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Día del Padre: ellos también cuidan, educan y crían, y son llamados Pamás
Padres reales, presentes. Padres que crían, educan y abrazan. Hoy son cada vez más los hombres que asumen el reto en solitario de vivir la maternidad sin que ello amenace su masculinidad.

15 de jun de 2025, 11:31 a. m.
Actualizado el 15 de jun de 2025, 11:31 a. m.
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“‘Humberto Maturana, filósofo chileno, decía que madre es hombre o mujer que cuida’, y cuanta razón tenía”, resalta la psicóloga Gloria Hurtado, para quien ese rol, aunque nunca ha sido propio de un género en especial, hoy lo natural es que los hombres también se encarguen de ocuparlo, rompiendo estereotipos y humanizando su experiencia de cuidado.
Por eso, cuando el mundo celebra el Día del Padre, varias historias de vida sobre hombres que han asumido el rol de ser padres y madres a la vez, toman fuerza. Una de ellas es la de Alfredo Agredo, el músico caleño que un día tuvo que resolver ser el cuidador de dos niños, a quienes les dedicó alma, corazón y vida.
Se casó joven, en 1984, a los 26 años. Ocho años después, su esposa Martha Elena Galindo fallecería de cáncer, dejándolo viudo con dos pequeños hijos. Con ellos, derrumbarse nunca fue una opción. “En ese momento fui papá y mamá. Tenía 34 años y me tocó asumir toda la responsabilidad solo. Fue muy retador, pero también muy bonito”, recuerda el artista.

Durante tres años crió solo a sus hijos, especialmente a su hija, cuya rutina tuvo que aprender de cero: desde comprar uniformes y libros hasta asistir a reuniones escolares rodeado solo de madres.
Rehacer su vida no fue sencillo. Cambió de trabajo para no viajar tanto y poder estar presente, y aunque pudo haberse apoyado totalmente en su madre o suegra, eligió mantener la independencia. “Lo más fácil era delegar a otras mujeres mi responsabilidad, pero no. Me dije: ‘Voy a mantener a mis hijos conmigo, como sea’. A ellos nunca les oculté la verdad sobre la pérdida de su madre. Fue duro, pero necesario”.
Esa apertura fortaleció el vínculo con sus hijos y también los hizo partícipes del proceso de reconstrucción familiar. Su hija mayor, con apenas seis años, se convirtió en un filtro emocional. “Cuando conocí a María Beatriz Viana, mi actual esposa, la niña me dijo: ‘Papá, me gusta mucho ella’. Ese fue el banderazo”. Junto a ella, su familia se hizo más numerosa, pues nacieron dos hijos más.
Hoy, lo más valioso de esta experiencia, dice Alfredo, fue descubrir la fuerza que se tiene cuando se ama: “Hay gente que después de muchos años me pregunta cómo hice. Y la verdad es que lo hice por naturaleza, por amor, por instinto”.

Lo mismo plantea el testimonio de Julio César Mejía Duque, un padre separado que asumió el cuidado total de su hija, cuando la pequeña tenía 9 años de edad.
“¿Qué es ser padre? Esa fue la pregunta que me hice cuando quedé a cargo de mi hija Verónica, siendo ella apenas una niña. Y la respuesta a la que llegué fue clara: Dios da padres, no da hijos. Esa frase me marcó porque entendí que si Él me estaba confiando a una nueva vida, entonces debía estar cumpliendo una misión. No se trataba solo de criar por criar. Ser padre, para mí, se convirtió en un trabajo sagrado. Dios me había contratado para cuidar y acompañar a esa nueva persona. Y eso implicaba una transformación interna: debía construirme y, más aún, deconstruirme como ser humano”, contó Julio César.
En ese proceso, tuvo que cuestionar sus propias creencias, romper con lo que pensaba que era “ser un buen padre” y reconstruirse desde el amor, la empatía y el respeto. “Fue difícil, durísimo. Porque deconstruirse no es simplemente cambiar de opinión: es enfrentarse a uno mismo, al dolor, a los errores y a los miedos”.
“Desde ese momento, descubrí cosas valiosísimas. Descubrí que siempre hay oportunidad de ser un mejor ser humano, que nunca es tarde. A veces solo se necesita hacer un alto en el camino y preguntarse: “¿lo estoy haciendo bien?”. Yo lo hice, y eso cambió mi vida y la relación con mi hija”.
Cuenta además, que un reto importante fue enseñarle a Verónica, que la masculinidad no es un peligro. “Con el tiempo, su pensamiento se fue nutriendo del feminismo, lo cual es absolutamente válido. Pero hubo un momento en que eso generó choques fuertes entre nosotros. Ella llegó a decirme que, por ser hombre, no podía participar en su vida. Me dolió profundamente. Ahí tuve que buscar palabras sabias, que no descalificaran su pensamiento. Le expliqué que ser masculino no es ser abusador, ni violento, ni autoritario. y que su papá estaba aquí para acompañarla, no para imponerse”.
Todo aquello los llevó a ser coequiperos, ambos comenzaron a aprender sobre música, a viajar, a presentarse en eventos musicales, y a construir una relación filial, que hoy, cuando Verónica ya tiene 21 años, sigue fortaleciéndose.

