Entretenimiento
Margarita Rosa de Francisco rompió el silencio y reveló cómo fue su ‘tusa’ por Carlos Vives
La actriz dio a conocer algunos detalles sobre la ruptura amorosa que vivió con el cantante, tras divorciarse.
Margarita Rosa de Francisco es considerada como una de las actrices con más trayectoria y reconocimiento del país. Recientemente, la filósofa estuvo en diálogo con el periodista Diego León Giraldo, de ‘Casa del Valle’, donde aprovechó para contar detalles desconocidos sobre cómo habría vivido la ‘tusa’ amorosa tras divorciarse del artista Carlos Vives.
La expareja se habría conocido en el set de grabaciones de la novela Gallito Ramírez, y en 1988, contrajeron matrimonio, pero lamentablemente dos años después, la actriz y el cantante decidieron iniciar un proceso de separación.
“Venía muy cargada emocionalmente, me acababa de separar de Carlos y entre otras cosas, yo estaba allá en España sola y Carlos ya venía como un tsunami invadiendo el mundo con su música, había conciertos que se anunciaban, conciertos de él allá; era como si me persiguiera su fantasma por todos lados, me sentía supremamente sola y todo aquello que me estaba pasando me sirvió como material de trabajo”, reveló inicialmente Margarita.
Luego, agregó que el dolor y sufrimiento por la separación, lo usó para sus personajes, aunque fue el tiempo el encargado de sanar sus ‘heridas’: “¡No, no, no, era espantoso! De verdad que era espantoso porque yo tenía que ir a pie a mi clase, a mi escuela y pasaba por una calle empapelada con los afiches de Carlos. No la pasé bien…”, concluyó.
La protagonista de Café con Aroma de Mujer, una de las telenovelas más populares en América Latina, es descrita por el medio BBC News Mundo como “una mujer bonita y atractiva. Sus grandes ojos azules, su quijada angulada, sus cejas pobladas, su pelo abundante y su figura minuciosamente tonificada la llevaron a la fama siendo muy joven y la posicionaron como un ícono de la belleza femenina”.
Margarita, quien cursa octavo semestre de la carrera de Filosofía, dijo entre otras cosas, “me siento muy liberada. Me siento feliz. Eso no quiere decir que cuando me veo al espejo y me veo más vieja, a mí me parezca chévere. Hay muchas cosas que veo de mi cara que no me gustan. Pero yo me siento ya con el derecho a tener esa cara”.
Después, agregó: “No tengo que pedir permiso para tener esa cara que ha producido mi vida, que ha producido mi andar, mi sentir. Entonces, me siento liberada. Esa es la palabra. Me siento aliviada de no tener el deber de ser bella, ni de ser joven, ni de ser sexy, ni apetitosa”.
Al interrogarla sobre en qué momento se dio cuenta de que enfrentaba la vejez inminente, aseguró: “Pues yo empecé a tener crisis de vejez como desde los 45. Empezó a preocuparme que se me marcaban las arrugas y no tanto en el cuerpo, pero sí en la cara, y alcancé a caer en las soluciones de emergencia”.
Confesó, además, “me puse bótox en todas partes, me puse relleno en los labios también, porque esa es otra cosa de la vejez, que se empiezan a adelgazar los labios, como a meterse para adentro”.
A su vez, admitió que uno de los aspectos del envejecimiento más terribles para ella es que “los cachetes también empiezan a descolgarse”.
Otra de sus confesiones es que por haberse dedicado tanto al ejercicio, “ya todas las bisagras se me gastaron, ya no puedo correr nada, me toca hacer pilates, otro tipo de gimnasia. He azotado mucho mi cuerpo por muchos años y digamos que solo un cuerpo joven aguanta tanto abuso y ya grande, pues no lo puedo hacer”.
Recordó que en algún momento de su vida la actitud que tenía con su cuerpo era “como la de un proxeneta con una prostituta. Mi proxeneta interno me exige hacer todo lo posible para lograr un resultado con mi cuerpo, de manera que agrade o que tenga un efecto sobre los demás, no solamente sobre mí. Eso incluye privarme de ciertos placeres, incluye una serie de restricciones, pero para ese proxeneta nunca es suficiente. Siempre falta algo”.