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Historias de parejas que se aman, pese a sus diferencias culturales
Coincidir en la vida con una pareja de un país distinto al propio es una aventura que implica tolerancia, comprensión, apertura y diálogo. Relatos de amores sin fronteras.

13 de jul de 2025, 02:55 p. m.
Actualizado el 13 de jul de 2025, 02:55 p. m.
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- Nos encontramos en un café y ella fue tan linda e interesante, que me enamoré.
-Simón estaba en un viaje en Colombia, miró el Instagram y un hashtag de “journalist” lo llevó a una foto mía y le dio like. Era una foto muy vieja y pensé: “¿Quién me está estalqueando?”, el estalqueador era Simón. Miré su perfil, pero no dejaba él mucho rastro suyo, tenía muchas fotos de su trabajo, y entre ellas, el rostro de una niña Wayúu y le di like y pensé: “Es un fotógrafo”. Yo estaba trabajando y por la tarde ya había un mensaje interno de él. Empezamos a hablar. Me contó que estaba en Cali haciendo un fotorreportaje de comunidades indígenas y después de cruzarnos muchos mensajes, acepté ir a tomar un café en San Antonio. Yo no quería ir a la cita, ¿qué voy a hablar con un francés? Si no sé pronunciar una palabra en ese idioma, tampoco sabía si él hablaba fluido español, porque a juzgar por los mensajes no tanto”.
Impulsada por sus amigas, fue a la cita. -Después de pensar que no íbamos a cruzar una palabra, terminamos hablando cinco horas. ¿Cierto, mi amor?. - Y todavía estamos hablando.

De Francia, con amor
Tres semanas después de conocerse, él se fue para Francia, en los primeros dos meses se enviaban un mensaje diario. Debían luchar contra las siete horas de diferencia entre sus países, “cuando él me hablaba yo estaba dormida y él estaba activo, en pleno día. Al tercer mes, Simón me ghosteó (dejó de escribirle)”.
“Simón trabajaba y salía muy tarde y cansado. Prometió escribirme, pero no volvió a hacerlo. Él no era activo en redes sociales, y yo no me daba cuenta de lo que pasaba en su vida. Una vez salí muy temprano a grabar y le escribí un mensaje en francés y en el segundo exacto, 6:59 a.m., en que estaba pegando el mensaje traducido, Simón me envió un mensaje. A partir de allí él empezó a creer en Dios. Me dijo: “Quiero que me visites en Francia” y compró mi pasaje.
Lady, quien lleva dos años casada con él, dice que la relación ha sido un aprendizaje: “Con Simón descubrí que él tiene una capacidad para decir las cosas directa y rápidamente, cada vez que teníamos algo por resolver, él lo ponía más fácil sobre la mesa. Yo antes no expresaba mucho a mis parejas, con él lo aprendí, siempre me decía: ‘Dime lo que sientes en palabras’. Encontré en él un lugar seguro, y me generaba la confianza para hablar”.
Ella asegura: “Simón no es de celebrar fechas, pero me sorprende con detalles un día cualquiera. ‘No soy un hombre que regale flores, sí cafeteras’, dijo y me dio una porque amo el café”.
Las diferencias culturales pronto aparecieron: “Simón es súper aventurero, le gusta estar en movimiento, viajando. Y yo por cultura, soy más tranquila, prefiero un lugar seguro, una base, por mi equilibrio personal y profesional. Este año se nos presentó una dualidad, en invierno él quería viajar y yo quedarme. Él tiene la visión europea de que termina de trabajar y quiere seguir descubriendo. Con Elena (hija de Lady) era importante la estabilidad. Decidimos que nos moveremos por tres meses buscando el equilibrio de todos, porque está implicado el trabajo de Simón, el colegio de Elena y mi adaptación a este lugar”.
Otro choque cultural han sido las diferencias en la gastronomía entre Colombia y Francia: “Cuando lo vi comiéndose un caracol no podía creerlo, la gastronomía me ha costado un poco, pero me estoy abriendo a probar otro tipo de comida. Es un aprendizaje que al final es riqueza. Él ama a Colombia, cuando le dije que nos vamos para allá se puso la camiseta de la Selección”.
Para la psicóloga Gloria Hurtado, en las parejas interculturales “hay todo un mundo de posibilidades de lo que cada cultura puede aportar, pero también diferencias grandísimas y si no se logra llegar a acuerdos, eso irá en contra de la relación y su durabilidad. Si ya la reunión de dos personas es compleja, sumarle a eso diferencias culturales, maneras de ver la vida, costumbres gastronómicas, tradiciones al celebrar fiestas, religiones y creencias, lo vuelve aún más complejo”.
Además, explica Gloria H.: “Las culturas influyen cantidades y no facilitan la convivencia, hay que tener exceso de tolerancia para resistir y aceptar ceder. Ninguna de las dos culturas se puede imponer sobre la otra. Se trata es de aprender el arte de la convivencia, cediendo un día uno y al siguiente, el otro. Las diferencias culturales a veces se vuelven irreconciliables, hay culturas que son completamente antagónicas con otras y encontrarse un ortodoxo con una pareja más liberal en la educación de los hijos puede ser un problema”.
En ocasiones, las familias son quienes ejercen más presión y con sus prejuicios pueden afectar el vínculo, al intervenir más de la cuenta, advierte Franki Acosta Valencia, neuropsicólogo.

