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La increíble historia del vallecaucano que trabaja en la Nasa: es parte de una misión espacial que busca vida en una luna
Juan Pablo Córdoba, de La Victoria, Valle, es el Ingeniero Jefe de Sistemas Eléctricos de Europa Clipper, una de las misiones más grandes de la Nasa. Esta es su historia.

22 de jun de 2025, 04:37 p. m.
Actualizado el 22 de jun de 2025, 08:36 p. m.
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“Este lanzamiento no es solo el próximo capítulo en nuestra exploración del sistema solar; Es un salto hacia el descubrimiento de los misterios de otro mundo oceánico, impulsado por nuestra curiosidad compartida y nuestra búsqueda continua para responder a la pregunta: ‘¿Estamos solos?’”.

“A medida que Europa Clipper se embarca en su viaje, pensaré en las innumerables horas de dedicación, innovación y trabajo en equipo que hicieron posible este momento”, dijo Jordan Evans, gerente de proyecto de la misión que ya inició y que espera llegar en 2023 a una de las lunas de Júpiter en busca de agua. Parte fundamental de esto ha sido Juan Pablo Córdoba.
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En el norte del Valle del Cauca se erige La Victoria, un pequeño municipio que no supera los 13 mil habitantes, dedicado principalmente a la agricultura y la ganadería, y con muy poca actividad industrial. Esto ha llevado a muchos victorianos a migrar a otras ciudades, e incluso, a otros países, en busca de mejores oportunidades.
Juan Pablo Córdoba Ladino, nació en este territorio hace 46 años. Hijo de Carlos Arturo Córdoba (ya fallecido), y quien fuera dos veces alcalde de esta población, heredó de él su risa estruendosa, su sentido del humor, pero también su capacidad de organización, de manejar múltiples temas a la vez, lo que sería fundamental, más adelante, para su vida profesional.
“El legado de mi papá, ahora de adulto lo noto, y es que él era muy ordenado. En esa época no había celulares, tampoco computadores, entonces todo lo anotaba en papelitos y se los metía al bolsillo de la camisa. Cuando llegaba, por la noche, a la casa, los sacaba y volvía a organizar sus notas”.
“Entonces eso lo noto ahora y me toca usarlo porque con el trabajo que hago, hay miles de cosas de las que hay que estar pendientes porque aunque hay algunas que pueden terminar rápido, hay otras que tardan dos o tres meses y toca hacerlas de a poquitos, enviar información, esperar respuestas, volver a preguntar, toca tenerlas pendientes todo el tiempo”, cuenta Juan Pablo.
De su madre, Ángela Ladino, quien aún vive, heredó su dedicación, su capacidad de aprendizaje, la curiosidad. Ella, contadora de profesión, al igual que su padre, fue la primera que le mostró una computadora y cómo usarla, poniéndolo en contacto con esta nueva tecnología que revolucionaba el mundo.
“Algunos en mi familia me dicen que parte de lo que fuimos y somos como familia es por influencia de mi mamá, ella es más rígida; somos el balance entre la frescura de mi papá y la austeridad de mi mamá”.
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Juan Pablo hizo sus estudios de bachillerato en el Gimnasio Norte del Valle, en Roldanillo, ubicado a unos 40 minutos en bus de La Victoria, y aunque no ocupaba los primeros lugares, pues los profesores siempre les dijeron a sus padres “él es inteligente pero se tiene que ajuiciar”, sacó el primer lugar en las pruebas Icfes en todo el pueblo.
De su colegio, recuerda algunos profesores, entre ellos, a Aníbal Cedeño, quien fue el primero que verbalizó la diferencia entre las personas que memorizan cosas y aquellas que analizan, que usan la lógica.
“Esto definitivamente es algo que todavía sigo aplicando porque es importante poder analizar, es importante analizar las distintas situaciones”, señala Juan Pablo.
Pero también a Horacio Lozano, rector y docente, quien en grado 11, uno de los proyectos que les puso fue aprender sobre la carrera espacial que empezó años atrás entre Estados Unidos y Rusia.
Ahora, dos décadas después, cuando ha tenido la oportunidad de participar en la construcción de grandes satélites y comparar el avance de la tecnología con respecto al desarrollo de los primeros que se hicieron en la década de los 50, cuando la Unión Soviética lanzó el primer satélite artificial, el Sputnik 1, (el 4 de octubre de 1957) y tres meses después, en enero de 1958, Estados Unidos lanzó su primer satélite, el Explorer 1, Juan Pablo confiesa con un dejo de humildad que “nunca imaginé que fuera a terminar en lo que estoy haciendo ahora”.

