Cali
¿Cómo detener la anarquía de los motociclistas en Cali y evitar que los controles terminen en una tragedia?
Expertos advierten que es necesario humanizar la Secretaría de Tránsito y acercarla a la gente. “Combinar garrote y zanahoria”.

18 de may de 2025, 05:48 a. m.
Actualizado el 18 de may de 2025, 06:19 a. m.
El escenario de confrontación en que están convertidas las calles de Cali por la anarquía de algunos motociclistas y el esfuerzo de la Secretaría de Movilidad de demostrar por la fuerza que es la autoridad, amenazan con desencadenar en cualquier momento una tragedia.
Solo en los últimos días un motociclista atropelló en un retén al secretario de Movilidad, Gustavo Orozco, cerca de una decena de guardas de Tránsito han sido atacados en operativos de control y muchos más han sido amenazados con armas blancas o agredidos verbalmente por motociclistas sorprendidos sin documentos o cometiendo infracciones.

Una medición de fuerzas bastante riesgosa, según los expertos consultados, porque si bien con miras a restablecer el orden el alcalde Alejandro Eder dedicó sus primeras semanas de gobierno a perseguir y atrapar motos por entre los carriles del MÍO, el irrespeto actual a la autoridad de Tránsito tiene raíces mucho más profundas y se remonta a otros gobiernos.
“Esto de los motociclistas es un tema bastante delicado”, explicó el exsecretario de Seguridad de Cali Carlos Soler, porque se ha creado una incultura de irrespeto a la legalidad. “Pareciese que existieran dos Cali porque la ciudad ha tenido problemas en los últimos siete años por el gran incremento de motos como medio de movilidad para las familias y existen las vías principales donde los motorizados utilizan casco, utilizan chaleco, la placa en el casco y cumplen las normas de Tránsito, pero hay lugares donde no ocurre”.
“Hay barrios, sobre todo en sectores populares, donde no se usa casco, las motocicletas están sin placas y muchas de estas son ilegales; sectores en donde usted de cuatro motos a las que les verifica sus antecedentes, solo una o dos están en regla y las demás son robadas o piratas”, aseguró el coronel (r) Soler.
La manera de hacer frente a esta situación de incultura, agrega el exsecretario, es realizando, primero, pedagogía; segundo, haciendo controles más fuertes y, tercero, inmovilizando las motos que estén ilegales.
“En cada control que realizábamos irrespetaban a los guardas de Tránsito y nos tocó con la Policía, y en algunos casos con la Fuerza Militar, ejercer presencia y control porque estas motos generan atracos, hurtos y temas de sicariato porque no tienen placas”, explicó el coronel en retiro.
En ese orden de ideas, señalan algunos exfuncionarios de la Secretaría de Movilidad de Cali, el gobierno Eder no ha hecho las cosas de la manera correcta “porque uno no sale a pedir limosna con una pistola y en este tipo de asuntos tan sensibles hay que acercarse con bondad a la gente, pero hasta ahora solo han dado garrote y no han sacado la zanahoria”, aseguró bajo reserva de identidad un exasesor en temas de movilidad en Cali.

