Columnista
Otra advertencia
Ahora estamos en medio de un experimento histórico que determinará si nuestra capacidad moral como humanidad tiene el alcance suficiente como para controlar nuestra capacidad técnica de autodestrucción...
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7 de ago de 2025, 03:02 a. m.
Actualizado el 7 de ago de 2025, 03:02 a. m.
En ‘El mito del idealismo americano’, 2024, escrito con la colaboración de Nathan J. Robinson, Noam Chomsky concluye que: “Nos encontramos en un momento único en la historia. Las decisiones que hoy tomemos determinarán el futuro de nuestra especie”, (p. 362). En lo que concuerda con Harvey Whitehouse, en ‘Herencia’, 2024, en el sentido de que: “Si echamos mano de los saberes del pasado y la ciencia del presente —los frutos de nuestra historia nada natural—, podremos salvaguardar el futuro tanto de la humanidad como del mundo, que hoy, más que nunca, depende de la inteligencia con la que sepamos aprovechar nuestra herencia colectiva”, (p. 388).
Señala Chomsky que: “La ventana de tiempo para aplicar las medidas necesarias contra la catástrofe de la destrucción ambiental es muy estrecha. La acumulación de armas nucleares capaces de aniquilar el planeta está creciendo”, (p. 362), y “los países que las poseen no solo se niegan a cooperar, sino que ni siquiera abordan abiertamente la posibilidad de que exista el peligro de una guerra entre ellos”, (p. 363). “Ahora estamos en medio de un experimento histórico que determinará si nuestra capacidad moral como humanidad tiene el alcance suficiente como para controlar nuestra capacidad técnica de autodestrucción”. Por eso “[…] la libertad y la democracia son un requisito de la mera supervivencia”, (p. 364).
El cambio climático, un posible desastre nuclear y la decadencia de las democracias son, sumados a la creciente carencia de agua dulce y el mal uso de la Inteligencia Artificial, las cinco amenazas que los actuales habitantes del planeta Tierra, y este mismo, afrontan en la tercera década del Siglo XXI, ya mencionadas en esta columna (Recorderis, El País, Cali, 17/07/2025), y solo se tienen dos opciones, como lo advierte Noam Chomsky: “No hay esperanza. Resignémonos”. [O, por lo contrario:] “Queremos cambiar las cosas, así que vamos a intentarlo”. Y, por supuesto, su conclusión es que: “Dada la urgencia de las crisis que enfrentamos, no tenemos tiempo que perder”, (p. 364).
Unccd, 01/12/2024. “Este informe especial de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación sobre las tierras llega en un momento en que las evidencias científicas son inequívocas: la manera en que gestionemos nuestras tierras determinará directamente el futuro de la vida en la Tierra. El marco de los límites planetarios, destacado en este informe, constituye una herramienta científica esencial para comprender las complejas interdependencias entre las tierras, el clima, la biodiversidad y el agua, entre otros componentes del sistema terrestre. Ofrece a los encargados de la formulación de políticas un enfoque claro para evaluar los posibles riesgos y beneficios de diferentes decisiones sobre el uso de la tierra”.
Unoda, 01/12/2023. “Las armas nucleares son las armas más peligrosas de la Tierra. Una sola puede destruir una ciudad entera, con la posibilidad de causar la muerte de millones de personas y poner en peligro el medio natural y las vidas de las futuras generaciones, debido a sus efectos catastróficos a largo plazo. Los peligros que comportan estas armas derivan de su propia existencia. A pesar de que las armas nucleares sólo se han utilizado dos veces en la guerra […] hoy en día quedan en el mundo, según informes, unas 22.000, y se han llevado a cabo más de 2000 ensayos nucleares […]. El desarme es la mejor medida de protección contra tales peligros, aunque el logro de este objetivo ha sido un reto inmensamente difícil”.
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, y en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998.