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Manuelito
Creía que ahora, como en el pasado, las elecciones se ganaban en la plaza pública, y era feliz repartiendo volantes en apoyo de sus candidatos.
El jueves de la semana pasada falleció a sus 96 años mi querido amigo Manuel Gutiérrez Ocampo, mejor conocido como Manuelito, personaje destacado de la política vallecaucana.
Manuelito fue importante figura del Movimiento Revolucionario Liberal -MRL- que fundara Alfonso López Michelsen, de quien fue leal escudero y activista de las campañas, una de las cuales llevó al ‘Compañero jefe’ a la presidencia de la República.
López, que no quería a nadie fuera de su entorno familiar, quería mucho a Manuelito, y seguramente su carácter amable y su desprendimiento de intereses personales en la política, generaron el reconocimiento del difícil líder de una ‘izquierda’ que jamás se concretó pues el ‘mandato claro’ de López ejercido entre 1974 y 1978 fue menos de izquierda que en anteriores gobiernos liberales.
Manuelito siempre aspiró a una curul en la Asamblea Departamental y allí estuvo varios períodos. Secretario de Gobierno en la administración de Ernesto González, en una licencia de este, ocupó el más alto cargo del Palacio de San Francisco, por lo que su retrato al óleo está colgado en el Salón de los Gobernadores.
Secretario perpetuo del Directorio Liberal Departamental, en donde inició mi íntima relación con Manuelito. Fue ese escenario el que le permitió mostrar sus condiciones de amigable componedor de las confrontaciones permanentes de las cuatro fuerzas liberales de entonces: el balcarcismo, el pachoeladismo, el MRL y el holmismo, al que yo pertenecía.
Cuando se armaba la gresca, Manuelito intervenía y se zanjaba la discusión. Era figura principal en los comicios porque todos obedecían las órdenes del secretario, que también participaba en el Directorio Municipal de Cali, en el que con frecuencia se presentaban desencuentros agrios entre los amigos de Clementina Vélez -balcarcista- y Bonifacio Terán del MRL.
Amigo insuperable, mantuve con Manuelito una estrecha relación por muchos años. Hizo parte de la Mesa Liberal del Club Colombia. Jamás perdió sus dichos caldenses, como hijo de Manizales que fue, y su falta de ilustración la suplía con una gran inteligencia, que lo convirtió en excelente observador de la política, tanto regional como nacional.
Creía que ahora, como en el pasado, las elecciones se ganaban en la plaza pública, y era feliz repartiendo volantes en apoyo de sus candidatos. Tenía fe inquebrantable en los ‘líderes’, esos personajes de la política criolla que hacen creer a los jefes que ellos tienen fuerza electoral en sus barrios, y a la hora de la verdad salen con nada y le cargan la culpa del desastre a ‘la falta de recursos’. Pero Manuelito los ‘chocholiaba’, y gozaba asistiendo a las fiestas que se hacían en los sectores populares.
Estuve con Manuelito hace un par de meses en reunión de la junta directiva del Fondo Liberal del Valle, del que él y yo fuimos fundadores con otros copartidarios. Lo vi muy minado por la enfermedad, pero con la misma lucidez de siempre.
Se están yendo los dirigentes liberales de la talla de Manuel Gutiérrez Ocampo, él sí auténtico líder del Partido, que lo tuvo siempre como figura de primera línea.
Para quienes fuimos sus próximos amigos habrá un inmenso vacío, difícil de llenar porque Manuelito era, como lo dijo el poeta español, “un hombre bueno en el buen sentido de la palabra bueno”.
Para su familia, la expresión sincera de mi pena por su partida. Siempre recordaré su frase: “Voto hasta por Pirulo, si es liberal”.