Columnistas
Las mujeres y el conflicto
En la historia del conflicto colombiano están siempre presentes dos procesos en pugna: el enfrentamiento mismo y las luchas por la construcción de una sociedad democrática y en paz.
El pasado miércoles 28 de junio conmemoramos el primer aniversario de la publicación del informe de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, uno de los resultados positivos de los acuerdos de paz de La Habana de 2016, a cargo del sacerdote Francisco de Roux. Las comisiones de la verdad que hemos conocido en el mundo entero se organizan cuando el conflicto ha terminado. En nuestro caso, por el contrario, el conflicto continúa y contamos en este momento con la mayor información que país alguno disponga sobre sus conflictos.
La pregunta que tenemos que hacer ahora es si el informe ha sido reconocido, discutido, asimilado y difundido. El balance seguramente es precario, pero de todas maneras su existencia constituye un hecho de primera magnitud en la vida colombiana. El informe consta de 8.386 páginas (aproximadamente), y está compuesto por cinco volúmenes de carácter general, cuatro sobre poblaciones específicas (indígenas, mujeres, población Lgbtiq+, niños y adolescentes, colombianos en el exterior) y un volumen compuesto a su vez por 13 tomos de informes regionales, para un total de 23 libros. Un error de la Comisión consistió en no presentar un volumen que sirviera de resumen a un informe de tan grandes proporciones.
Recomiendo a los lectores comenzar la lectura por el volumen ‘No matarás. Relato histórico del conflicto armado’ (disponible en la red), que presenta un panorama de los enfrentamientos desde sus orígenes remotos en la masacre de las bananeras de 1928 o en la Violencia de los años 1950 hasta la actualidad. Más que un estudio historiográfico, este documento es una descripción exhaustiva de lo sucedido y constituye una excelente materia prima para los investigadores.
En la historia del conflicto colombiano están siempre presentes dos procesos en pugna: el enfrentamiento mismo y las luchas por la construcción de una sociedad democrática y en paz. Sin embargo, es doloroso constatar la imposibilidad que ha existido de construir la paz porque, con muy pocas excepciones, los actores comprometidos en las negociaciones, tanto desde el gobierno como desde los grupos armados, aparentemente interesados en lograrla, construyen múltiples estrategias para auto sabotear la posibilidad de un entendimiento, como vemos actualmente. La impresión que queda después de leer los informes es que en Colombia la paz sigue siendo un proyecto imposible.
Sin embargo, el pequeño aporte que podemos hacer desde la academia y desde diversos grupos ciudadanos para romper con esta imposibilidad es promover la conciencia acerca de lo que ha sido esta guerra atroz en la que nuestro país se ha visto comprometido. La Paz Querida, una iniciativa ciudadana que busca el reconocimiento de la dignidad humana, promueve un foro cada mes para discutir y difundir los resultados de la Comisión de la Verdad.
El martes 11 de julio tendremos la discusión de la primera parte del informe ‘Mi cuerpo es la verdad’, consagrado a cómo las mujeres han vivido y soportado sobre sus hombros el conflicto, con base en tres preguntas: ¿Qué pasó?, ¿por qué pasó? y ¿qué pasó con lo que pasó? “Muchas mujeres vieron morir a sus padres, hermanos e hijos; otras observaron cómo violaban a sus hijas o padecieron la violación en carne propia. O fueron desplazadas, en condición de huérfanas o viudas; llegaron a ciudades extrañas a empezar de nuevo, sin noticias de sus familiares, sin nada, sólo con su fuerza y la convicción de levantarse y honrar la vida. Perdieron sus tierras y nunca pudieron recuperarlas”, nos dice el Informe (p.14).
Nuestras invitadas son Alba Nubia Rodríguez y María Eugenia Ibarra, profesoras de Univalle, especialistas en estudios de género. Los esperamos, pues, en la casona de la Sociedad de Mejoras Públicas, frente a La Merced, a las 5:00 de la tarde. La comprensión no es condición suficiente para cerrar un conflicto, pero sí es un comienzo.