Entretenimiento
El pequeño Clint Eastwood, la historia de un veterano de Hollywood que sigue conquistando el mundo
La leyenda de Hollywood pronto alcanzará el siglo y continúa dirigiendo. La historia del vaquero, al que aún siguen millones de fans.

15 de jun de 2025, 05:35 p. m.
Actualizado el 15 de jun de 2025, 05:35 p. m.
15 de jun de 2025, 05:35 p. m.
Actualizado el 15 de jun de 2025, 05:35 p. m.
Noticias Destacadas

En el seno de una familia humilde nació Clinton Eastwood Jr., en San Francisco, California, un 31 de mayo de 1930. Su padre, operario en la industria de la metalurgia; su madre, trabajadora en la fábrica de IBM.
Esta última dijo una vez que Clint tenía una gran imaginación y se inventaba muchos amigos imaginarios, lo que pudo haberlo inspirado a convertirse en actor. También tuvo un precoz interés musical —toca piano—, como lo declaró el actor a Esquire: “Si hubiera tenido buena disciplina, quizá me habría dedicado a la música”.
Tendría tan solo 10 añitos cuando se lanzó con sus padres a recorrer la Costa Oeste, tratando de esquivar la pobreza. Finalmente, se asentaron en la localidad de Piedmont, donde las pupilas de Eastwood se dilataron con las mansiones de los millonarios, poseedoras de enormes jardines y piscinas, varios coches por familia y club de campo.
Clint inició estudios en el Piedmont Junior High School, pero fue rechazado porque, durante un verano, destrozó el césped de la escuela con su bicicleta, entonces debió pasarse al Instituto Técnico de Oakland, donde repitió curso.

Fritz Manes, amigo suyo de infancia, contaba una vez que: “Lo que le pasó a Clint es que comenzó a salir y pasárselo bien. Quizás ni siquiera se graduó”.
Cuando se graduó de la preparatoria en 1949, él, sus padres y su hermana Jeanne se mudaron a Seattle. De joven, pasó algunos años en el noroeste del Pacífico, manejando caballos salvajes en Springfield, Oregón, y sirviendo como socorrista de verano en Renton, Washington.
Lejos de conformarse con una suerte que hasta entonces le jugaba en contra, trabajó en todo lo que se topó en su camino: fue socorrista, repartidor de periódicos, tendero, bombero forestal, caddie de golf, la lista sigue.
A los 21 años de edad, fue reclutado por el ejército estadounidense, destinado a Fort Ord y enviado a la Guerra de Corea. Una vez, el avión bombardero Douglas AD, en el que volaba, se quedó sin combustible y cayó en el mar, cerca de la zona de Punta Reyes. Él y el piloto salieron con vida de la aeronave mientras esta se hundía en el mar. Debieron nadar más de tres kilómetros para salvar sus vidas y alcanzar la costa.
“No sabía dónde quería estar hasta que me reclutaron en el Ejército”, le dijo Eastwood a Parade, “salí y supe que tenía que hacer algo”. Cuentan que fueron dos compañeros del servicio militar quienes lo influyeron para buscar un lugar en la industria de la actuación. Con esa idea en mente se mudó a Los Ángeles.
Alto, con una presencia imponente, ojos azules de mirada intensa, y una cuidada dicción, consiguió un contrato con Universal Studios y comenzó a aparecer en papeles pequeños y sin acreditar en películas de serie B como ‘La venganza de la criatura’ y ‘Tarántula’.
Siguió cavando piscinas, conduciendo un camión de basura, para complementar sus ingresos.
Para entonces, ya se había casado, en 1953, con Maggie Johnson, una secretaria a la que conoció en una cita a ciegas; fue un matrimonio turbulento que devino en divorcio en 1984.
Su salto a la fama se produjo en 1959, cuando interpretó a Rowdy Yates en la serie de televisión western Rawhide, emitida hasta 1965, en 217 episodios. En los años 60 protagonizó al Hombre sin Nombre en la trilogía de Sergio Leone: Por un Puñado de Dólares, Por unos Dólares Más y El Bueno, el Feo y el Malo, haciendo del antihéroe estoico arquetípico. Y esta historia continúa...
Isabel Peláez. Escribo, luego existo. Relatora de historias, sueños y personajes. Editora de cultura, entretenimiento y edición de contenidos digitales.