo adolescente los chicos también deben tomar responsabilidad y reconocer su sexualidad). Una formación en la que intervenga tanto la familia como el colegio. El silencio no es la solución.
“Cuando la educación sexual se inicia a impartir desde la infancia con el reconocimiento de la corporalidad del niño y del autorrespeto por su cuerpo ayuda a que el menor pueda reconocer si está bajo algún tipo de abuso por parte de alguna otra persona”, explica el ginecólogo Juan Carlos Vargas, de Profamilia.
Brindar información y las herramientas necesarias a los adolescentes, ayuda a la toma de decisiones. A su vez, informar sobre anticonceptivos y que estos estén al alce de la mano, se convierte en elemento esencial para prevenir no solo el embarazo, sino enfermedades de trasmisión sexual.
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Para acceder a métodos anticonceptivos, en Profamilia o en cualquier otro centro, no se necesita del acompañamiento y consentimiento de un adulto o de sus tutores legales. “Es importantísimo que sepa el o la joven que sus papás no van a tener acceso a su historia clínica, ni se les va a notificar que su hijo o hija estuvo en una consulta de anticoncepción”, resaltó el doctor Vargas.
Profamilia le dio al Gobierno entrante la sugerencia de actualizar y mejorar en temas de: la política de sexualidad y de derechos sexuales y reproductivos que fueron hechos desde el 2014.
A su vez, impulsar la educación sexual integral en niños, niñas y adolescentes.
Esto se debe a que se respeta el principio fundamental de la privacidad y confidencialidad de la historia clínica de los niños y adolescentes en temas de salud sexual y reproductiva, ya que existe una ley que protege estos aspectos, así se les otorga esa tranquilidad e independencia a la toma de decisiones sobre su cuerpo.
Las niñas y jóvenes en etapa de desarrollo deben tener seguridad de que los métodos anticonceptivos modernos no representan ningún riesgo, incluso, se pueden usar desde la primera menstruación, dijo el ginecólogo.