Columnistas
Actualidad de la No-Violencia
Se desarrolla una operación naval de magnitud sin precedentes que no se sabe bien lo que persigue. Difícilmente acabar con el narcotráfico que no transita mayoritariamente por esa ruta...
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24 de sept de 2025, 02:28 a. m.
Actualizado el 24 de sept de 2025, 02:28 a. m.
Vivimos en un mundo especialmente violento, por el enfrentamiento entre poderes nacionales, o bien por los conflictos dentro de las naciones y entre sus ciudadanos. No se puede descartar que en el futuro se produzca un escalamiento y se usen ojivas nucleares. Ya asistimos a bombardeos contra posiciones militares y al uso indiscriminado de misiles y de drones explosivos que afectan crecientemente poblaciones civiles. Lo que sucede en Gaza es inadmisible para la civilización occidental, como lo es también el terrorismo de Hamás, o el expansionismo ruso en Ucrania.
Aunque es un escenario de conflicto distinto y no comparable con los anteriores, inquieta sobremanera la lucha contra el narcotráfico del gobierno Trump, cerca a las costas venezolanas, donde se persigue el tráfico ilegal, pero también de manera ilegal. Se desarrolla una operación naval de magnitud sin precedentes que no se sabe bien lo que persigue. Difícilmente acabar con el narcotráfico que no transita mayoritariamente por esa ruta. Tal vez tumbar el régimen ilegal de Maduro y lograr control sobre las riquezas petroleras. Violencia imperial para controlar recursos de una sociedad.
En este contexto, Colombia está en una situación muy difícil dentro de sus fronteras. En nuestro caso, es importante tener perspectiva histórica y captar lo que se ha avanzado desde la década de los 80, cuando se pusieron en práctica distintas propuestas de paz con los grupos de guerrilleros. No es posible afirmar que estamos ahora en una situación peor, reconociendo que durante el gobierno de Petro, algunos indicadores son preocupantes.
No se puede olvidar que, en 1991, la tasa de homicidios en Colombia por 100.000 habitantes fue de 81 y en 2024 de 26, con disminuciones pronunciadas desde 2002, cuando la tasa llegó a 70. ¿A qué se deben las tasas de homicidio en Colombia? Solamente en parte mucho menor, al conflicto armado con la guerrilla. Los distintos procesos de paz sí redujeron la violencia política, especialmente el acuerdo con las Farc de La Habana en 2016.
En parte también, los convenios de Justicia y Paz logrados con los para-militares en 2004 que redujeron los homicidios y las masacres. En gran medida, a la violencia del narcotráfico. No podemos olvidar que Cali llegó a una tasa de homicidios de 122 en 1994. En los últimos años, subsiste una tasa en Colombia que se explica, en parte, por el control territorial que buscan los grupos armados organizados de los recursos legales e ilegales y, en parte, por una violencia interpersonal, los ajustes de cuentas y los robos.
Aparece, cada vez con menos fuerza explicativa, un escenario de ‘violencia política’ y surge, por el contrario, el impacto del ‘crimen organizado’ y una violencia interactiva entre ciudadanos. No tiene sustento alguno la justificación que se hace, desde la izquierda extrema, de la violencia, en el sentido de que se requiere para resolver posteriormente los problemas de la sociedad. Tampoco la idea de la derecha extrema de que los ‘ciudadanos de bien’ necesitan armarse para poder defenderse ante un estado impune.
En las circunstancias actuales, se requiere, por el contrario, darle apoyo claro a las Fuerzas Armadas y de Policía, con la exigencia de que actúen dentro de la ley. Es la llave para que logren mayor legitimidad. Entre la ciudadanía, hay que promover una pedagogía que critique el uso injustificable de las armas. Frente a los conflictos, especialmente los de la vida cotidiana, se requiere proponer la resistencia civil en muchas circunstancias y la no-violencia. Lo que caracteriza la vida es la interdependencia social. Para consolidarla, la estrategia de la no-violencia es de plena actualidad.
Sociólogo de la Universidad Javeriana, M.A. y Ph.D. en Sociología de la Facultad de Graduados del New School for Social Research, Nueva York. Profesor del Departamento de Ciencas Sociales de la Universidad del Valle. Escribe en el periódico desde 1998.