Salud
Beber agua fría o caliente; esta es la razón del porqué la temperatura sí que importa
La temperatura en la que se bebe el agua puede contraer diferentes beneficios al organismo.
Una de las recomendaciones principales entre médicos y nutricionistas es que las personas se mantengan hidratadas y beban bastantes litros de agua al día, pues esta es esencial para la salud y el bienestar general.
Sin embargo, la temperatura del agua que se bebe puede tener un impacto significativo en el cuerpo. Aunque pueda parecer un detalle menor, la elección entre agua fría o caliente puede influir en aspectos como la digestión, la pérdida de peso, y el proceso de desintoxicación del organismo.
De un lado, está el agua fría. Esta se bebe comúnmente en climas cálidos o después de realizar ejercicio físico.
Uno de sus efectos es que puede ayudar a acelerar el metabolismo, ya que el cuerpo necesita trabajar más para elevar la temperatura del agua hasta la temperatura corporal. Este proceso, conocido como termogénesis, quema algunas calorías adicionales, lo cual puede ser beneficioso para quienes buscan perder peso.
Asimismo, el agua fría puede contraer los vasos sanguíneos y dificultar el proceso de digestión. Además, puede hacer que el cuerpo desvíe energía hacia el proceso de calentamiento del agua en lugar de concentrarse en la digestión de los alimentos, lo que podría ralentizar este proceso.
De otro lado, está el agua caliente o tibia, la cual es popular en muchas culturas, especialmente al despertar o antes de acostarse, y también cuenta con sus beneficios.
Beber agua caliente estimula el sistema digestivo y puede ayudar a descomponer los alimentos de manera más eficiente. También promueve el flujo sanguíneo hacia los intestinos, lo que facilita el proceso digestivo y ayuda a prevenir problemas como la hinchazón y el estreñimiento.
En esa línea, también tiene un efecto calmante en el cuerpo y puede ayudar a reducir los niveles de estrés. Esto es beneficioso antes de dormir, ya que puede ayudar a mejorar la calidad del sueño.
¿Cuál es la mejor opción?
Beber agua fría o caliente depende en gran medida de las necesidades y objetivos de cada persona. Si el objetivo es refrescarse rápidamente o ayudar a aumentar ligeramente el metabolismo, el agua fría puede ser la mejor opción. Por otro lado, si se busca mejorar la digestión o relajarse, el agua caliente es más adecuada.