“Esto día a día tiende a convertirse en algo mucho más maluco; mientras el Secretario de Tránsito continúa con ese ímpetu de control, control, control..., sin acercar los agentes a la comunidad, esto puede terminar en una desgracia”, agregó el exasesor.
Ilegalidad arraigada
Pero si hay que buscar un culpable de lo que viene ocurriendo en la capital del Valle del Cauca con las confrontaciones entre las autoridades de Tránsito y buena parte de los motociclistas, de acuerdo con las opiniones de los expertos consultados, es básicamente la politiquería.
Sobre todo porque en Cali en los últimos gobiernos no se ejerció control de autoridad y los funcionarios de Tránsito se preocuparon más por conformar los cerca de 20 sindicatos que tienen para defensa de sus intereses y para atornillarse a unos cargos a los que la gran mayoría no llegó por experticia o conocimiento técnico, sino como cuota política entregada a algún concejal por los alcaldes de turno.
Lo que se está viviendo en Cali es parte de los estragos que ha dejado en los últimos años la politiquería, aseguró el politólogo y analista Diego Luis Sánchez, porque al menos en materia de movilidad va a ser muy difícil subsanar el daño sistemático causado.
“Si bien Cali tiene hoy en su mayoría a un grupo de guardas bien estructurados, también hubo algunos que hasta hace muy poco se aprovecharon de que el uniforme les daba un estatus de poder y que con el escaso conocimiento que tenían de normas de Tránsito podían arrinconar a los conductores y terminaron envueltos en casos de corrupción. Eso minó la confianza de la gente en los funcionarios de movilidad”, explicó Sánchez.
“Porque cuando yo sé algo y tú no tienes conocimiento, entonces te detengo y te digo que te puedo inmovilizar el vehículo, que la multa vale un millón de pesos, que por otra actividad puede ser un millón y medio más y la gente lo primero que hace como mecanismo de defensa es ofrecer dinero para evitar que se le lleven el carro. Entonces los guardas que llegaron a ganarse un salario como cuota de un político, se dan cuenta que de esa manera pueden hasta quintuplicar su sueldo”.
Es a raíz de esta situación que se fue generando en un sector de la población, con el transcurrir de los años, una percepción de que los guardas de Tránsito son corruptos y eso fue alimentando un rechazo que viene aflorando con el paso del tiempo.
“Lo curioso es que son los motociclistas que no tienen sus documentos en regla los que han alimentado esa percepción en la gente; entonces no llevo casco, no llevo Soat, no porto la Revisión Tecnicomecánica, no tengo licencia, pero el malo es el agente porque me va a pedir plata o me va a quitar la moto y de esa forma empiezan a movilizar un rechazo hacia los guardas”, explica el exasesor de movilidad.
Coincide en que algunos de los integrantes del cuerpo de guardas no ejercieron el control que debían hacer “porque lo volvieron un negocio en su momento y la comunidad venía acumulando ese resentimiento, al punto que se están viniendo en contra de los agentes incumpliendo con todo o desafiando su autoridad”.
Buena parte de ese rechazo de un sector de la sociedad hoy contra los guardas es producto de otra forma de politiquería, explican las fuentes, porque hay un sector desde el Concejo de Cali y desde el Congreso incitando a supuestos veedores para atacar cualquier actividad que realice la Secretaría de Movilidad para restaurar el orden.
“Hay un sector que viene financiando supuestos veedores con intereses políticos electorales. Son cazadores de votos con una estructura en los barrios que le hace favores a la gente a la que le pusieron un comparendo y actuando como defensores de las causas menos favorecidas se van haciendo visibles, pero son patrocinados por concejales y senadores para hacerse visibles”, explicó Diego Luis Sánchez.
“Quieren demostrar que derrotaron la institucionalidad porque a la gente le gusta eso. Entonces si me ponen una multa y viene alguien y me dice cómo yo puedo hacerle conejo a esto o como puedo atacar, entonces voy sumando gente con propósitos electorales”, detalló el analista y politólogo.
Fortalecer los controles
Si algo evidencian las cifras de mortalidad y accidentalidad en Cali es la necesidad de fortalecer los controles para proteger la vida de los transeúntes, de los ciclistas y de los mismos motociclistas.
Y es que de las 8400 personas que mueren en promedio cada año en Colombia en accidentes de tránsito, cerca de 6000 son motociclistas; más del 60 % de los fallecidos. Además, cerca de un 25 % de los muertos eran peatones y de ellos casi el 70 % murieron atropellados por motociclistas, y de los 600 ciclistas muertos, alrededor de 400 fueron en accidentes con motos.
La situación de las motos en Cali es que son prácticas, pero problemáticas, indicó el concejal Roberto Ortiz. “Más del 50 % de los accidentes viales involucran motos por imprudencia, exceso de velocidad o falta de experiencia. Además, algunos las utilizan para cometer delitos porque las restricciones actuales no bastan, con el incumplimiento de las normas generan caos y muchos circulan sin licencia, sin Soat y eso complica la regulación”.
“Parte de la solución a esta situación pasa por generar campañas de educación vial, más operativos de control, carriles y parqueaderos para motos, mejorar el MÍO para reducir el uso de las motos y más cámaras para monitorear infracciones. Las motos reflejan el crecimiento de Cali, pero requieren regulación conjunta para una ciudad más segura” indicó Ortiz.
Por su parte Víctor Monsalve, director de la empresa de asesoría en movilidad Valet MAS SAS, explicó que la manera en la que se puede superar esta situación es humanizar la Secretaría. “Cuando yo ya tengo esta secretaría humanizada o la estoy llevando a las comunidades, la estoy llevando a los barrios, le puedo meter entonces un control completamente diferente”.
“Si yo soy el Alcalde o el Secretario de Tránsito para qué voy a seguir saliendo a hacer puestos de control sabiendo que 8 de cada 10 motociclistas la utilizan para trabajar o para ir al trabajo. Yo me pego de las empresas y le disminuyo la carga a la Secretaría”.

“No existe una norma en el país que obligue a las empresas a tener los parqueaderos para sus trabajadores, pero si un empresario le otorga el beneficio de contar con un parqueadero, siempre y cuando usted tenga Soat, tenga la Revisión Técnico Mecánica, tarjeta de propiedad, licencia de conducción y esté libre de comparendos, van a ayudar a controlar a los motociclistas que transitan por la ciudad”, explicó Monsalve.
Otro tema al que hacen referencia los expertos es que Cali debió haber fortalecido el tema de Policía de Tránsito porque los agentes no son armados y la ciudad es muy violenta.
“En Cali se unieron los sindicatos de guardas y no permitieron que eso fluyera, y ahora se ve la necesidad de una autoridad multimodal con guardas regulando y controlando, pero a su vez con acompañamiento de Policía de Tránsito; así la gente empieza a generar un cambio como ocurrió en Bogotá, pero aquí los guardas mandan y no lo permiten”, indicó Diego Luis Sánchez.
Periodista y editor de la Unidad Investigativa. Egresado de la Universidad Santiago de Cali y con especialización en Cultura de Paz y DIH de la Universidad Javeriana. Escritor y coproductor de documentales.