Columnistas
Lo que deja la campaña
El uribismo en Cali hoy está tan desgastado como el petrismo y tampoco fue capaz de tener un candidato propio a la Alcaldía.
Varios hechos empiezan a quedar claros, a solo mes y medio de las elecciones para definir alcalde de Cali:
1. Ya sabemos que el gran derrotado el próximo 29 de octubre será Gustavo Petro. El hoy Presidente y sus socios políticos dilapidaron, de una forma tan torpe como asombrosa, el radical ‘giro a la izquierda’ que Cali había dado en las elecciones del 2022.
Petro ni siquiera logró poner un candidato propio en la ciudad que fue uno de los grandes bastiones de su triunfo en las presidenciales.
La candidatura terminó en manos de Danis Rentería, un hombre que históricamente ha estado más ligado a la derecha que al progresismo. Y la izquierda local, que en el papel estaba llamada a poner Alcalde, quedó más dividida y debilitada que nunca.
Hoy, hasta el voto en blanco le gana al candidato del Pacto Histórico en las encuestas. Una situación que nadie habría imaginado un año atrás.
2. El ‘giro a la derecha’ que muchos vaticinaron aquí, después del salvajismo en el que terminó el paro cívico del 2021, tampoco se dio. El uribismo en Cali hoy está tan desgastado como el petrismo y tampoco fue capaz de tener un candidato propio a la Alcaldía.
Más aún: ningún candidato a la Alcaldía quiere verse alineado con esa orilla. La pregunta, bajo esa lógica, es por qué un candidato como Alejandro Eder, que hace cuatro años logró posicionarse como una interesante opción ciudadana, se ha desdibujado dando pasos en esa dirección.
3. Si alguna vez existió, el Centro en Cali desapareció con más pena que gloria. Los líderes fundadores del movimiento ‘verde’ en Cali quedaron en el olvido y no lograron traspasar sus banderas a una nueva ‘camada’ de líderes. Los que luego cooptaron el partido y lograron llegar al poder, es decir, el alcalde Jorge Iván Ospina y sus amigos, salen del Gobierno con el mayor nivel de desprestigio que ningún político había alcanzado antes en la historia del país. Triste final de una generación.
4. Cali es un lugar en el que parece mantenerse vigente una receta política sencilla, pero salvaje: juntar populismo con maquinarias. Es una fórmula que solo requiere la presencia de una figura capaz de conectar con la calle y sin muchos escrúpulos para aceptar apoyos de todos los matices e intereses, a cambio de acuerdos burocráticos.
Por esa vía llegaron a la Alcaldía Jhon Maro Rodríguez, Apolinar Salcedo, Ricardo Cobo, e incluso el mismo Armitage. En esta ciudad, que antepone la emoción a la opinión, no es ninguna sorpresa que esa misma receta le esté funcionando a Roberto Ortiz, hoy primero en las encuestas.
5. Cali y el Valle sufren una crisis de liderazgo tan profunda, que la figura regional más cotizada es una joya del mal ejemplo: el destituido y cuestionado exgobernador Juan Carlos Abadía, una especie de ‘Lord Voldemort’ que sobrevive entre las sombras alimentándose de la carroña de la política.
Resulta absurdo e incomprensible que hasta la candidata Diana Rojas, que como concejal enarboló valientemente las banderas de la lucha contra la corrupción, haya terminado sentada en una reunión con él, bajo el auspicio complaciente de su mentor, el exalcalde Maurice Armitage.
Y más exótico aún, que muchos aquí sigan haciendo maromas para que no veamos a Abadía en la ‘foto’ de sus campañas, cuando todos ya sentimos su hedor.