Columnista
Por sus respuestas los conoceréis
En los meses recientes, el presidente Petro ha hecho todo para reducir la gravedad de los abusos de poder y la ruptura con la democracia que ha desatado el régimen de Maduro
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15 de dic de 2025, 01:33 a. m.
Actualizado el 15 de dic de 2025, 01:33 a. m.
La estrategia de la administración Petro frente a la estruendosa crisis política en Venezuela es cada vez más clara y a su vez aterradora. Con el chavismo, el trato ofrecido por el Gobierno Nacional es de prudencia y ambiguo silencio, mientras que con la oposición venezolana no hay ni la más mínima dosis de solidaridad, y en cambio sí hay un alto grado de ataques de parte de diferentes funcionarios del Ejecutivo. Detrás de esto se hace cada vez más visible un innegable apoyo, silencioso pero claro, a un régimen por el que en otros tiempos nuestro mandatario expresó abierta simpatía.
En los meses recientes, el presidente Petro ha hecho todo para reducir la gravedad de los abusos de poder y la ruptura con la democracia que ha desatado el régimen de Maduro. El presidente colombiano insiste en que el verdadero problema de ese país es la economía petrolera –en vez del gravísimo fraude electoral de 2024– y que debe avanzar hacia una jornada de diálogo que lleve a la elección de un nuevo gobierno –esto ignora que durante varios se llevaron a cabo diálogos y se consolidaron acuerdos que nunca se cumplieron, y que en Venezuela ya se escogió a un presidente legítimo–.
Detrás de las fórmulas blandas y etéreas que Petro lanza para responder las preguntas que lo incomodan sobre Maduro no se asoma ni un centímetro de la contundencia que el presidente ha mostrado a la hora de librar controversias con países del mundo entero. Los defensores del gobierno aseguran que esto obedece a un camino de mesura adoptado por Petro para no arriesgar la relación con un vecino tan esencial como Venezuela, pero si esto fuera cierto, el presidente no hubiera desatado crisis diplomáticas por sus pronunciamientos sobre la política de otros vecinos como Brasil, Perú y Ecuador, o con un aliado tan estratégico como Estados Unidos. Mientras los trinos y los discursos sobre cada país han ido y venido, solo el régimen de Maduro ha merecido la misteriosa ambigüedad del gobierno de Colombia y esto deja más certezas que dudas sobre la mesa.
El más reciente ejemplo de esta abierta preferencia tuvo lugar en la respuesta al Nobel de Paz que merecidamente recibió la opositora María Corina Machado, a quien desde largos trinos el presidente le exigió más de lo que jamás le ha demandado a Maduro. A su vez, funcionarios y congresistas de la bancada del petrismo no hicieron esperar sus ataques a Machado el día de la entrega del premio. Que la desconcertante reacción del gobierno colombiano a la entrega del Nobel de Paz a Machado le recuerde a todo el país la preocupante cercanía entre Petro y el proyecto chavista que condujo a Venezuela al desastre. Y, sobre todo, que la narrativa de campaña, que se empeñará en negar esa estrecha relación, no sea más fuerte que todas las pruebas que el país ha conocido.
Entre más se acercan las votaciones de 2026, más debemos recordar los colombianos una diferencia con las elecciones pasadas: que si en 2022 el petrismo buscaba mostrar un supuesto distanciamiento tras su larga historia de cercanía con el chavismo, ahora ha hecho visible su simpatía ideológica con el régimen de Maduro.
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Posdata: mientras escribo esta columna, en Chile se conocen los resultados de la segunda vuelta presidencial que dan el triunfo a un candidato que reivindica abiertamente la nostalgia por la dictadura de Pinochet frente a una representante de la versión más extrema de la izquierda de ese país. En medio de tantos candidatos con miradas moderadas, llevar a una segunda vuelta a los candidatos más extremos solo augura tiempos complejos para la gobernanza y para la cohesión social de una nación. Ojalá en Colombia no cometamos el mismo error en las elecciones de 2026.
@fernandoposada_

Politólogo de la Universidad de los Andes con maestría en Política Latinoamericana de University College London. Es analista político para varias publicaciones nacionales e internacionales, y consultor en temas de política pública, paz y sostenibilidad.
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