Columnistas
De un posible arboricidio al camino del Milagroso
Debemos meterle imaginación para que ese mejoramiento vial no se convierta en un arboricidio.
Uno de los más fascinantes tramos de la vía entre Buga y el Lago Calima o Buenaventura es entre la Ciudad Señora y Mediacanoa, municipio de Yotoco. La razón es el túnel arbóreo de varios kilómetros que se forma por el encuentro aéreo entre los samanes centenarios de ambos lados de la vía, dando una rica sombra. Como si esa frescura intempestiva fuera poca, admirar las raíces de esos árboles antiquísimos es una fantasía, pues adquieren formas mitológicas, como si fuera Medusa quien los replicara. Variedades de trepadoras abrazan sus troncos, fortaleciendo un ecosistema rico en fauna y flora. Pues ese paraíso que estamos describiendo de más de mil árboles, corre peligro ante la ampliación de la carretera, en ese importante tramo de la vía a Buenaventura.
¿Que la carreta ampliada se necesita? No hay duda, pero debemos meterle imaginación para que ese mejoramiento vial no se convierta en un arboricidio. Lo grave es que no basta cambiar un árbol por otro. No se reemplaza por uno joven, un samán de 200 años, con un tronco que requiere de varios hombres uniendo sus manos para rodearlo. En el caso del samán de Guacarí, eran 9 hombres quienes abriendo sus brazos podían abrazar el tallo del árbol símbolo de la ciudad.
Como lo fácil es protestar, pero lo razonable es hacer propuestas, me atrevo a hacer una: Que el Departamento del Valle y la Alcaldía de Buga adquieran la carretera tradicional, la del bello túnel arbóreo y que allí hagamos, con la Comunidad Redentorista el ‘Camino del Señor de los Milagros’, que inspirado en el de Santiago de Compostela, sea peatonal ruta de oración para los fieles, ciclovía para los deportistas, sendero para quienes tienen alguna discapacidad y ejemplo de turismo de naturaleza y religión.
Esos nueve kilómetros podrían recrear de manera artística la historia de la lavandera solidaria que encontró el pequeño crucifijo para salvar un reo que no tenía como pagar las deudas. Plasmar los pasos desde ese momento hasta hoy, con la portentosa Basílica que atrae millones de peregrinos y quienes no tienen muchas actividades a realizar en Buga. En esos 18 kilómetros de ida y vuelta se podrán concesionar algunos puntos de alimentos y bebidas, otros de recuerdos religiosos y hasta de artículos deportivos. Habrá un punto de enfermería.
La conexión con la Laguna de Sonso sería aprovechada para hacerle una extensión a los observadores de aves y de otras especies, con caminos de madera y barandillas del mismo material, para caminar sobre humedales y lagos sin afectar el ecosistema. Frente al río Cauca se podría hacer una gran terraza maderable desde donde los viajeros puedan descansar, tomar algo, incluso su almuerzo y refrigerio y utilizar los baños con los tratamientos adecuados de aguas servidas.
La comunidad religiosa podría idear días temáticos para que los viajeros permanezcan en Buga varios días y su visita no se limite a oír una misa y dirigirse a otros destinos, donde permanecen y gastan. El lunes de los papás, el martes de la juventud, el miércoles de los sueños, en fin, el turismo es imaginación para conquistar a los viajeros y atraerlos a un destino con encanto. En el caso de Buga, el reto es pasar de peregrinos a fieles y ecoturistas religiosos.
Gobernadora Dilian Francisca Toro; alcaldesa Karol Martínez; director de la CVC Marco Suárez; padre Alcides Orozco, rector de la Basílica; director de la Cámara de Comercio de Buga, Wilder López; secretario de Turismo del Valle, Julián Franco: ustedes son ejecutivos valiosos, aquí tienen la oportunidad de hacer una impactante alianza pública privada para dinamizar el turismo de la región y salvar un millar de árboles centenarios. Las generaciones, actuales y venideras, agradeceremos ese paso trasformador.
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