Columnistas
Población y poder
A pesar de que Colombia es un país rico en agua, la distribución desigual del líquido vital y los efectos del cambio climático hacen que la escasez sea una realidad para muchos bogotanos.
La sobrepoblación es una realidad que nos golpea cada vez con más fuerza. Es un problema global que está afectando a países de todos los continentes, y que tiene consecuencias no solo en la calidad de vida de las personas, sino también en la toma de decisiones políticas.
Un ejemplo claro de esto lo encontramos en las islas Canarias, ese paraíso español en el Atlántico que cada verano se ve desbordado por una avalancha de turistas. Los residentes locales han dicho ¡basta!, y han salido a las calles a protestar contra un modelo turístico que consideran insostenible. Reclaman una moratoria en la construcción de nuevas infraestructuras turísticas, la regulación efectiva de la vivienda para garantizar el acceso a este derecho básico y la implementación de una ecotasa cuyos fondos se reinviertan en el cuidado del medio ambiente. Pero, ¿escuchará el gobierno sus demandas, o seguirá priorizando los beneficios económicos del turismo por encima del bienestar de su gente? Ojalá las autoridades colombianas de San Andrés tomen nota
Mientras tanto, en el otro lado del mundo, Tokio se ahoga en su propia sobrepoblación. Con 37 millones de habitantes, la capital japonesa es una de las áreas metropolitanas más grandes del planeta, y eso conlleva una serie de desafíos socioeconómicos que el gobierno está tratando de abordar de una manera poco convencional.
Las autoridades japonesas le están pagando a la gente para que se vaya a vivir a otras regiones menos pobladas del país. Ofrecen hasta 7.600 dólares por hijo a las familias que se trasladen y se comprometan a vivir en su nuevo hogar durante cinco años por lo menos. Pero, a pesar de estos incentivos, muchos tokiotas prefieren quedarse en la metrópoli por las oportunidades laborales y la calidad de vida que ofrece. ¿Será suficiente este plan para descongestionar Tokio, o se necesitarán medidas más contundentes?
Y, hablando de medidas contundentes, en Bogotá la situación del agua es tan crítica que se han tenido que implementar racionamientos. El crecimiento descontrolado de la población en la capital y su área metropolitana ha llevado a una sobreexplotación de los recursos hídricos disponibles, agravada por la contaminación de las fuentes de agua y los cambios en la morfología de la cuenca del río Bogotá debido a la urbanización.
A pesar de que Colombia es un país rico en agua, la distribución desigual del líquido vital y los efectos del cambio climático hacen que la escasez sea una realidad para muchos bogotanos. ¿Hasta cuándo podrá la ciudad seguir soportando esta presión sobre un recurso tan esencial para la vida?
Estos tres ejemplos, tan distintos y distantes entre sí, nos muestran que la sobrepoblación es un reto que no podemos seguir ignorando. Sus consecuencias van más allá de lo meramente demográfico y afectan todos los ámbitos de nuestra existencia, tanto que ya se ha vuelto a hablar de federalismo en el país. Urge un debate serio y profundo sobre cómo queremos gestionar este crecimiento desbordado de la población, y qué tipo de medidas estamos dispuestos a tomar para garantizar un futuro sostenible para todos.
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Posdata: El 23 de abril celebramos el Día del Idioma en homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra. Honremos su memoria usando nuestro lenguaje con sabiduría y respeto, lo que implica reconocer aquellos momentos en los que es mejor no usarlo.