Columnistas
¿Macron, kamikaze?
Sometió a los franceses a un voto histórico sin estar debidamente preparados para tan grande desafío y los resultados esperados no podrían ser diferentes de los registrados en las elecciones...
Francia pasa por un momento político de locura generalizada y peligroso que amenaza su futuro y el futuro de toda Europa. La ira, la agresividad, la mentira, la demagogia y la división profunda se apoderaron de sus gentes en una confrontación violenta. El país de Descartes perdió la razón. ¿Qué pasó?
Todo comenzó hace pocos días, cuando las elecciones europeas comprobaron la existencia de una división profunda de los franceses, masivamente inclinados a votar por los partidos de extrema derecha o de extrema izquierda y a no apoyar al partido centrista en el poder del presidente Emmanuel Macron.
Consciente de su impopularidad y del curso extremista que se imponía en su país, Macron decidió (sin contarles a sus más próximos colaboradores ) intentar un golpe de ‘póker’ político al disolver la Asamblea Nacional y obligar a los franceses a votar (otra vez) en unas lecciones legislativas anticipadas para (según él) ver más claro en la opinión pública y actuar en consecuencia. Resultado: sometió a los franceses a un voto histórico sin estar debidamente preparados para tan grande desafío y los resultados esperados no podrían ser diferentes de los registrados en las elecciones europeas.
Hasta ahora (puede que cambie el domingo próximo a la hora de votar) la jugada de Macron amenaza en convertirse en bumerán, ya que gran parte del pueblo francés optó por volverse pragmático y perdonarle al partido ultraderechista Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen sus infames orígenes racistas y colaboracionistas con los nazis y pensar que se había reformado bajo el mando de su hija Marine Le Pen para convertirse en un partido respetable que responde mejor a sus deseos, en materia de inmigración y defensa. Ahora se llama Agrupación Nacional.
Por otra parte, las elecciones legislativas anticipadas revelaron que la izquierda unida también podía llegar al poder pese a las inclinaciones abiertamente antisemitas y antiparlamentarias de su agrupación más dominante. Y finalmente están los centristas que rodean a Macron y dirigen el país desde hace siete años (y les faltan tres), y cuyo gobierno registra penosos fracasos en campos que no perdonan como impuestos, inmigración desbocada, seguros de desempleo, edad del retiro laboral, política exterior irrelevante o fracasada, etc. Volviéndose inmensamente impopular.
Ante estas revelaciones en su contra, Macron quiso mostrar que pese a sus errores y fracasos, él es y sigue siendo el único polo de estabilidad del país. Y no cesa de advertir que sin él el país se volvería un caos. Invoca la posibilidad de guerra civil en caso de tener extremistas en el poder y en vez de calmar los ánimos, incita y asusta.
En medio de tal zozobra, cada grupo político se prepara para afrontar las urnas el domingo próximo en una primera vuelta y el 6 de julio en una segunda y definitiva. Los pronósticos no favorecen al grupo ‘moderado’ y centrista de Macron y sus aliados le reprochan la disolución de la Asamblea en el peor momento, sin darse cuenta de que saldría perdiendo. Dicen que se autodisolvió… como un kamikaze.
Entretanto, la derecha ya clama victoria con un candidato aparentemente muy popular, portador de anheladas promesas de seguridad. Se llama Jordan Bardella, tiene 28 años de edad y ninguna experiencia política a nivel nacional o local. La izquierda trata de unirse en un Frente Popular con la intención de neutralizar a sus miembros antisemitas. Y Macron quiere convencer que él y solo él sería capaz de manejar tan difícil situación. Finalmente, en el medio de la zozobra, tenemos a un pueblo inteligente, talentoso y admirado por su glorioso pasado y presente cultural, escogiendo la mejor opción de los gobiernos que se les ofrecen y la salvación de las angustias de una política mal practicada.