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Esa no soy yo
“El error más común es confiar demasiado...”
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3 de ago de 2025, 01:15 a. m.
Actualizado el 4 de ago de 2025, 05:07 p. m.
Yo no soy esa que en WhatsApp te escribe / vendiendo divisas, con apellido sin tilde. / La foto es la mía, pero es una trampa/ esa Paola así, no, esa no soy yo.
Esta semana descubrí que tenía una versión pirata, o mejor dicho, tres. Como en la balada clásica de Mari Trini (que no se noten los años, es pura cultura general), me daban ganas de cantar ‘Yo no soy esa’. Tres números de WhatsApp —3022520536, 3022520873 y 3022462322—, con una foto mía, nombre completo, y el segundo apellido mal escrito, comenzaron a escribirle a mis contactos, ofreciendo euros y dólares a precios de feria.
Aclaro: nunca fue desde mi número personal, lo que hicieron fue usar mi cara y mi nombre para escribirle a mis contactos. Mientras seguía con mi vida normal, mi “yo pirata” intentaba estafar a medio mundo, con divisas de mentira y mala ortografía.
Le escribieron a una cantante, a un congresista, a un escritor, a mi ex compañera de trabajo, a una de las jefas de mi trabajo actual, a la vecina, a la amiga de la universidad, a la hija de una amiga, a la mamá de un amigo de mi hijo, a la tía política…
Algunos me avisaron preocupados, otras vacilaron al impostor, pidiéndole el doble de lo que ofrecía cambiar, mientras que varios detectaron la trampa por la mala escritura: Perafán convertido en Parafan o Perafan. Entre risa y susto, una amiga bromeó diciendo que escribía la Paola de Temu (aclaro que compro en Temu y me ha ido bien), en alusión a que esos perfiles eran una copia barata de la original. El chiste fue bueno, pero el desgaste fue fatal: pasé días explicando que me estaban suplantando, y publicando estados y mensajes para advertirlo.
Hablé con un policía de delitos informáticos que me explicó que este tipo de suplantaciones son cada vez más comunes y que pueden originarse en apps aparentemente inofensivas, accesos indebidos a correos o permisos excesivos concedidos sin pensar. “El error más común es confiar demasiado: instalar aplicaciones que piden todo, abrir correos maliciosos o compartir códigos de verificación”, me dijo. Justo a otra amiga le pasó esta semana.
Aún sigo respondiendo mensajes y aclarando que esa no soy yo, con temor de que mis contactos se cansen o alguno caiga. Y aprendí que no hace falta hackear tu cuenta para robar tu identidad: basta una foto pública, un par de datos y un mensaje convincente.
En Colombia, al 17?% de quienes navegan el mundo digital les han robado su identidad, y las estafas por WhatsApp son de las más comunes. A veces roban la cuenta clonando la SIM; otras, con el viejo truco del “me llegó un código por error, ¿me lo reenvías?”. En mi caso fue más básico: se apropiaron de mi imagen y empezaron a suplantarme.
La sensación que queda es de susto, rabia y pérdida de tiempo. No hubo dinero de por medio, pero sí horas poniendo alertas, pidiendo bloquear y reportar esas cuentas, activando verificaciones y controlando apps con acceso a mis datos.
Hoy sé, una vez más, que prevenir es más fácil que reparar, y que hay que tener bien activadas las antenitas de vinil, como el Chapulín Colorado, para no instalar aplicaciones ‘maravillosas’, estar ‘en la juega’ con algún reporte extraño en tu correo y desconfiar hasta del suspiro, porque los estafadores no descansan y siempre andan al acecho. ¡No lo olviden!
Hoy intento reírme de esa Paola pirata / con foto robada y ortografía barata./ Pero el riesgo es real y la alerta va en serio:/ que cualquiera sea tú y no… tú no seas tú.
Comunicadora Social - Periodista y Docente de la Universidad Autónoma de Occidente. Caleñísima. Con 26 años de experiencia en una sala de redacción. Entiende el periodismo como una pasión, pero sobre todo, como una manera de transformar y servir a la sociedad. Ciudad, paz, género y niñez, los temas que le apasionan.