Encuentro de dos mundos
La chef Satomi Yabe Kuratomi y el comunicador social Juan Carlos Prado Caicedo llevan 40 años de casados y tienen una hija: Mariana Naomi Prado Yabe. Su relación la definen como “un encuentro de dos mundos”.
Las claves para conciliar sus diferencias culturales han sido aprender a comunicarse “con respeto y empatía. La cultura colombiana usa palabras directas, le gusta la cercanía y el contacto físico frecuente y gestos grandilocuentes. Para la cultura japonesa, el afecto se expresa en silencio y tratando de intuir las necesidades del otro”. La clave ha sido “adaptación consciente y respetuosa, creando espacios de interés común”.
Y fortalecer los intereses comunes. En su caso, en la gastronomía encontraron un espacio de interés común: “Literalmente, amor expresado a través de la comida japonesa”.
Para ellos, amarse en la diferencia es posible, al proponerse ambos “comprender las claves culturales del otro. En Japón está la paciencia y la resiliencia, fundamental para sortear momentos de desacuerdos y de crisis. También el cuidado del detalle y la estética en la decoración, la alimentación, incluso en pequeñas cosas como la manera de empacar los regalos. Y de la cultura colombiana, la espontaneidad y la alegría que hacen más llevadera y divertida la vida”.

Amor suramericano
Lina María Tello Libreros, ingeniera agroindustrial palmirana, hoy en día propietaria de una tienda de vestidos colombianos, y Sebastián Gajardo Tapia, ingeniero agrónomo chileno, radicado en Guatemala, se conocieron trabajando para la misma empresa, en una convención de cierre de año en Rionegro, Antioquia. “Desde que la vi me pareció muy linda, empezamos a conversar, luego a salir. Yo vivía en Guatemala, ella en Colombia, yo viajaba, ella también. Así pasó un año y medio y en marzo de 2019, Lina se vino a vivir a Guatemala conmigo con su hijo Juan Diego que estaba por cumplir 8 años y desde entonces, somos una familia”.
Sebastián aprendió a hacer pandebonos, almojábanas, sancocho, sudado, encocado de camarones: “Sus tías nos han dado las recetas”. Considera que al ser ambos suramericanos, tienen raíces similares: “Hemos encontrado muchas coincidencias en términos culturales. Rescatamos perritos y gatos, Lina tiene un refugio animal en El Bolo, en Palmira, hace más de 10 años, tiene un par de personas a cargo y ella corre con todos los gastos”, relata Sebastián, quien visita con Lina, a menudo, Colombia, y también Chile. Así, dice, se empapa cada uno de la cultura y costumbres de cada país.
Otro punto de aprendizaje ha sido el tema del idioma, aunque los dos hablan español, los modismos de cada país son distintos, “más que conflictos, nos dan ataques de risa explicándonos las cosas que a veces decimos, típicas y propias de cada país. En Chile la palabra “ahora” significa “ya”, “en este preciso momento”, y en Colombia se refiere a un tiempo indeterminado, lejano. Antes cuando ella me decía: “vamos ahora”, yo estaba listo en la puerta para salir, y en medio de risas me explicaba: “Ahora es ‘vamos a salir más tarde’, relájate”. “Conversar y educarse frente a la cultura de cada país es fundamental para enriquecerse como pareja”.
CONSEJOS DE EXPERTOS
Psicólogos consultados por El País recomiendan tener comprensión, tolerancia, estar muy abierto al otro y a su cultura. Se debe tener la capacidad de compartir cosas nuevas, y llegar a acuerdos.
En los primeros meses, es mejor no implicar a las familias, para que la presión y los prejuicios no intervengan en la relación. Y luego, ponerles ciertos límites.
El diálogo constante y el interés por conocer la cultura del otro, es importante. La tolerancia juega un rol importante, así como el humor y el juego ayudan a tomarse sin estrés las diferencias que parecen irreconciliables. Enfatizar en las coincidencias, y enriquecerse con lo distinto de cada cultura.
“No hay que renunciar a su propia cultura, sino conciliar con el otro y llegar a acuerdos”: Franki Acosta Valencia, neuropsicólogo.
Isabel Peláez. Escribo, luego existo. Relatora de historias, sueños y personajes. Editora de cultura, entretenimiento y edición de contenidos digitales.