Columnistas
Sumemos a la equidad
El conversar y el co-construir es posible y da más réditos que el ir cada quien por su lado. No se trata solo de un diálogo de coincidencias, sino de sumar a procesos ganadores...
Sumar esfuerzos que contribuyan al cierre de brechas de desigualdad es una meta a la que cada vez se unen más organizaciones, conscientes de que sus experiencias pueden aportar a una conversación colectiva, que brinde mejores oportunidades a las mujeres en la sociedad.
De hecho, en su reflexión del mes de la mujer, la ONU ha recordado que la reducción de dichas brechas puede aumentar el producto interno bruto per cápita en un 20%, si entendemos el valor del cuidado y el empleo digno, y que invertir en las mujeres puede acelerar la transición hacia un mundo más seguro e igualitario.
Recientemente, se dieron dos importantes espacios de construcción que van en ese camino: el Foro Latinoamericano de Inversión de Impacto, FLII, en Mérida, México, y, a nivel nacional, el lanzamiento del informe ‘Recomendaciones de inclusión financiera para los gobiernos locales’, realizado por la Mesa Intersectorial de Inclusión Financiera.
En el Foro de México se reunieron alrededor de 800 personas, entre inversionistas, emprendedores, organizaciones y actores relevantes del continente, para conectar y amplificar el ecosistema de inversión de impacto de América Latina. Eso, además de seguir impulsando redes de trabajo, desde distintos rincones, para llegar a resultados impactantes.
La Mesa de Inclusión Financiera, por su parte, integrada por 16 organizaciones del país, dio a conocer una serie de recomendaciones para que sean tenidas en cuenta por los nuevos mandatarios locales en sus planes de desarrollo; considerando que el país atraviesa un momento complejo que requiere de acciones articuladas que aporten a la reactivación y el fortalecimiento económico de las personas, los hogares y los emprendimientos.
Cito estas dos experiencias cercanas porque buscan la misma finalidad y porque comprueban que el conversar y el co-construir es posible y da más réditos que el ir cada quien por su lado. No se trata solo de un diálogo de coincidencias, sino de sumar a procesos ganadores, a corto y largo plazo, que demuestren el valor de las alianzas.
En esos diálogos ha tomado fuerza la inversión de impacto con lente de género, por ser una herramienta clave que allana el camino hacia la autonomía económica de las mujeres. Algo de lo que conversamos en el Foro de México, bajo el convencimiento de que “la movilización de capital es clave para crear una sociedad y un planeta sostenible”, y que hay que hacerlo bajo principios como la empatía, la comprensión y la colaboración, por ser factores que posibilitan el cambio.
Principios que siempre serán necesarios cuando se piensa en equipo, como lo vienen haciendo las entidades públicas, privadas, académicas y del tercer sector que conforman la Mesa de Inclusión Financiera, cuyo análisis es un insumo valioso para los nuevos gobernantes locales del país, con el fin de mejorar las condiciones de vida de las personas emprendedoras en contextos de vulnerabilidad, así como de quienes no consiguen acceder al sistema financiero y de grupos poblacionales como las mujeres.
En este contexto vale la pena mencionar lo que vienen haciendo las seis fundaciones que conforman la Alianza para la Transformación Social; un vehículo puesto al servicio de las organizaciones, emprendimientos y empresas con propósito social en Colombia, con un modelo de financiación innovador y un acompañamiento hecho a la medida de cada grupo beneficiario. Con esta unión de voluntades, grandes fundaciones empresariales comparten su experiencia y recursos e invierten en el presente y futuro del país.
Todos estos valiosos ejemplos demuestran que la unión y la co-construcción dan frutos tangibles que traen grandes beneficios. Porque cuando las organizaciones y las personas conversan bajo el mismo propósito y ello se traduce en un accionar con metas medibles y escalables, es posible sumar a la equidad.
*Presidente de la Fundación WWB Colombia