“En ese momento, lo veía como algo buenísimo, pero uno en un pueblito que tiene las puertas tan cerradas, con tantas limitaciones, no existía el internet, pues nos sentíamos chiquitos, aislados de todo lo que estaba pasando afuera”, sostiene.
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Llegado el momento de elegir carrera optó por estudiar Ingeniería Eléctrica en la Universidad Tecnológica de Pereira, de donde se graduó a los 23 años, luego de lo cual trabajó por algunos años en la Asociación Colombiana de Ingenieros, Aciem, de esa ciudad.
Tras terminar el contrato y sin muchas posibilidades de seguir avanzando profesionalmente, decidió viajar a los Estados Unidos a probar suerte, no sin antes tomar un curso de inglés.
Cuando llegó a Los Ángeles, California, a la edad de 26 años, se quedó en un pequeño cuarto de la casa de una hermana de una conocida en Colombia, espacio que compartió con su hermano mayor, con quien también viajó buscando mejores oportunidades laborales.
Después de un tiempo se empleó como electricista al tiempo que tomaba clases de inglés. Luego, decidió buscar trabajo en una oficina y encontró que necesitaban un dibujante de autocad, curso que había hecho mientras la Universidad en Pereira se encontraba en paro.
“Allí trabajé como dibujante con arquitectos, ingenieros, pero al mismo tiempo revisaba la información que ellos ponían, los cálculos, y de vez en cuando encontraba algún error y les decía, entonces les mostré que sabía del tema y así pasé a diseñador y después a director de diseño”, subraya.

Durante el tiempo que estuvo en la empresa aprendió lo que ellos hacían en la parte de energía solar y a pesar de las dificultades pudo construir una hoja de vida más sólida, con nuevos conocimientos.
La empresa quebró y nuevamente se vio en busca de trabajo. Así pasó por varias compañías especializadas en energía solar hasta que decidió presentar exámenes para lograr su licencia profesional como ingeniero eléctrico.
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Juan Pablo decidió aplicar para el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la Nasa, siendo rechazado en cuatro oportunidades, pero esto no logró desanimarlo, jamás se dio por vencido, y la quinta fue la vencida.
En 2016 llegó al JPL, en Los Ángeles, uno de los nueve centros que tiene la Nasa en el país, donde inicialmente había 6500 empleados, pero con los recortes sufridos desde hace dos años, quedan alrededor de 5000.
“Me he salvado de los recortes anteriores y sigo dando guerra”, dice jocosamente Juan Pablo.
“Este centro es muy orientado a la robótica y satélites, y cuando los robots han aterrizado en Marte de parte de la Nasa, la mayoría han sido dirigidos por JPL, yo creo que ahora hay 4 robots allá”.
“Entonces, tenemos también mucha experiencia en Marte y cualquier cosa que se vaya a hacer allá, aquí están los expertos, porque hemos tenido la suerte de tener diferentes proyectos para ese planeta, las cosas nos han salido bien y seguimos teniendo los proyectos”.
Juan Pablo afirma también que de JPL han salido misiones muy grandes y recuerda que hace poco tuvo la oportunidad de trabajar con una de las personas que participó en la misión Galileo lanzada en octubre de 1989 y que penetró en la atmósfera de Júpiter el 7 de diciembre de 1995, obteniendo importante información sobre este planeta hasta el fin de la misión en 2003.
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Pero el nombre de Juan Pablo Córdoba Ladino, victoriano de corazón, saltó recientemente a la palestra pública tras alcanzar el cargo de Ingeniero Jefe de Sistemas Eléctricos de la Misión Europa Clipper, uno de los proyectos más grandes e importantes de la Nasa, que fue lanzada el 14 de octubre de 2024. Su objetivo: llegar a la luna de Júpiter llamada Europa.
El planeta Júpiter, uno de los más grandes del sistema solar, tiene 95 lunas, sin embargo, Europa se ha convertido en el centro de atención de los científicos de JPL que predicen que este mundo tiene un océano salado bajo su corteza helada, el cual podría contener los componentes básicos necesarios para sustentar la vida como se conoce en el planeta Tierra.

Se estima que Europa Clipper llegue a su destino en abril de 2030, - lleva ocho meses de recorrido -, lo cual será fundamental para saber si esta luna helada reúne las condiciones para albergar vida humana, que, de resultar ser cierto, partiría la historia de la humanidad en dos, tal como sucedió el 20 de julio de 1969 cuando el hombre alunizó por primera vez en la misión Apolo 11.
Según la Nasa, “se cree que es uno de los lugares más probables más allá de la Tierra para tener los ingredientes para la vida en este momento”.
El papel del colombiano Juan Pablo fue clave en este proyecto.
“Mi misión fue asegurarme de que todas las partes del satélite se comuniquen correctamente”. “Esto es fundamental para que el satélite llegue a donde tiene que llegar”.
Y añade: “Yo me encargo de que todas las piezas eléctricas hablen el mismo idioma, es como que usted se sentara a hablar con alguien pero no hablan el mismo idioma, entonces lo que yo hago es asegurarme de que las diferentes partes hablen el mismo idioma y que se ayuden las unas a las otras”.
“Al ser de la parte de sistemas eléctricos yo estoy en la mitad, verificando que cada cajita hable correctamente con cada otra, esa es una parte muy interesante de lo que yo hago porque me da la oportunidad de mirar cada una de las partes del satélite para que al final funcionen como un todo y la misión pueda llegar a su destino”.
Ahora se aproxima una nueva misión: empezará a trabajar en un proyecto que se llama Neos Near-Earth Object (NEO) Surveyor, el primer telescopio espacial diseñado específicamente para detectar asteroides y cometas que puedan representar peligros potenciales para la Tierra.
Una misión más pequeña que Europa Clipper que costó más de US$5 billones. El telescopio estará orbitando alrededor de la tierra y el vallecaucano Juan Pablo, será una pieza clave en este nuevo proyecto de la Nasa.
Periodista de la Universidad del Valle con casi 30 años trabajando en medios impresos como El Espectador y El País, y desde hace unos años he incursionado en periodismo digital.