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Termómetro de la felicidad: prácticas, hábitos y decisiones que la acercan en una relación
Identifique si su relación es feliz, o si está adentrándose en los terrenos de la desconexión emocional.

26 de jul de 2025, 02:03 a. m.
Actualizado el 26 de jul de 2025, 02:03 a. m.
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¿Se puede medir la felicidad en pareja? Quizá no haya una respuesta correcta, pues más bien corresponda a un cúmulo de más preguntas, que de ser acertadas, podrían ser consideradas un indicador de felicidad.
¿Me siento escuchado/a y comprendido/a por mi pareja? ¿Tenemos buena comunicación, incluso cuando hay desacuerdos? ¿Me siento valorado/a y respetado/a en la relación? ¿Me siento atraído/a emocional y físicamente por mi pareja?
Por supuesto, la respuesta depende de cada caso en particular. Pero aunque la idea del “vivieron felices para siempre” suena romántica y tentadora, en la vida real la felicidad en pareja no es una constante ni un destino fijo.
Es, como coinciden los expertos, un proceso lleno de imperfecciones y matices, que requiere compromiso, conexión y cuidado mutuo.

“La felicidad no es un estado definitivo ni mucho menos una meta. Es, más bien, un camino que se construye día a día”, comienza por explicar Ana Cristina Mallarino, psicóloga y terapeuta de pareja.
Para ella, ser felices en una relación, no significa que no existan diferencias, pues uno de los errores más comunes es asumir que una relación sana es aquella donde no hay conflictos. Al contrario, explica, una pareja funcional no es la que no pelea, sino la que sabe resolver sus diferencias con respeto y comunicación, variables fundamentales, para mantener equilibrada la balanza del amor, y por ende de la felicidad.
“Muchas parejas van perdiendo la felicidad con el paso del tiempo. Al principio no pelean tanto, se la llevan mejor, se enamoran. Pero después se enfocan en los defectos, en lo que no funciona, y se desconectan. Por eso, cuando una pareja está en crisis y me pregunta qué hacer, siempre les digo: hagan lo que hacían al principio. Salgan, conversen, tengan tiempo en pareja, busquen actividades en común. Retomen la manera en la que se enamoraron”.
Por ello, todos coinciden en que, la felicidad en pareja no se sostiene sola: requiere compromiso, tiempo, acciones concretas. “Una pareja que no tiene tiempo compartido, que no se ocupa del otro ni se deja cuidar, se va apagando”, advierte Mallarino.

Por su parte, Franki Acosta Valencia, neuropsicólogo, coincide en que existen señales claras que indican si una pareja está satisfecha y feliz en su relación, o si por el contrario, tiene una gran desconexión.
Por eso para él, aunque muchas veces, se considere un aspecto obvio, la comunicación abierta y honesta es uno de los indicadores fundamentales cuando de buscar o medir la felicidad se trata.
“Si uno ve una pareja que no está en constante comunicación, eso dice mucho. Puede que no sea evidente desde afuera, pero es una alerta silenciosa que revela desconexión”, destaca.
Y añade, “Una de las condiciones más importantes para estar en pareja es justamente ese sentido de bienestar y de tranquilidad que se da al poder decir cualquier cosa sin el miedo a ser juzgado”, explica.
Ahora bien, junto con la comunicación, Acosta señala el respeto mutuo como otro pilar esencial.
“Aquí entran cuestiones muy culturales, como el machismo, por lo que es muy típico observarlo erradamente. Sin embargo, en aquellas parejas que se perciben felices, este es fundamental. En una pareja feliz debe haber admiración de parte y parte, que cada uno reconozca y valore las cualidades del otro, incluso cuando están en desacuerdo. Eso demuestra firmeza, compromiso y satisfacción mutua”.
Ahora bien, en cuanto a la vida sexual, ambos especialistas coinciden en que no se trata solo de cantidad, sino de calidad y conexión.
“El erotismo no se puede dejar perder. Hay que besarse, acariciarse, consentirse, mantener la intimidad emocional y sexual. La sexualidad es fundamental, y tampoco la podemos dejar perder”, dice Mallarino.
Y Acosta lo respalda: “La complicidad sexual refuerza el vínculo. Hoy hay muchos tipos de parejas y formas de vivir la sexualidad, pero lo importante es que sea satisfactoria para ambos y que se construya desde la complicidad y el deseo”.

