Opinión
El presidente y los gremios
Deja muchas preguntas sobre la mesa la forma inexplicable en que el presidente Petro hace lo contrario: agranda el abismo entre su administración y las distintas agremiaciones de la economía en Colombia.
Casi a diario y siempre con una infaltable dosis de grandilocuencia, el presidente Petro habla de la necesidad de construir un “gran acuerdo nacional” con diferentes sectores de la política, la economía y organizaciones de la sociedad civil. Pero sin haber terminado de lanzar esa propuesta, el presidente no da espera a la hora de atacar y llenar de calificativos a todos los sectores que no lo aplauden: partidos, medios de comunicación y gremios, todos por igual. ¿Con quiénes busca el gobierno alcanzar consensos si todos los días inicia nuevas peleas y eleva las ya existentes disputas con los sectores que deberían hacer parte de ese acuerdo?
Este fin de semana el presidente Petro tomó la decisión de ausentarse del Congreso de la ANDI y volvió a dejar a los gremios y a los empresarios esperándolo. En semanas recientes, el presidente no ha perdido oportunidad para radicalizar su discurso contra diferentes sectores de la industria, aprovechando para usar la etiqueta favorita de la antigua izquierda de “el capital”, para referirse a muchos de estos sectores. Fue similar lo que ocurrió la semana pasada cuando el gobierno cuestionó la gestión de la Federación de Cafeteros, como lo ha hecho con tantas otras organizaciones. Mientras diferentes dirigentes gremiales han insistido en buscar canales de diálogo y coordinación con el gobierno, la respuesta que han recibido ha estado cargada de una desconcertante displicencia.
Justo cuando el país atraviesa momentos de dificultades económicas y enfrenta una preocupante caída en el crecimiento, es cuando el gobierno nacional más debería estrechar los lazos con los sectores que más contribuyen a la generación de empleo. Deja muchas preguntas sobre la mesa la forma inexplicable en que el presidente Petro hace lo contrario: agranda el abismo entre su administración y las distintas agremiaciones de la economía en Colombia.
Cualquier gobierno que busque sacar de la pobreza a millones de ciudadanos debería sentarse con todos los sectores y actores de la economía, llegar a acuerdos y construir políticas de creación de empleo que beneficien al país. Todo lo demás se quedará en discursos y en palabras. Y hemos visto en este primer año de gobierno que si bien el presidente tiene una innegable capacidad para diagnosticar problemas y ofrecer respuestas desde los cálculos alegres, en la ejecución de esas propuestas se ha quedado verdaderamente corto.
Es una muy mala noticia para el país que el gobierno siga mandando el mensaje de que por decisión propia se queda cada vez más solo, en medio de miradas radicales y del encierro ideológico y narrativo. Un termómetro del radicalismo del gobierno es la manera en que en su primer año ha insistido en dejar por fuera a sectores valiosos que han buscado acercamientos. El presidente Petro sigue pensando como un jefe opositor y dentro de su lógica es un acto de heroísmo hacer esperar y dejar plantados a ‘los poderosos’, ‘las élites’ y todas esas etiquetas que tanto le gusta usar. Pero en medio de ese pulso ideológico del presidente frente a los gremios, es imposible que el país pueda verse beneficiado.
Este mes, el presidente Petro recibirá al Consejo Gremial en un encuentro en el Palacio de Nariño. Que sea el momento para que el gobierno, por fin, logre cambiar el lenguaje de beligerancia, entienda la importancia de acercarse a sectores clave y, sí: consiga avanzar hacia la construcción de ese gran acuerdo nacional con sectores distintos a los que más le aplauden.