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Un año de contrastes

El camino hacia un crecimiento sostenible en 2025 requiere enfrentar desafíos con visión de largo plazo.

4 de enero de 2025 Por: Julián Dominguez Rivera
Julián Domínguez Rivera.
Julián Domínguez Rivera. | Foto: El País.

Empezamos un 2025 con algunos resultados económicos positivos, no obstante, sabemos que hay que trabajar en asuntos que no dan espera, que apalancan el crecimiento y que de no tomar las decisiones adecuadas tendrían un nefasto impacto para el país.

El crecimiento en 2024, la disminución paulatina de las tasas de interés, el comportamiento de la inflación, son sin duda factores que emiten señales para una reactivación necesaria. Sin embargo, el camino hacia un crecimiento sostenible en 2025 requiere enfrentar desafíos con visión de largo plazo.

Según proyecciones del Banco de la República, la economía colombiana crecerá un 1,9 % en 2024, superando las expectativas, igualmente se espera que en 2025 el resultado sea de un 2,9 %. En esta dirección, el Emisor redujo durante el año anterior las tasas de un 13 %, desde diciembre de 2023, hasta un 9,50% en su más reciente decisión, manteniendo una política conservadora; sin embargo, estas medidas no se ven reflejadas en una mejor dinámica del crédito.

En línea con lo anterior, Colombia fue considerada como la sexta mejor economía entre los países miembros de la Ocde en 2024, según el ranking elaborado por la revista británica The Economist, siendo nuestro país el mejor desempeño latinoamericano dentro de los evaluados y el único de la región que entró al top 10.

Pero hay otros asuntos que merecen especial atención. Preocupan hechos objetivos como un presupuesto desfinanciado, el marchitamiento de importantes programas impulsores del sector vivienda, el cambio en las reglas de juego para diferentes industrias y las consecuencias derivadas del incremento del salario mínimo por encima de la proyección del cierre de la inflación para 2024.

También hay que destacar el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) que señala fuertes retos para 2025, indicando que “las economías de la región seguirán este año y el próximo sumidas en una trampa de baja capacidad para crecer”.

Este panorama de contrastes nos deja en una situación de optimismo moderado. 2025 es un año preelectoral y por ello es fundamental mantener la confianza en el país y la certidumbre sobre las decisiones que el Gobierno nacional tome en materia económica. Proteger la actividad empresarial es prioritario y merece políticas públicas que permitan que el sector privado se sostenga en el importante aporte que hace al PIB del país, el cual hoy representa cerca del 72,3%.

Es prioritario apoyar sectores clave como la vivienda y la infraestructura, los cuales impulsan la generación de empleo, promover la atracción de la inversión privada, la creación de un entorno favorable y la competitividad empresarial.

Desde las Cámaras del Comercio 2024 fue un año de intenso trabajo en este sentido. Así lo demuestran los más de 450 mil servicios prestados, de los cuales el 89% son sin costo, para impulsar la reactivación a través de programas en productividad, formalización, identificación de nuevos mercados, digitalización, innovación, así como aceleración y escalamiento de emprendimientos. En todas las regiones del país se movilizaron recursos de cooperación internacional y se articularon los sectores público y privado, generando dinámicas comerciales de gran impacto.

La realidad es desafiante, pero debemos apostarle a acciones concretas y coherentes para que el crecimiento económico se sostenga e irradie bienestar. 2025 debe ser un año de ejecuciones, avances en sectores prioritarios de la economía y resultados objetivos.

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