Columnista

La bofetada del Nobel

María Corina Machado: una mujer que, sin ejércitos ni discursos incendiarios, encarna mejor la dignidad que todos sus críticos juntos.

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Alberto Castro Zawadski
Alberto Castro Zawadski | Foto: El País.

18 de oct de 2025, 01:03 a. m.

Actualizado el 18 de oct de 2025, 01:04 a. m.

“¡Paz, paz, paz!”, grita el artífice del fraude electoral más descarado mientras ordena reprimir a manifestantes pacíficos, encarcela y tortura a miles de jóvenes —niños, dirían por aquí— y preside una opulenta dictadura que ha llevado a la miseria al 90 % de la población y forzado la emigración humillante, de una tercera parte del país.

“¡Paz total!”, clama su émulo, el hombre que prometió amor, pero nos ha entregado una violencia encarnizada. Paz que incluye convocar un ejército mundial para ‘combatir al imperio’, o sea, una tercera guerra mundial a ritmo de vallenato.

Las contradicciones de estos colados en el poder han redefinido lo grotesco. Petro no opina sobre Maduro porque, hay que respetar la autodeterminación de los pueblos. Pero resulta legítimo insultar a los noruegos por premiar con el Nobel a una valiente que defiende la libertad y la democracia. Exhibe su ignorancia cuando añora a los suecos que nunca lo han entregado y muestra sus dotes de estadista cósmico cuando en plaza pública de otro país incita al ejército a desobedecer a su jefe. Sostiene que la pérdida de la visa fue por el sancocho de exabruptos que soltó ante un escaso auditorio de la ONU asombrado con el nivel de ridículo. Sí, logró demostrar la decencia y tolerancia de la democracia americana. En cualquier otro país, incluyendo Colombia, detienen y juzgan al extranjero que se atreva a incitar a la sedición. Debería estar agradecido de que le impidan volver, porque si lo hace, ya sin inmunidad diplomática, lo que arriesga es que su discurso sea desde una celda.

“¿Cuál Ucrania ni qué ocho cuartos?”, dijo con displicencia cuando empezó el genocidio de Putin. Ese mismo ‘respeto’ que lo hace guardar silencio ante las matanzas de Ruanda o de cualquier otro lugar donde los asesinos sean sus amigos ideológicos.

El Nobel de la Paz, es promovido y otorgado por políticos y académicos de inclinación socialista. Por eso duele tanto en los círculos de izquierda que el premio haya sido entregado a María Corina Machado: una mujer que, sin ejércitos ni discursos incendiarios, encarna mejor la dignidad que todos sus críticos juntos.

Creyeron que su descarado cinismo había contaminado incluso a la izquierda democrática europea. Pero no: todavía hay decencia que atraviesa las fronteras ideológicas. Y esa, sí, es una buena noticia para la paz.

Médico oftalmólogo, especialista en cirugía vitreoretinal. Docente universitario, fue gestor y director de la Clínica de Oftalmología de Cali y es reconocido como pionero en Colombia en cirugía de catarata con lentes intraoculares y en retinopexia neumática.

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