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Rebelión contra los bloqueos
Lo que no estamos dispuestos a aguantar más es la toma de vías y ciudades por parte de desadaptados.

1 de jun de 2025, 12:35 a. m.
Actualizado el 1 de jun de 2025, 12:35 a. m.
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Fueron hechos aparentemente aislados, pero tienen una línea transversal: la gente se está ‘mamando’ de la violación de sus derechos más elementales por cuenta de quienes hacen los bloqueos a diestra y siniestra por todo el país.
Los videos son palpables: camioneros en la vía Panamericana enfrentándose a comunidades indígenas que impiden el paso de los vehículos con sus cargas de alimentos y mercancías. ‘Dejen trabajar vagos’, es el grito que más se escucha hasta que varios conductores enfurecidos comienzan a correr los obstáculos en la carretera y otro grupo los cubre en actitud de enfrentarse a quien sea, hasta que los bloqueadores deciden huir en sus pomposas Toyotas.
En Bogotá, en el paro de esta semana, una vendedora de empanadas se convirtió en líder contra los manifestantes bajo el lema ‘No van a acabar nuestro barrio’. Decenas de vecinos se unieron y enfrentaron a los enmascarados hasta hacerlos huir.
En Popayán, el video es conmovedor. Atacaron el CAI del barrio La Paz con papas bomba, mientras los policías estaban al interior. Una valiente mujer filma y grita: “Vamos a defender nuestros policías. Nos atacan los de las marchas. ¡Protejamos el CAI del barrio!”, y agitada camina y convoca al vecindario quienes a piedra y palo hacen huir a los delincuentes.
En el sur de Cali, hace una semana, un conductor de vehículo particular no permitió el bloqueo que le impedía salir de un establecimiento comercial y se fue contra el grupo de manifestantes, aparentemente estudiantes de la universidad del Valle. No aplaudimos la conducta del chofer, pero es la consecuencia de los insoportables bloqueos que semana tras semana se están dando en el sector.
La Justicia esta semana, obligó a ‘Epa Colombia’, la influencer vandálica, a pagar su pena de presidio en la cárcel y no en su casa, como lo solicitaban sus abogados.
Los hechos vandálicos de Bogotá el 27 y 28 de mayo nos trasladaron del dolor a la furia. Miles de trabajadoras no podían acceder a Transmilenio como consecuencia de los bloqueos y las agresiones en las estaciones de transporte público. Se calcula que se perjudicaron dos millones de personas, entre ellas muchas mujeres humildes que debían llegar temprano a sus casas a dar alimento a sus hijos, a recibirlos de sus vecinas o de la guardería, a reemplazar a sus maridos que iniciaban sus trabajos nocturnos, nada salía bien porque estos delincuentes interrumpían sus desplazamientos. Violaban su libertad, su derecho al trabajo y a la libre locomoción.
Pero la gota que rebosaría la copa fue el discurso de victoria pírrica del presidente de la CUT: “Compañeros en las diversas localidades lograron realizar bloqueos al transporte masivo de Transmilenio que era una de las tantas formas con las cuales veníamos a realizar este paro nacional de 48 horas”, fue parte de la intervención pública de Fabio Arias, que se vuelve prueba incontrovertible en el proceso penal que está instaurando en su contra el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán.
La gente es consciente del derecho a la protesta. A plantones frente a las entidades o instituciones que se requieran; al discurso verbal, en redes o en los medios tradicionales; a huelgas de hambre o a hacer pública la arrogancia o la corrupción de los gobernantes. Lo que no estamos dispuestos a aguantar más es la toma de vías y ciudades por parte de desadaptados. Es evidente que nos ‘mamamos’, todos estos ejemplos de solidaridad ciudadana lo demuestran y nos inspiran a enfrentar en conjunto a quienes pretendan coartar los mínimos derechos de la ciudadanía. Son lecciones que se deben asimilar para evitar que la violencia y el dolor se incrementen en esta golpeada Colombia.