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No me grabes, sálvame

La revictimización ha estado a la orden del día en videos, declaraciones y expresiones que desconocen el derecho de una persona de reconocerse distinta.

Paola Andrea Gómez.
Paola Andrea Gómez. | Foto: El País.

13 de abr de 2025, 01:14 a. m.

Actualizado el 13 de abr de 2025, 01:14 a. m.

“Si un día me ves en peligro, no me grabes, sálvame, ayúdame, haz algo. No conviertas el dolor en contenido”. El potente mensaje circundó las redes sociales esta semana, tras conocerse el brutal asesinato de Sara Millerey, torturada y arrojada a las aguas de un río en Bello, Antioquia, mientras lo ocurrido quedó grabado en un video, que se multiplicó en el mundo digital, y cuyo autor es desconocido y buscado por las autoridades.

Las primeras señales de la investigación apuntan a que este sería un crimen de odio, el número 24 del 2025 contra la comunidad lgtbiq+. La víctima no tenía antecedentes, no había por qué asesinarla con tal sevicia. Las organizaciones de derechos humanos han vuelto los ojos sobre la transfobia, que a estas alturas sigue presente en el país. La revictimización ha estado a la orden del día en videos, declaraciones y expresiones que desconocen el derecho de una persona de reconocerse distinta. Todo lo ocurrido nos deja claro, de nuevo, que nos falta mucho para entender la diversidad en todas sus manifestaciones. Que la burla, el estigma, el señalamiento, la incomprensión y la ignorancia también matan.

Más allá del doloroso caso de Sara y la urgencia de que haya conciencia y educación en torno a las personas de identidades sexuales distintas a las heteronormativas, hay otra profunda reflexión que evidencia esta historia: las grabaciones para viralizarnos, como una vitamina que alimente nuestro narcisismo virtual.

“No quiero que si algún día me están golpeando, tú estés ahí grabando.

No quiero que si me ves tirada, sola, sin fuerza, me filmes, en lugar de eso: ¡Sálvame!”.

En esta otra parte del mensaje, que busca generar una reflexión seria frente a estas grabaciones, nos invitan a la acción, a hacer algo para evitar que una tragedia ocurra. A pensar antes de grabar y compartir el porqué, el para qué. ¿Sirve de algo prender la cámara?, ¿estamos ayudando? Hay que detener el impulso de activar una grabación antes que hacer una llamada a la línea de emergencia. Sí, hay videos que luego confirman delitos y contribuyen a una investigación, pero también hay otros, una gran mayoría, que solo alimentan el morbo.

No se trata de exponer la vida o de hacerse el superhéroe en circunstancias complejas, pero sí de pensar un par de segundos qué puedes hacer, los mismos que tardas en buscar un celular para grabar.

Cuántas veces son más los que están grabando alrededor de un hecho en la calle que los mismos organismos de socorro. O cuántas otras nos parece más oportuno andar en modo video que en modo humanidad. Aterra saber, además, que el consumo de contenido violento, que producen mercaderes de la muerte, es todo un género en la actualidad. Que hay influenciadores, incluso medios, que lo hacen sin vergüenza alguna. Que no hay filtro, que comercializamos y revictimizamos a los protagonistas de hechos dolorosos. Grabamos, compartimos y consumimos por inercia. Aprendimos a usar la tecnología, pero muy poco a usar la ética en ella.

“No hagas del sufrimiento un espectáculo.

La vida no es un show. La vida se defiende. Se cuida. Se protege”.

Que estas frases nos queden grabadas en la mente. Y si alguna vez vemos a alguien en peligro, o hay algo por hacer, busquemos ayuda, intervengamos, si es posible. A veces basta con gritar, acompañar, llamar. Cualquier cosa es mejor que quedarse quieto con el teléfono en alto. Haz lo que te gustaría que hicieran por ti, por tu hermana, por tu hijo, por tu amiga. Haz lo humano, haz lo correcto, haz algo. Y, en definitiva, no me grabes, sálvame.

@pagope

Comunicadora Social - Periodista y Docente de la Universidad Autónoma de Occidente. Caleñísima. Con 26 años de experiencia en una sala de redacción. Entiende el periodismo como una pasión, pero sobre todo, como una manera de transformar y servir a la sociedad. Ciudad, paz, género y niñez, los temas que le apasionan.

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