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Si por acá llueve…

El caso de Trump muestra que Petro no está solo en adoptar medidas absurdas, que solo consecuencias negativas pueden tener y que no miden las repercusiones que sus obsesiones pueden traer para el futuro.

Ricardo Villaveces Pardo.
Ricardo Villaveces Pardo. | Foto: El País

31 de may de 2025, 02:34 a. m.

Actualizado el 31 de may de 2025, 02:34 a. m.

Desde que comenzó el gobierno de Petro han sido muchos los casos en que la ideología ha primado sobre la racionalidad y la sensatez. Hemos visto, por ejemplo, cómo el país se acerca a una situación de escasez de gas por cuenta de posiciones que se alejan de la lógica y de las recomendaciones técnicas. Es difícil entender que quienes rodean al Presidente no sean conscientes de los resultados adversos de estas posiciones. Destruir el sistema de salud, dejar crecer los cultivos ilícitos a niveles inimaginables, crear las condiciones para que crezcan los grupos violentos y volvamos a las situaciones de seguridad de los años 90 es algo inconcebible.

Cualquiera pensaría que este es un caso atípico y que, difícilmente, se verían situaciones similares en otras latitudes. Por el contrario, el caso de Trump muestra que Petro no está solo en adoptar medidas absurdas, que solo consecuencias negativas pueden tener y que no miden las repercusiones que sus obsesiones pueden traer para el futuro.

El caso de la guerra contra las universidades de élite es algo que, seguramente, en el futuro será un caso de estudio sobre lo absurdo que resultan las decisiones que son solo producto de posiciones ideológicas. Como bien lo expresa Steven Pinker en un reciente artículo publicado en el New York Times, el recorte de los fondos federales a universidades como Harvard pareciera olvidar qué, buena parte de los mismos, están destinados a investigaciones y proyectos encargados por el propio gobierno que verá entorpecidos los proyectos de investigación y esfuerzos de largo plazo, orientados a lograr resultados significativos en temas como salud, biotecnología, o tecnologías, muchos de ellos, aplicables a los sistemas de defensa. Es decir que, como se dice coloquialmente, está ‘dándose un tiro en el pie’.

Algo similar ocurre con la revocatoria de las visas para los estudiantes de Harvard y, ahora, suspendiendo la expedición de visas de estudiante para los nuevos aspirantes a ingresar en el sistema universitario norteamericano. Como bien lo analiza la revista The Economist, la educación superior es un ramo de exportación bien importante de ese país, y es, además, un instrumento para facilitar la financiación de los estudios a los propios norteamericanos, ya que los estudiantes extranjeros pagan, por norma general, cifras más altas que los estudiantes locales.

Más aún, es inconcebible que los Estados Unidos renuncien a ser ese polo de atracción de las personas más destacadas a nivel mundial en el campo intelectual que, seguramente, terminarán buscando alternativas en otros lugares del mundo y desperdiciarán el potencial que estas personas representan para el desarrollo de una economía que debería estar basada en el conocimiento.

¿Cuál será el costo para la sociedad norteamericana de este tipo de medidas? Es algo difícil de valorar a estas alturas, pero, seguramente, puede llegar a ser muy alto y puede dar lugar a una pérdida de competitividad frente a otros países, empezando por China, que, seguramente, van a aprovechar la situación para atraer este capital humano de muy alto nivel que los Estados Unidos va a perder de seguir por este camino.

Ingeniero industrial, Presidente de Asocaña por casi veinte años, consultor privado y miembro de múltiples juntas directivas en los sectores financiero, industrial, energético, servicios, educativo y de investigación. Escribe para El País hace más de veinte años.

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