Columnista
La pareja de la persona deprimida
Si bien la prioridad es atender la dolorosa situación del paciente, no podemos ignorar lo que significa convivir 24/7 con esta persona.
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2 de nov de 2025, 12:31 a. m.
Actualizado el 2 de nov de 2025, 12:31 a. m.
Quien vive con una persona abrumada por la depresión está sometido a una situación que suele pasar desapercibida, porque lo natural es darle prioridad a aliviar el sufrimiento del enfermo. Pero es apenas justo detenerse a pensar en las necesidades de quien lo cuida. Prestarle atención exclusivamente al paciente es un error que cometen con frecuencia tanto los médicos como los cuidadores, quienes tienden a ignorar el drenaje emocional que representa responsabilizarse del bienestar del allegado con depresión.
Si bien la prioridad es atender la dolorosa situación del paciente, no podemos ignorar lo que significa convivir 24/7 con esta persona. La realidad es que, además de afectar a quien la sufre, la depresión también afecta a los cuidadores que pueden ser, entre otros, la pareja, un hermano, los padres, los hijos o el amigo cercano. Pero suele ser la pareja quien carga con la mayor responsabilidad. A continuación, algunos de los comentarios comunes de personas con una pareja deprimida: “Hace mucho tiempo mi pareja está muy irritable”.
“Me demoré muchos meses en darme cuenta de que le pasaba algo, pero no podía precisar cuál era el problema”.
“Una vez que la situación se aclaró, visitó un especialista y comenzó un tratamiento, y pensé que se mejoraría rápidamente. Pero el progreso no ha sido rápido, y es muy duro tener que lidiar el día a día con alguien abrumado por el pesimismo y las preocupaciones”.
“Yo hago todo lo posible por satisfacer sus demandas, pero nada parece servir”.
“Tengo que guardar silencio, cuando lo que quisiera es gritar”.
“A veces me siento mal, porque quisiera hacer algo efectivo y no puedo. Otras veces pienso que no hago lo suficiente, y eso me hace sentir culpable”.
“Me siento impotente frente al proceso de mejoría”.
“Me da vergüenza decirlo, pero muchas veces lo que quiero es alejarme”.
“No puedo hacer ningún reclamo, porque sé que no puede modificar su situación”.
“Cada día tengo que enfrentarme a alguna exigencia nueva, que no tengo como satisfacer”.
“Me hace reclamos que considero injustos y siento que si me defiendo agravo el problema”.
“Si bien entiendo que la distancia emocional no es desamor, es muy difícil de aceptar y sobrellevar, pues el aislamiento emocional que estoy viviendo ha ido deteriorando la relación. Y la distancia ha aumentado tanto entre los dos, que por ratos siento que somos dos extraños. Nuestra vida de pareja parece algo del pasado”.
“Pero yo también necesito afecto y me abruma la soledad que vivo en su compañía. Como consecuencia, mantengo una combinación de rabia y lástima”.
“Siento un agobio terrible y creo que me voy a tener que distanciar para preservar mi paz interior”.
Los comentarios anteriores suelen hacerse durante el período en el cual el diagnóstico no se ha realizado todavía, o en los casos en los que la recuperación se ha demorado. Pero es importante recordar que la inmensa mayoría de las depresiones se mejoran si se han diagnosticado oportuna y apropiadamente y si se han seguido juiciosamente las recomendaciones terapéuticas.

Carlos E. Climent es médico de la Universidad del Valle y psiquiatra de la Universidad de Harvard. Durante30 años trabajó en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle, y durante 20 se desempeñó como miembro del Panel de Expertos en Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud.
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