Ahora bien, otro de los grandes temas a la hora de medir la felicidad en pareja, es la de tener claridad en los acuerdos. “Muchas parejas funcionan con acuerdos no verbalizados, y a veces funciona. Sin embargo, lo ideal es que sean explícitos, porque las expectativas cambian con el tiempo. Y lo que no está bien es que cambien sin avisarle al otro”.
Por eso, insiste en la necesidad de negociar con flexibilidad y de revisar esos acuerdos con frecuencia.
“Hay que preguntarse: ¿qué tan dispuesto estoy a ajustar mis expectativas? Si no hay flexibilidad, hay que revisar si la relación puede evolucionar o si es momento de tomar decisiones”.
Y, finalmente, pone el foco en algo cada vez más difícil de lograr: el tiempo de calidad sin distracciones.
“Esto creo que también prima sobre cualquier cosa, ¿Cuáles son sus tiempos exclusivos? Aquellos que son únicamente para estar en pareja, sin que haya distracciones de ningún tipo, sin pantallas, sin celulares. Hoy en día, una de las principales quejas es que aunque están juntos, cada uno está pegado a su celular. En la cama, en la sala, después del trabajo. Eso genera distancia, y el distanciamiento es uno de los grandes problemas de las relaciones actuales”.
Eso, sin dejar de lado también, los proyectos compartidos. “Si cada quien sigue su vida sin integrar al otro en sus planes, es un signo de estancamiento. Como especie nos motivamos cuando tenemos objetivos y deseos hacia los cuales movilizarnos. En pareja pasa lo mismo: si no hay planes ni motivaciones en conjunto, pues estamos bastante graves”.
Pese a todo lo anterior, Acosta insiste en que la búsqueda de la felicidad en pareja comienza por el conocimiento propio. “La vida en pareja es esencial, pero uno no puede estar en pareja sin autoconocimiento”.
Por ello, ambos expertos proponen, hacer revisiones periódicas del estado de la relación y de manera individual. Así las cosas, Mallarino sugiere una especie de “evaluación 360”.
“Les digo a las parejas: evalúense. ¿Cómo se sienten? ¿Qué cosas están funcionando? ¿Qué necesitan mejorar? Hagan un plan de mejoramiento. Porque muchas veces las parejas solo buscan ayuda cuando ya están emocionalmente divorciadas”.
Entre las preguntas clave que propone Mallarino están: ¿me siento valorado y escuchado por mi pareja? ¿Podemos hablar con libertad de lo que sentimos? ¿Cuánto tiempo de calidad pasamos juntos? ¿Cómo está nuestra vida sexual? ¿Nos admiramos mutuamente? ¿Qué hacíamos al principio que ya no hacemos? Y si la pareja ya está desconectada, la solución comienza por reconocerlo.
“Lo primero que hay que hacer es aceptar que nos desconectamos. Lo segundo, preguntarnos: ¿queremos reconectar? Porque es una decisión de dos. Si ambos quieren, si ambos se proponen trabajar en la relación, la pueden sacar adelante”, afirma Mallarino.
“El camino es volver al inicio: salgan, ríanse, tóquense, cójanse de la mano. Parece tonto, pero el beso y la caricia liberan oxitocina y dopamina: la hormona del apego y la del placer”, concluye.

¿Realmente se puede medir la felicidad?
En 2024, el Informe Mundial de la Felicidad reveló que el país más dichoso es Finlandia. Varios puestos más abajo, en número 78, se encuentra Colombia.
Amanda Muñoz, Ph. D. en Psicología Clínica, señala que: “La felicidad se puede medir en términos de que es una emoción. Ahora la pregunta fundamental es si eso determina lo que es nuestro bienestar”. Y es que, aunque la felicidad puede evaluarse en el momento, “es altamente fluctuante. Por lo que eso no es una medida fiable a largo plazo de si alguien se siente satisfecho con su vida o siente que su vida es significativa”, explica.
Por eso, la ciencia prefiere hablar de bienestar, un concepto más estable y abarcador, que incluye la felicidad, pero también otros factores como el propósito de vida, la estabilidad emocional o las condiciones materiales. Incluso, hormonas relacionadas con el vínculo social, como la oxitocina y la serotonina, -aunque su presencia no equivale directamente a felicidad-, ofrecen pistas. “Podemos medir la oxitocina, que es la hormona relacionada con los vínculos cercanos, con las relaciones de pertenencia. Eso genera bienestar, pero no es lo único”, puntualiza.
Periodista de cultura, entretenimiento y tendencias, experta en edición digital e impreso. Amante de las historias que inspiran. Aprendiz constante.