Papás que apoyan la crianza
Ahora bien, no todos los padres solos están viudos o separados. Daniel Zamorano, estudiante de Derecho, ha llevado el peso principal de la crianza de sus dos hijos debido a los turnos extendidos de Jennifer, su esposa, quien es enfermera jefe.
“Al principio me tocaba todo a mí. Ahora nos turnamos, pero la carga más pesada fue mía”, relata. Dormía poco, mientras cuidaba de dos pequeños, trabajaba desde casa, y apoyaba en la labor de crianza. Sin embargo, lo más difícil para él, fue un día posponer sus propios sueños. “Tuve que frenar mis estudios, dejar metas personales. Pero hoy, lo más gratificante es saber que no hay dinero que pague el tiempo y la compañía que uno les da”.
Con su hijo varón, Juan Esteban, conoció el amor, quien sería su nuevo amigo y coequipero, y con su pequeña niña, Sara Sofía, aprendió a peinar, a cuidar con delicadeza y a conectar emocionalmente. “Lo mejor de ser papá es sentir su amor, saber que uno ha cumplido, no por cumplir, sino porque lo ha hecho todo con amor. Eso no tiene precio”, concluye Daniel.

Lo que opinan los expertos
Que los padres asuman totalmente la maternidad, para la psicóloga Gloria Hurtado, no debería parecernos extraordinario: “Eso es lo que han hecho las mujeres cuando se quedan solas. No es excepcional, es lo que corresponde”.
“Nos sorprende que hagan lo que han hecho las madres solteras toda la vida. Pero ellos también pueden aprender, pueden tener ayuda, pueden ser tiernos sin que eso los haga menos hombres. Están descubriendo que la ternura, el cuidado, no pone en peligro su masculinidad. Y que además, son emociones muy agradables de sentir”, afirma Gloria H. “Sentir es profundamente humanizante. Gozar de una caricia, del agradecimiento de un hijo, es totalmente valioso”, añade.
Para la psicóloga clínica Paula Dávila, estos nuevos modelos de paternidad reflejan un cambio cultural: “Las nuevas masculinidades vienen cargadas de unos cuestionamientos distintos sobre el rol de la paternidad en la crianza, incluso si hay una figura materna presente. Son papás más participativos, conscientes, sensibles, y conectados con su lado maternal”.
Destaca que el éxito de una paternidad activa —sea compartida o en solitario— depende también de una buena red de apoyo. “La crianza no es un trabajo en solitario. Es necesario tener personas que cooperen, que aporten diversidad y respaldo emocional”, explica Dávila, quien resalta cómo muchos hombres hoy adaptan sus rutinas laborales y familiares a las necesidades de sus hijos.
“Los hombres que logran conectar con ese lado del cuidado se cuestionan menos, se castigan menos. Y sin el componente hormonal que afecta a muchas mujeres, a veces tienen más objetividad y calma en la crianza”.
Para ella, “lo ideal es que estén mamá y papá, cuando no es así, lo importante es que quien esté, lo haga con amor, con presencia y compromiso. Y cada vez más hombres lo están haciendo. No porque les tocó, sino por decisión. Eso transforma todo”.
Periodista de cultura, entretenimiento y tendencias, experta en edición digital e impreso. Amante de las historias que inspiran. Aprendiz constante.