Bienestar

Tejer, una práctica que calma, une y transforma

Más que una manualidad, los beneficios de tejer pueden llegar a ser una terapia, un oficio o una identidad de quien la practique.

Existen beneficios mentales y emocionales para quienes practican el arte de tejer.
Existen beneficios mentales y emocionales para quienes practican el arte de tejer. | Foto: 123rf

15 de jul de 2025, 12:18 p. m.

Actualizado el 15 de jul de 2025, 12:18 p. m.

“Vengo porque se acaba de morir mi hijo” es una de las historias que escucha Amelia Rosa Marín en su taller de tejido, donde lleva más de 45 años enseñando.

Para Amelia, este espacio lleno de lana, hilos y agujas se ha convertido en un refugio para quienes atraviesan un duelo: la pérdida de un hijo, de una pareja, de un amigo o incluso de sí mismos. Son heridas que las palabras no siempre alcanzan a sanar, pero con las manos —tejiendo— comienzan a aliviarse.

¿Será que la lana y la aguja también pueden tejer corazones rotos? Para muchos, esta actividad es una forma de reconstruirse, puntada por puntada.

“Y me tocó a mí, el duelo. Hace años me extrajeron un tumor de mi cabeza. Un meningioma, —un tumor que se desarrolla en las meninges, las membranas que rodean el cerebro —. Fueron dos años en terapia, mientras aprendía a caminar, a recordar, porque se me olvidó el manejo de las cosas elementales”, contó la artista caleña.

Amelia Rosa Marín, artista caleña, lanzó innovador proyecto que unió a los colombianos a través del arte del tejido crochet durante la COP16.
Amelia Rosa Marín, artista caleña, lanzó innovador proyecto que unió a los colombianos a través del arte del tejido crochet durante la COP16. | Foto: Taller de Amelia

Marín expresó que volver a abrir el taller fue un reto, pero gracias a la ayuda de su hija logró seguir dando clases.

“El taller me sirvió como terapia, y es para mí, mi segunda familia. Me rodeo entre tejer y contar, enredar y destejer, y equivocarme… Se me va la tarde y, con el tiempo, superé esta dificultad. Mi taller me dio vida” expresó.

Amelia Marín ha visto pasar por su taller a niños, jóvenes, adultos y adultos mayores. Para cada uno, el tejido representa algo diferente, pero siempre significativo. A menudo, sin buscarlo, encuentran en las agujas lo que estaban necesitando.

“Para los adultos mayores, tejer fortalece su autoestima. Cuando pueden enseñarle a los niños o hacer algo que les gusta, se sienten importantes. Y para los niños, tejer les enseña a tener paciencia, especialmente cuando se equivocan, porque es ahí cuando tienen que volver a empezar”, explicó Amelia.

Ese poder transformador del tejido también lo ha sentido Juan Camilo Sanclemente, de 16 años, quien encontró en esta práctica un espacio de calma durante un momento difícil de salud.

“Ahora mismo me estoy recuperando de una neumonía, y el tejido me ha ayudado a sobrellevar el dolor y a distraerme de los síntomas de la enfermedad. También me ha permitido explorar nuevas técnicas, lo que me mantiene motivado (...) Cuando tomo el hilo y la aguja, siento que me transporto a otro mundo”, cuenta el joven.

Además, Sanclemente comentó que tejer es una actividad que ayuda en lo físico, ha notado mejoras en su coordinación y en la precisión de sus manos, a su vez, es un estímulo a su creatividad que lo hace imaginar nuevas formas, colores y diseños.

“Este arte me ha dado una identidad: algo que me apasiona y con lo que me siento plenamente yo”, expresó.

En el Taller de Amelia, en Cali, a diario se encuentran tejedoras de las ciudad para tener listo el mapamundi que anhelan exhibir en el corazón de la Cop16, el Centro de Eventos Valle del Pacífico.
Julio es el mes de los tejedores, y cada 13 se celebra el Día del Tejido. | Foto: Especial para El País

Como Juan Camilo, muchas personas han encontrado en el tejido una forma de atravesar el dolor, ya sea emocional o físico, transformar la ansiedad o simplemente reconectar consigo mismas.

Pero el tejido no solo transforma de forma individual: también puede convertirse en un acto de acompañamiento, como ocurrió con María Camila Maldonado, quien junto a sus amigos empezaron a aprender a tejer para transitar el duelo de perder a un ser querido.

“Empecé a tejer aproximadamente hace un año, tras la perdida de un amigo muy cercano. Junto con mi grupo de amigos comenzamos a tomar talleres de manualidades para tratar de sobrellevar la situación, distraernos y acompañarnos mutuamente”, relata Maldonado.

Además, María Camila expresó que el crochet fue una verdadera sorpresa para su vida, “no soy una persona de hacer muchas manualidades” confesó. Después de practicar tanto ya no lo hace por terapia, sino como un emprendimiento.

¿Tejer ayuda a crear lazos? Más allá de lo individual, esta práctica tiene un gran poder para conocer nuevas personas, historias y emociones. Entre puntadas de curiosidad, consuelo y descubrimiento hay alguien que, sin esperarlo, encontró en esta arte una nueva pasión.

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