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Esther Ballestrino de Careaga, la mujer que inspiró la lucha social del papa Francisco; esta es su historia

La mujer que influyó en la vida del líder de la iglesia católica fue una víctima de la dictadura.

Esther Ballestrino de Careaga, fundadora de Madres de Plaza de Mayo e inculcó en el Papa Francisco el compromiso social.
Esther Ballestrino de Careaga, fundadora de Madres de Plaza de Mayo e inculcó en el Papa Francisco el compromiso social. | Foto: El País

Francisco Calderón

26 de abr de 2025, 11:23 p. m.

Actualizado el 26 de abr de 2025, 11:51 p. m.

Esther Ballestrino de Careaga fue la mujer que marcó la vida del Papa Francisco, a raíz de que ella lo acercó a ese compromiso que lo acompañó durante toda su vida, más cuando fue el máximo representante de la iglesia católica.

Era una bioquímica uruguaya-paraguaya, feminista y una reconocida activista, sí, esta mujer de carne y hueo fue fundamental en la formación política de Francisco, ya que influyó en el compromiso con la justicia social que marcó el liderazgo que el papa desempeñó durante doce años al frente del Vaticano.

papa francisco
A la ceremonia asistieron unos 50 jefes de Estado, 10 monarcas y más de 130 delegaciones extranjeras, entre ellas las encabezadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; el de Ucrania, Volodimir Zelensky; el de Argentina, Javier Milei; el de Brasil, Lula da Silva; y el príncipe William del Reino Unido. | Foto: AFP

Francisco lo reconoció en múltiples ocasiones, en público, donde solía recordar cómo conoció a Esther, una de las víctimas de la última sanguinaria dictadura militar argentina que duró entre 1976 y 1983, y que pasó a la historia de los derechos humanos como fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, un grupo de ciudadanas que se organizó para enfrentar a los militares y buscar a sus hijos desaparecidos.

“Una mujer con mucho sentido del humor, que me introdujo en el mundo de la política (...). Me hacía leer varias cosas (...), conversábamos sobre eso, los comentábamos. A pesar de que yo era cura, seguimos siendo muy bueno amigos”, confesó Francisco en su momento.

El representante de la Iglesia hablaba mucho de ella, hasta que el comunicador social Nello Scavo rescató su influencia en “Bergoglio y los libros de Esther”, una obra de 90 páginas que relata la relación entre ambos. Francisco la explicaría, también, en “Esperanza”, su propia autobiografía, sin tapujos, con esa sinceridad que siempre lo caracterizó.

El papa contaba que Ballestrino le había enseñado “la seriedad del trabajo” cuando se conocieron en un laboratorio de la ciudad de Buenos Aires, en donde la bioquímica supervisaba el desempeño de los jóvenes que acudían a hacer las prácticas en su preparación académica.

Uno de ellos era un adolescente de 16 años de edad, llamado Jorge Bergoglio, que décadas después se convertiría en el primer papa latinoamericano, cambiando la historia de la iglesia católica. “Realmente le debo mucho a esa mujer”, insistía Francisco, quien confesó una profunda amistad con su mentora hasta que ocurrió un final trágico.

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El cuerpo del Papa Francisco reposa en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, donde estará en estado durante tres días hasta sus hornas fúnebres. | Foto: AP

De madre paraguaya y padre uruguayo, nació en 1918 en Fray Bentos, una pequeña ciudad del país su padre, pero cuando todavía era niña la familia se trasladó a Encarnación, Paraguay.

Esa nación del cono sur estudió Bioquímica y comenzó a militar en el Partido Revolucionario Febrerista, lo que le valió la persecución de la dictadura militar paraguaya. En 1947 encontró refugio en Argentina, que vivía en un sistema democrático bajo, gracias a la presidencia de Juan Domingo Perón.

Durante los años siguientes, en los que la violencia política arrancó en la nación de Borges, con golpes de Estado y la aparición de guerrillas, Ballestrino se quedó en Buenos Aires, se casó con Raymundo Careaga y tuvo tres hijas.

Pero el vuelco definitivo a su vida ocurrió el 24 de marzo de 1976, con el inicio de la última dictadura que secuestró a dos de sus yernos y a su hija Ana María Careaga, quien se convertiría en una prueba viviente del poder de los militares, esto quien era ella y torturaron. La mantuvieron encerrada en un centro clandestino durante cuatro meses, pero logró sobrevivir y dar a luz a una niña.

Cuando esto ocurrría, Ballestrino llegó hasta la Plaza de Mayo para organizar movilizaciones junto con otras mujeres que denunciaban desapariciones. Para identificar su lucha, se pusieron en la cabeza pañuelos blancos que representaban los pañales de las hijas e hijos que buscaban.

Luego de la liberación de Ana María, Ballestrino y sus seres queridos se refugiaron en Brasil y en Suecia, pero la fundadora de ese colectivo humanitario decidió regresar a Argentina.

Por eso, el 8 de diciembre de 1977, Ballestrino fue secuestrada en una iglesia de la ciudad de Buenos Aires junto con otras personas, entre ellas Azucena Villaflor y María Ponce, también fundadoras de Madres de Plaza de Mayo.

La llevaron a uno de los centros clandestinos de detención. La torturaron por lo menos durante 10 días y luego la subieron a uno de los “vuelos de la muerte”, el sistema que usaron los militares en todo el continente para desaparecer a sus víctimas tirándolas, en muchos casos todavía vivas, al mar.

No siempre este macabro plan se cumplió a cabalidad. El 20 de diciembre del año de 1977 aparecieron cadáver en varias playas argentinas. El mar los había empujado a la plata. Fueron enterrados después como desconocidos. Luego, casi 30 años, el 8 de julio de 2005, el Equipo Argentino de Antropología Forense confirmó que uno de esos cuerpos era el de Ballestrino.

El 24 de julio de ese mismo año, la fundadora de las Madres de Plaza de Mayo le brindaron el último adiós en el jardín de la iglesia en la que había sido secuestrada. Su nombre inspiró desde entonces las luchas por los derechos humanos en ese país y, gracias al permanente recuerdo del Papa Francisco, fue conocido en todo el mundo.

El papa Francisco impulsó la transformación de la Iglesia para reducir su centralismo, hablar de democratización, escuchar a los fieles e incluso disminuir su propio poder.
El papa Francisco impulsó la transformación de la Iglesia para reducir su centralismo, hablar de democratización, escuchar a los fieles e incluso disminuir su propio poder. | Foto: AFP

Francisco Calderón

Soy comunicador social de la Universidad Santiago de Cali y periodista radicado en Popayán desde hace más de 15 años, pero con nacionalidad caleña. Además, soy reportero judicial en una de las regiones más hermosas del mundo, el Cauca.

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