PAPA FRANCISCO
El Papa Francisco
El Papa Francisco, un jesuita, no lo olvidemos, ha respondido a esta tormenta perfecta con una prudencia que critican los impacientes...
Se cumplen diez años de la entronización del Papa Francisco y podemos calificar de histórico su papado. En primer lugar, porque es la primera vez en su historia que la Iglesia elige a un papa que no es europeo, sino americano, argentino por más señas. Con lo que esta venerable institución ha demostrado tener todavía flexibilidad suficiente como para imponer un nuevo alcance al término con el que desde hace siglos se autodefine: Iglesia Católica. O sea, “universal, que comprende o es común a todos”.
Desde las conquistas de América por españoles, portugueses y franceses, la Iglesia comenzó a desbordar los límites de su magisterio fijados por las fronteras del Imperio Romano de Occidente y a avanzar con decisión hacia el universalismo. Pero solo hoy, cinco siglos después, cuando la Iglesia ha honrado esa vocación eligiendo un Papa que ya no es de aquellas tierras.
No es esta, sin embargo, la única novedad histórica que implica esta elección. También fue la primera vez que hubo dos papas en Roma. Recordemos que el cardenal Bergoglio fue elegido Papa debido a la renuncia al papado de su antecesor en el trono de San Pedro: Benedicto XVI. Quien, aunque renunció al ejercicio de sus poderes, no por ello dejó de ser Papa: un Papa en el retiro, pero Papa al fin de cuentas.
En el pasado esta coexistencia anómala, habría sido muy conflictiva: el resultado o el anticipo de un cisma que habría dividido a la iglesia de arriba abajo. En esta oportunidad solo fue la fórmula de compromiso que permitió salvar la grave crisis que fracturó a la curia romana durante el papado de Benedicto XVI.
L’Osservatore romano afirmó entonces que Benedicto era “un pastor acosado por lobos”, aunque podría haber dicho que quienes lo hacían eran los buitres que rondaban las finanzas vaticanas. La corrupción no fue sin embargo el único ingrediente de la crisis mencionada. Los otros fueron la crítica feminista a la Iglesia por excluir del sacerdocio a las mujeres. Y el alud de acusaciones de pederastia desencadenado al final del papado de Benedicto XVI, aprovechado por quienes quieren abolir al celibato.
El Papa Francisco, un jesuita, no lo olvidemos, ha respondido a esta tormenta perfecta con una prudencia que critican los impacientes y echando mano de la tradición franciscana de enaltecimiento de la pobreza, del amor a la naturaleza y de la paz en un mundo cada vez más en guerra consigo mismo y con la naturaleza.