Columnista

Discípulos de Cristo y no de ideologías

Ayudémonos los unos a los otros, como exhorté la noche de mi elección, a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo siempre en paz.

Jorge Humberto Cadavid
Jorge Humberto Cadavid | Foto: El País.

24 de jun de 2025, 01:46 a. m.

Actualizado el 24 de jun de 2025, 01:46 a. m.

“Cuando un cristiano se convierte en discípulo de la ideología, ha perdido la fe y ya no es discípulo de Jesús. Y el único antídoto contra tal peligro es la oración”. Este mensaje lo entregaba el papa Francisco en la homilía de su misa en la capilla de Santa Marta, en el Vaticano el 17 de Octubre del 2013, centrado en el evangelio de Lucas 11,47-54, cuando Jesús advertía a los doctores de la ley, que se habían constituido en dueños de las llaves de la iglesia, que ni entraban, ni dejaban entrar. Quería hablarles sobre lo que tanto él, como ahora el papa León XIV, observan en nuestros comportamientos en defensa de las estructuras humanas, y dejamos lo importante que es el conocimiento y amor a Jesucristo. De esto, ya habían hablado los anteriores papas, y en especial fue el objetivo casi central del Concilio Vaticano II.

‘In Illo uno unum’, lema que se lee en el escudo papal de León XIV, que resume su pensamiento y su deseo de prestar al mundo en la Iglesia este servicio para que todos los pueblos sean uno en Cristo el Señor, nos recuerda con ello que es hijo de San Agustín y ha bebido de su espiritualidad cuando hablaba de ‘la ciudad de Dios’, ese confrontar la ciudad de los que siguen a Dios o escuchan su voluntad, y los que no, o sea quienes viven organizando la sociedad civil sin el conocimiento de la voluntad divina; podríamos decir, entre los que conocen el cristianismo y los que no, es como lo explicaba el santo al referirse al salmo 127, el cual nos dice que si en la construcción de la ciudad, o sea el bien común y en ello está lo que debe obrar la verdadera política, si no cuenta con Dios, en vano la construyen los trabajadores, en vano trabajan, en vano vigilan. Pierden el tiempo cuando no cuentan con él; por eso su lema en el escudo, nos trae hasta esta referencia de construir un mundo con Dios, unidos, para lograr la auténtica paz.

En la reunión del pasado 17 de mayo, de la Fundación Centesimus Annus pro Pontifice; refiriéndose al tema de ella, el papa León XIV decía: “Va al corazón del significado y del papel de la doctrina social de la iglesia, instrumento de paz y diálogo para construir puentes de fraternidad universal. Especialmente en este tiempo pascual, reconocemos que el resucitado nos precede incluso allí donde parece que la injusticia y la muerte han vencido. Ayudémonos los unos a los otros, como exhorté la noche de mi elección, a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo siempre en paz. Esto no se improvisa: es un entrelazamiento dinámico y continuo de gracia y libertad que, también ahora, la encontramos, reforzamos. Superar las polarizaciones y reconstruir la gobernanza global: las bases éticas; hay una gran necesidad de justicia, de paternidad y maternidad, de espiritualidad, especialmente en los jóvenes y los marginados”.

En el libro ‘Soñemos juntos’ del papa Francisco, dice: “Es mejor una vida dedicada al servicio de los demás que una vida resistiéndose a este llamado”. La vida es un don y crecemos cuando nos damos a los demás; no se trata de preservarnos sino de entregarnos para servir, lo que nos pide el señor es una cultura del servicio, no una cultura del descarte. Pero no podemos servir a los otros a menos que dejemos que su realidad nos afecte, es la manera de escuchar la voz del espíritu que nos habla desde los márgenes de la sociedad, pero no podemos dejar de desanimarnos para el cambio, por narcisismo, el desánimo y el pesimismo.

Termino con unas palabras del expresidente Pepe Mujica en 2014 en plenaria de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe: “Una de las desgracias de la política es haber abandonado el campo de la filosofía y haberse transformado demasiado en un recetario meramente económico. no es que la economía no tenga importancia, pero el hombre alguna vez debe hacerse estas preguntas: ¿a dónde va la humanidad?, ¿cuál es el futuro?, ¿cuál es la responsabilidad con la vida? Ella vale vivirse, pero con sentido, sirviendo al otro y viéndole crecer: la vida es casi un milagro en el enorme silencio mineral del universo”.

Sacerdote, párroco en María Madre de la Iglesia en Vipasa y Prados del norte, fue director del Centro de Investigaciones de la Arquidiócesis de Cali, profesor de Teología en el Seminario Mayor San José de Panamá, y párroco en Buga y en Cúcuta. Escribe para El País desde 1999

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