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Clint Eastwood, vaquero legendario: la leyenda de Hollywood pronto alcanzará el siglo y continúa dirigiendo
La historia del vaquero, al que aún siguen millones de fans.

15 de jun de 2025, 05:38 p. m.
Actualizado el 15 de jun de 2025, 05:38 p. m.
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Clinton Eastwood Jr. no es precisamente un modelo de padre, ese que te lee un cuento, te arropa cuando te vas a dormir y te acompaña camino al colegio. El llamado Hombre Marlboro ha estado casado dos veces y tiene ocho hijos con seis mujeres diferentes.
En el certificado de nacimiento de uno de sus descendientes, Scott, se lee: “Padre – declina” (nació de una aventura con una azafata de vuelo). A Scott, quien es actor como él, no le dio dinero, ni le brindó contactos en la industria, ni sabios consejos, lo obligó a buscarse la vida por su cuenta. Muy a la manera de sus rudos personajes, Clint consideró que era la mejor forma de forjarle un carácter”.
Dejando de lado su vida personal, Eastwood, con una trayectoria que abarca más de siete décadas, ostenta un título innegable: el de leyenda viva de Hollywood y del género western.
El actor, director (de dramas y thrillers), productor y compositor, el pasado mes de mayo, cumplió 95 años, en buena forma física y mental, y está dirigiendo una nueva película.

Cuenta en su filmografía más de 70 títulos, y es dueño de una fortuna estimada en más de 375 millones de dólares. Herederos no le faltan, empezando por Scott; Kyle, músico de jazz, fruto de su primer matrimonio con Maggie Johnson; Kimber Lynn, hija de Rosanne Tunis, oculta a la luz pública durante años; Francesca, fruto de su relación con Frances Fisher; Alison, Kathryn y Morgan, y Laurie Murray, nacida en 1954 y entregada en adopción, quien no conoció a su padre hasta que ya adulta escarbó en su pasado.
Sin duda, Clint ha sido dentro y fuera de los sets, un rompecorazones. Su imagen encajó perfecto en los western: un hombre rudo, independiente y con estilo, y se quedó grabada en la pupila de generaciones: un vaquero solitario, con un gran sombrero café, un poncho envuelto sobre su pecho y un puro sobre sus labios, que mientras fruncía el ceño, miraba al horizonte frente a algún otro temerario armero o bandido del viejo oeste. El personaje que inmortalizó y la imagen de Eastwood lo convirtieron en referente del spaghetti western. De ahí adquirió el seudónimo de Marlboro Man, y aunque no tuvo un contrato con la marca de cigarrillos, se le vio siempre fumando en los filmes, lo que contribuyó a la popularización de la marca, en los años 60.

Para (Ph.D.) Juan Carlos Romero, profesor del Instituto Departamental de Bellas Artes y de la Uceva, Tuluá: “Eastwood es un ave rara del universo cinematográfico de Estados Unidos, producto de una generación que tenía el sueño de volverse estrella de cine, a partir de las ganas, la voluntad y el sacrificio. Hace casting, paga servicio, no tiene muy claro su futuro, hace oficios varios, hasta que tiene la posibilidad, por su físico, de clasificar para una película, ahí arranca la leyenda. Tenía ángel con la cámara, pero no fue un buen actor, siempre contenido, decían que detrás de su seriedad estaba su inexpresividad escénica y dramática; un tipo sin muchos gestos, con pocos matices, por eso sus papeles violentos, primaba la acción física más que la acción mental, psicológica o introspectiva”.